OPINIóN
Columna de la UB

Lactancia: 1.000 días de oportunidad para programar la salud

La lactancia es un camino de oportunidad que la naturaleza nos regala, en un equilibrio perfecto y perfectible al mismo tiempo, para contribuir en el diseño de un futuro saludable, y construir un sistema inmune sólido.

Lactancia
Lactancia. | Imagen de Alfonso Cerezo en Pixabay.

Si tuviéramos una lámpara mágica, y el genio nos concediera un solo deseo para nuestros hijos e hijas, es probable que elegiríamos salud. El concepto de salud es un estado de orden, en el que múltiples variables orgánicas -impactadas por otras- y ambientales se conjugan en un funcionamiento orquestado, y en el que el sistema inmune comanda y regula todas las acciones, con alta capacidad de respuesta ante la adversidad, y también de descanso, luego de enfrentarse en batalla.

Familias, profesionales, organismos de salud y diversos actores sociales se encuentran en una constante búsqueda de estrategias para crear oportunidades que propicien este estado de equilibrio, y garanticen una buena calidad de vida de niños y niñas.

Lactancia materna: ¿por qué puede ser determinante para la salud de las futuras generaciones?

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En ese sentido, existen momentos clave, en los que pequeñas intervenciones pueden tener grandes impactos. Gracias a las observaciones e investigaciones del Dr. Barker, quien reparó en que los bebés nacidos de madres que habían atravesado períodos de hambruna durante la gestación tenían más probabilidades de desarrollar enfermedades vinculadas con “el ahorro” en la edad adulta (sobrepeso, dislipidemias, diabetes tipo 2 e hipertensión), se conoce que el embarazo constituye una “ventana de oportunidad” en la que los órganos y sistemas son muy sensibles al impacto del ambiente.

De este modo, ante la restricción calórica durante esos nueve meses, el organismo del bebé interpreta que vendrá a un mundo adverso, en el que sufrirá restricciones y, por eso, se desarrolla ajustándose a ese condicionamiento, con un metabolismo que ahorra. Esto ocurre en todas las áreas que se desarrolla.

La elevada sensibilidad a los factores ambientales no concluye en la panza de mamá, ya que hay tres partes del cuerpo del bebé que continúan siendo muy sensibles más allá del nacimiento, durante los primeros años de vida: el sistema nervioso, el hígado y el sistema inmune, que comandará las acciones orgánicas, reguladas.

Lactancia, una oportunidad

La lactancia se convierte, de este modo, en un camino de oportunidad que la naturaleza nos regala, en un equilibrio perfecto y perfectible al mismo tiempo, para contribuir en el diseño de un futuro saludable, y construir un sistema inmune sólido.

¿Por qué la lactancia es perfecta? Porque, además de implicar el aporte de nutrientes, agua y un valor afectivo y vincular difícil de definir en palabras, vehiculiza componentes que van a actuar a nivel inmunitario como inmunoglobulinas, anticuerpos específicos contra afecciones que afecten al bebé en cada momento y un conjunto de microorganismos vivos, que conocemos actualmente como “microbiota”, y que conformarán su flora intestinal, actuando como primera línea de defensa, impidiendo el ingreso de componentes extraños por las puertas del intestino, y favoreciendo, al mismo tiempo, el entrenamiento del sistema inmunitario.

Sí, es la microbiota la que va a “educar” al sistema inmune, enseñándole cuáles son los componentes extraños que debe atacar, y cuáles no, hasta los tres años de vida, hecho que vislumbra una “ventana de oportunidad” más allá de los primeros 1.000 días.

Lactancia: una práctica ancestral que pide corresponsabilidad

¿Pero por qué la lactancia es perfectible? Porque no sólo vehiculiza estos fuertes soldados que defenderán las entradas al organismo, sino también su alimento preferido, para potenciar su multiplicación: los oligosacáridos de leche humana (HMO). Y éstos estarán en mayor concentración, cuanto más rica en frutas, verduras, granos integrales, legumbres y fuentes de omega 3 sea la alimentación de la madre.

Entonces, cuando la lactancia no es posible o deseada, ¿se pierde la posibilidad de crear caminos de oportunidad? Enfocándonos en estos componentes de la leche humana, que brindan protección al bebé a nivel inmunitario, será oportuno entonces que profesionales idóneos asesoren y acompañen a quienes por diversos motivos no pudieron o no quisieron amamantar, para así encontrar alternativas con los beneficios que la naturaleza ofrece -HMO, prebióticos, y probióticos- en la alimentación sostenida por el lactante.

No tenemos una lámpara mágica, tampoco al genio que nos conceda el deseo. Pero sí el poder más grande para la construcción de oportunidades de salud en niños y niñas: el poder de elegir. Si la lactancia es posible y deseada, ¡que sea alentada!

*Sabrina Kuzawka, docente de la carrera de Nutrición de la Universidad de Belgrano.