OPINIóN
PSICOLOGÍA

Todos somos los hijos de Messi

Ser el benjamín, el del medio o el mayor no es un tema trivial y hasta influye en la construcción de la personalidad.

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Thiago, Mateo y Ciro Messi tal vez comparten la ropa, pero no caben dudas que gritaron “gol” con la misma pasión que millones de argentinos y con el inmenso orgullo de ser cada uno de ellos, con sus características propias, el hijo del mejor jugador de la historia del fútbol. | INSTAGRAM / Antonella Roccuzzo

Tras un penal que luego fue tiro libre, un país, un continente, posiblemente gran parte del mundo seguimos con detenimiento esa mezcla de ritual y preparación que Lionel Messi realizó para ejecutarlo. Celebramos un gol convertido con la maestría que solo el mejor del mundo puede lograr.

En cuestión de segundos, la imagen de “Lio” o la secuencia completa de la jugada se viralizaba. Todavía saboreando un victorioso resultado que impacta en el humor social de los argentinos otra imagen se propaga y se convierte en tendencia: el grito de gol de los hijos de Messi.

Las redes sociales no dan tregua, los usuarios tampoco, el debate ya está instalado: el problema de ser el hermano menor”. No se necesita ser gran detallista para advertir que el pequeño Ciro tiene la camiseta de la selección del 2014, posiblemente que le quedó chica a Thiago o a Mateo. 

"Las rivalidades entre hermanos es una forma de competencia por acaparar la atención de los progenitores pero por encima de ello porque cada una trata de ocupar lugares y asumir roles de forma tal de asegurarse la supervivencia dentro del grupo".

Mientras en el espacio virtual los comentarios y las opiniones se suceden con conjeturas creativas y hasta humorísticas, ser el benjamín, el del medio o el mayor no es un tema trivial y hasta influye en la construcción de la personalidad.

El tema de los hermanos desde Caín y Abel o Hansel y Gretel siempre está presente. Si el hijo único suele ser más egocéntrico, si el más pequeño recibe menos atención o es el más consentido, si el mayor tiene un peso y un lugar diferente respecto del resto, son cuestiones que siempre rondan en torno a la temática.

Psicólogos fundamentados en teorías darwinianas sostienen que las rivalidades entre hermanos es una forma de competencia por acaparar la atención de los progenitores pero por encima de ello porque cada una trata de ocupar lugares y asumir roles de forma tal de asegurarse la supervivencia dentro del grupo.

Alfred Adler, psicólogo austríaco, fue uno de los primeros en analizar lo referido al orden de nacimiento dentro de una familia. Para este discípulo de Freud los “del medio y los más chicos”  son más independientes, creativos, cooperativos, y también buenos críticos. Sostiene que el hijo único es dependiente, sobreprotegido y egocéntrico y los mayores suelen ser autoritarios, más responsables y conformistas.

Para Alfred Adler, los hijos “del medio y los más chicos”  son más independientes, creativos, cooperativos, y también buenos críticos. El hijo único es dependiente, sobreprotegido y egocéntrico. Los mayores, autoritarios, más responsables y conformistas.

Quienes ejercemos “las ciencias Psi” en este siglo y sin desmerecer lo investigado por nuestros antecesores, sabemos que esas características, son etiquetas simplistas, y rara vez se convierten en normas generales. Mirar y abordar un sistema familiar, ver que cada entramado es único y cómo se ejercen los roles fraternos es mucho más complejo.

Una familia debe ser abordada como un sistema atravesado por varios factores y también por un determinado contexto. No se pueden perder de vista las historias y biografías de cada progenitor: los hijos van a tener personalidades diferentes y su devenir va a estar condicionado por el orden de nacimiento, la edad de sus padres, el sexo,  el margen entre hermanos, si los hubiera, entre otros factores.

Es real que tal vez el hermano menor hereda la ropa pero generalmente son más aventureros porque los padres ya han atravesado experiencias, suelen ser más simpáticos porque se valen de esa característica para llamar la atención y suelen tener en la vida adulta una mejor manejo de las relaciones interpersonales.

Thiago, Mateo y Ciro Messi tal vez comparten la ropa, pero no caben dudas que gritaron “gol” con la misma pasión que millones de argentinos y con el inmenso orgullo de ser cada uno de ellos, con sus características propias, el hijo del mejor jugador de la historia del fútbol.

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(*) La autora es Dra. en Psicología y columnista en medios de comunicación. Twitter @guillerizzo