Los resultados de nuestro último sondeo no pueden ser más alarmantes.El 79 por ciento de los participantes, en la medición del Centro de Opinión Pública (COPUB) de la Universidad de Belgrano, afirma desconocer a qué institución le corresponde sancionar las leyes. El 74 por ciento, en tanto, no sabe mencionar cuáles son ni cómo se dividen los poderes del Estado. Y el 50 por ciento cree que las leyes pueden ser aprobadas sólo con media sanción. Incluso el 62 por ciento no puede precisar cuántas provincias componen la Argentina.
Semejantes resultados que, lamentablemente se encuadran en la misma tendencia que veníamos observando en encuestas anteriores sobre temas semejantes, se agudizan incluso cuanto más joven es el encuestado.
Evidentemente, confluyen muchos factores cuando tratamos de explicar semejantes datos. Sin dudas, son la expresión de serias falencias educativas, pero también ponen en evidencia desidia y desinterés.
Sólo por plantear algunos interrogantes, ¿qué pueden entender personas con ese nivel de desinformación acerca de lo que los medios informan? ¿Cómo pueden juzgar si las medidas de gobierno son acertadas o no? ¿O cuáles serán sus efectos en la sociedad?
Es indudable que la responsabilidad del sector educativo es clave.Pero también es muy grave que los ciudadanos consideren que todos esos conocimientos no merecen la pena. La gravedad de la situación pone en una enorme tela de juicio el funcionamiento democrático mismo. ¿Con qué criterio se defiende o se cuestiona la gestión de cualquier gobierno? Y, como si esto fuera poco, ¿con qué discernimiento se elige a quién votar?
Los resultados de las pruebas de calidad educativa nos lo vienen anunciando desde hace años. Sin embargo, no parecen haberse logrado efectos visibles para frenar esta tendencia. Es más, unos años atrás, algún ministro de Educación explicó que nuestros estudiantes incorporan otros conocimientos más útiles…
Una conocida frase afirma: “A los que creen que la educación es cara, les sugerimos que prueben con la ignorancia”. En nuestro país, como parte de la decadencia que nos arrastra desde hace décadas, parece que decidimos aceptar la propuesta. Esperemos, entonces, que se cumpla otra sentencia famosa, la de “Dios es argentino”.En caso contrario, nuestro futuro estará severamente comprometido.
Director del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano (COPUB)
C. P.
