OPINIóN
Anocracia

Cuando sea muy tarde

¿Cuál va a ser el acontecimiento que a cada uno nos haga levantarnos y tomar consciencia de que nuestra realidad social se volvió autoritaria?

Mientras dure la guerra
Escena de la película Mientras dure la guerra | Cedoc

Dijo Karl Popper que “para que la tolerancia siga existiendo hay que ser intolerante con la intolerancia”.

Esta es la temática a la que se enfrenta Unamuno en la película Mientras dure la guerra. Durante el levantamiento de los generales rebeldes, si bien él se siente escéptico, también siente esperanza, concediendo de a poco algo de apoyo a pedido de estos, a acciones con las que él mismo no estaba completamente de acuerdo, pero cediendo, a fin de contribuir con optimismo y escepticismo a la paz y al orden en un tumultuoso período.

A su alrededor se van levantando de a poco los muros del autoritarismo, el silencio, la coacción, más pedidos de apoyo, favores, presiones. Luego surgen aprietes, desapariciones y muertes de los cuales se entera por la radio y que, posteriormente, le ocurren a sus conocidos, amigos hasta su círculo más cercano, concluyendo en la guerra.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Sobre él, durante toda la película, se va cerrando la posibilidad de condenar al bando falangista, pero él intenta negar hasta el máximo la terrible realidad que se va conformando a fin de no perder las esperanzas, de no apresurarse, de no comprometerse y de creer en un futuro mejor.

Se aferra a ese deseo y ese “veremos, démosle un tiempo” hasta que ya es demasiado tarde y se termina arrepintiendo. Al final de la película los condena, pero ya es demasiado tarde, ya tienen todo el poder necesario para no necesitarlo. En cierto modo fue cómplice.

El coronavirus y la "tentación autoritaria"

Lo mencionan también quienes han sufrido ascensos de regímenes autoritarios terribles, sobrevivientes del Holocausto, de la Revolución rusa, del chavismo, etc. No es como en las películas que de un día para el otro un régimen vestido de soldados con simbología oscura y malvada toman el poder violentamente, surgiendo de la nada a través de un plan maléfico.

Así funciona, inconsciente, subyacente y también adrede el perverso sistema del autoritarismo, la banalidad del mal, como diría Hannah Arendt, de a pasos, que sean factibles de absorber por la población en general, fomentando enemigos en común, adjudicándose la potestad y defensa del pueblo, cooptando sectores, tomando de a poco medidas cada vez más autoritarias, haciendo propaganda acerca de que todo este sacrificio es por un bien mayor, convenciendo a la mayoría que los presionados, desaparecidos, apretados, hostigados son enemigos del pueblo y de la nación.

Entonces, ¿cuándo ponemos el límite y nos decimos que nos encontramos bajo un régimen autoritario y que tenemos que actuar frente a él como tal? ¿Por la primera, la segunda, la cuarta violación de la Constitución? ¿Por la intromisión de poderes? ¿Cuando ya empieza a haber desaparecidos?

La construcción del régimen autoritario moderno se hace de a poco, creciendo en la oscuridad de la política y de la sociedad, subyacente. Hasta que un día nos levantamos y nos decimos “esto es un autoritarismo, al final tenían razón, uno no lo veía venir, y ya se instaló con toda la fuerza en el poder”.

Una vez que la mayoría de la población está convencida, es muy tarde para evitarlo. Ya estaremos en una posición irrecuperable cómo pasó incontables veces en este y en otros países.

Virus, populismo y futuro: 10 frases de Macri en su primera entrevista del año

¿Cuál va a ser el acontecimiento que a cada uno nos haga levantarnos y tomar consciencia de que nuestra realidad social se volvió autoritaria?¿Que intenten bajar a un juez de la Corte o a todos?¿La intromisión de poderes? ¿Que condenen las protestas de los opositores denostando de enemigos, ignorantes, odiadores, “no gente ni pueblo” y no los consideren como parte necesaria de la democracia? ¿Que hagan propaganda estatal mentirosa? ¿Que usen mecanismos ilegítimos para mantener al pueblo adormecido y engañado? ¿Que expropien empresas a dedo? ¿Que le cierren el micrófono a un opositor y no permitan el desarrollo normal de las actividades del Congreso? ¿Que le roben fondos a sus opositores por capricho y a discreción?

¿Que apoyen a regímenes extranjeros violadores seriales de los derechos humanos y genocidas, y se postulen simultáneamente como defensores de los derechos humanos? ¿Que quieran encubrir el atentado a la AMIA? ¿Que el poder proteja abiertamente a los que usan ambulancias para vender droga, a los congresistas que violan a sus sobrinas menores de edad, a los que tengan un círculo de trata de menores en un club de fútbol? ¿Que utilicen una huelga policial para inventar una denuncia de golpe de estado a fin de victimizarse en “pos de la defensa del pueblo” y en contra de los “poderes oscuros”?

Ninguno de estos u otros actos de este tipo son propios de una democracia republicana legítima y cuanto más dejemos pasar sólo con debates, periodistas y tweets enojados, menos tiempo nos queda para unirnos y hacerle frente al autoritarismo en alza. El silencio, no es indiferente, es cómplice de los autoritarismos.

En este mecanismo hay una falsa dicotomía que los autoritarios quieren instalar y que percibimos en todos los regímenes actuales de este tipo: o nos encontramos frente a una dictadura pura o frente a una democracia pura. Por lo tanto, los facilitadores y líderes del autoritarismo, usan el falso argumento de que manifestarse contra las medidas autoritarias de un gobierno elegido por el voto, es en realidad cuestionar su legitimidad democrática.

Pero la realidad es que la dicotomía dictadura-democracia de la guerra fría terminó hace ya 30 años. Con ella desaparecieron no sólo el comunismo sino también el conservadurismo tradicional y los populismos tradicionales como el peronismo. Hoy en día se utiliza el término anocracia para un tipo de régimen intermedio, que consiste en democracias que conviven con mecanismos autoritarios.

Pérez Esquivel sobre las críticas a la cuarentena: "No hay autoritarismo, hay protección"

En los últimos 10 años las anocracias han tomado vuelo a nivel mundial y reemplazado sociedades democráticas en ascenso. Estos sistemas, ante cualquier cuestionamiento demócratico a sus métodos dictatoriales responden con victimización y ataques no democráticos, como por ejemplo medios estatales o paraestatales que acusan a la oposición de golpismo injustificadamente, llegando a la cotidiana desaparición de personas como en Rusia, Venezuela y Turquía. Estos regímenes intentan aparentar frente al mundo que son democráticos a fin de evitar represalias externas, pero puertas adentro han entronizado un líder de culto que gobierna autoritariamente a discreción hasta donde le es posible.

Cuando la democracia republicana se ve atacada por fuerzas autoritarias, se necesita determinación para defenderla. Debe entenderse que las anocracias son regímenes autoritarios disfrazados que no valoran ni el diálogo ni el consenso e inclusive se aprovechan de ellos para sacar ventaja.

Así, debemos enfrentar la anocracia con una mano abierta y otra cerrada, sabiendo que en caso de que haya buena fe del otro lado, podemos extender la mano abierta. Pero también sabiendo que si no la hay, tendremos un puño cerrado.

Deben existir, una masa crítica de líderes con una profunda convicción política y una decidida intolerancia hacia la anocracia. El pueblo debe tomar conciencia de los mecanismos autoritarios, sus males y sus consecuencias. Es una lucha constante de conciencias y nos sobran argumentos.

Si nuestros líderes tienen culpa de asumir semejante determinación, mantendrán su tibieza y esta jamás detendrá a la anocracia. Inclusive la hará fortalecerse. Sobran experiencias en el mundo que lo demuestran, tanto en el pasado como en el presente.

Cristina, Maduro y el autoritarismo

En estos tiempos inciertos e inexplorados no está de más despertar la consciencia y estar alerta y dispuestos a confrontarla con audacia, y no normalizar las acciones y actitudes autoritarias, porque sino nos levantaremos un día, veremos las noticias y nos daremos cuenta que ya no estamos en una anocracia, sino en pleno autoritarismo y no podremos hacer nada. 

Tengamos en cuenta lo que advirtió Carl Schmitt: "Uno puede desmantelar la democracia frente a los ojos de un demócrata pedazo por pedazo y todo lo que harán para defenderse es llamar a comisiones y debates hasta que ya sea demasiado tarde...”.