La comunicación es tan humana como la humanidad misma. En tiempos de pandemia, encontramos más y nuevas formas de seguir en contacto, de informarnos. Saber qué está pasando nos importa, nos constituye, esperamos que llegue el momento de los anuncios, estamos atentos a ver qué pasa. Las maneras de informarnos son diversas, algunos elegimos el diario, la tele o las redes. Las vías por las que recibimos información también son diversas. En Argentina, cerca del 2% de la población está integrada por personas con discapacidad auditiva. Este colectivo mira la televisión con subtitulado y/o con lengua de señas. La Lengua de Señas Argentina (LSA) es una de las lenguas que habitan el territorio nacional, es la lengua natural de las personas Sordas.
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El pasado sábado 25 de abril Alberto Fernández emitió un comunicado a toda la población que, además de usar power-points, incluyó la interpretación a la lengua de señas. La Televisión Pública, Telefé y NetTV hicieron lugar en sus pantallas para el recuadro. El resto de los canales y señales pusieron sus titulares, gráficas y logos sobre la interpretación, es decir, sobre la lengua de señas, por tanto sobre la información, generando una barrera comunicacional para muchas y muchos argentinos. Empujando así la primera pieza del dominó de barreras: al no acceder a la información se desconocen las normas sociales de cuidado y aislamiento no es posible ejercer el derecho a la salud individual y colectiva, entonces, domina la incertidumbre, se requiere de otros que nos cuenten qué tenemos que hacer como ciudadanos y ciudadanas, se pierde autonomía, y así cae la última pieza, la ciudadanía. Acceder a la información es un derecho que posibilita el ejercicio de derechos.
Lic., integrante del Programa Discapacidad y Accesibilidad, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires