El mundo enfrenta hoy una triple crisis ambiental, en la que el cambio climático y la pérdida de biodiversidad se ven agravados por la creciente generación de residuos. Y la deficiente gestión de los desechos, además de contaminar los ecosistemas, libera metano a la atmósfera, uno de los gases que más contribuyen al calentamiento global.
Estamos en una encrucijada porque, de continuar los actuales esquemas lineales de producción y consumo, vamos a generar, en el año 2050, 317.200 millones de toneladas de residuos; una cantidad 178% superior a la de 2020.
Para evitar este futuro, debemos encontrar el camino de transición hacia una economía circular, tratando de imitar a la naturaleza. Esto implica pensar los productos para que puedan transformarse en materias primas para un nuevo proceso productivo, una vez concluida su vida útil.
Si bien el sector de residuos contribuye casi marginalmente a la generación de gases de efecto invernadero con un 5% del total de emisiones, no es menos cierto que este sector puede jugar un rol importante en la descarbonización de la economía.
Para esto, una de las medidas más importantes es minimizar el ingreso de residuos biodegradables a los rellenos sanitarios, dado que la descomposición anaeróbica de los desechos orgánicos produce gas metano, cuyo poder de efecto invernadero es veinte veces mayor al de CO2.
Argentina, junto con otros 150 países, ratificó el Methane Pledge, que establece la reducción de un 30% de las emisiones de metano en 2030. Esto genera beneficios paralelos como el aprovechamiento energético a través de la captación del biogás de los rellenos sanitarios y su transformación en energía.
Dentro de la problemática de los residuos, los plásticos representan un dilema, ya que se trata de un material útil para la industria y masivamente utilizado en la vida cotidiana, cuya mala gestión tiene un enorme impacto ambiental y en la salud de las personas.
Recientes estudios muestran que los micro y nanoplásticos (MnP) y los aditivos químicos que contienen están vinculados a alteraciones hormonales, algunos tipos de cáncer (como el de mama y testículo), infertilidad y afecciones respiratorias crónicas.
Así las cosas, enfrentar el desafío de los residuos plásticos requiere un enfoque de ciclo de vida basado en la economía circular, el ecodiseño y la responsabilidad extendida a lo largo de toda la cadena de valor.
En este sentido, los principios de ISWA (International Solid Waste Association) son claros: prevenir la generación de residuos plásticos debe priorizarse sobre su gestión. Abogamos por un acuerdo global vinculante que minimice los plásticos desechables de corta duración y elimine aquellos que contienen sustancias químicas preocupantes. Desde ISWA también proponemos establecer objetivos de reducción de plástico per cápita y promover menor diversidad de polímeros plásticos para facilitar su clasificación, tratamiento y reciclado.
Estos temas, junto con el tratamiento de los residuos textiles, los rellenos sanitarios, la recuperación energética y el financiamiento para erradicar basurales, se abordarán durante el Congreso y Exposición Mundial de Residuos Sólidos que se realizará en Buenos Aires.
*Licenciado en Economía.