OPINIóN
Políticas integrales

Vulnerabilidad y pandemia, cuando el riesgo es múltiple

Se necesita una buena gestión de la pandemia que considere aspectos sanitarios, económicos, psicológicos y sociales para que se reduzcan los riesgos.

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Muchos padres tuvieron dificultades para trabajar online y al mismo tiempo ayudar a sus hijos en tareas escolares | cedoc perfil

En un sentido general, la vulnerabilidad nos remite a estar indefensos física o psicológicamente frente a una amenaza, a una falta o disminución de capacidad de respuesta, protección o defensa. En el último año, ha aparecido un nuevo fenómeno amenazante constituido por un brote epidémico que afecta a la población del planeta. Este fenómeno ha puesto de manifiesto vulnerabilidades estructurales preexistentes, pero, a la vez, ha generado nuevas vulnerabilidades específicas. Por ello, la UNESCO plantea la necesidad de abordar el problema desde una perspectiva multi-riesgo: riesgo de contagio, de ser estigmatizado, de perder las fuentes de trabajo, de no recibir asistencia médica efectiva y oportuna, de quedarse socialmente aislado.

Como en otros desastres, la pandemia ocurre en una situación preexistente y pone de manifiesto fortalezas y debilidades. Aparecen con claridad las vulnerabilidades de las instituciones, aumentando el riesgo (por negar el problema, por no ser efectivas o por utilizar recursos en beneficio de personas o grupos minoritarios). En especial preocupan las medidas que, justificándose en la pandemia, generan mayor desigualdad social o afianzan y profundizan la informalidad del trabajo y la pérdida de derechos laborales.

La pandemia afecta a todos, pero las consecuencias son diferenciales según las condiciones previas de vulnerabilidad individual y social, y las capacidades personales e institucionales para afrontarla de manera eficaz.

La pandemia afecta a todos, pero las consecuencias son diferenciales según las condiciones previas de vulnerabilidad individual y social, y las capacidades personales e institucionales para afrontarla de manera eficaz.

La angustia social producida por cuarentenas prolongadas es una nueva vulnerabilidad que ha surgido al no prever sus consecuencias. Nuestros estudios en niños y padres argentinos han mostrado que aún en padres de clase media -que mostraron antes de la pandemia buenas cualidades parentales- aumentó el estrés, tuvieron dificultades para trabajar online y al mismo tiempo ayudar a sus hijos en tareas escolares. A la vez, en los niños se acentuaron cambios de conducta: desobediencia, gritos, volverse más dependientes, conductas regresivas, mostrarse tristes y retraídos. Otra vulnerabilidad específica es la del personal de salud abocado a la atención de pacientes con Covid, entre quienes encontramos un aumento de preocupaciones y temores, así como valores crecientes en indicadores de depresión, ansiedad e incertidumbre.

Según la UNESCO, la gestión del riesgo de desastre implica una serie de actividades tendientes no sólo a atender el problema presente, sino a prevenir y mitigar los impactos negativos, y su planificación y ejecución son competencia de las instituciones del Estado. Sin embargo, necesitan también del consenso de los diferentes actores sociales. En este sentido, los gobiernos enfrentan desafíos inéditos en la gestión de la pandemia. Muchos han decidido establecer cuarentenas estrictas, que, si bien protegen del contagio, producen una serie de problemas psicológicos, económicos y sociales de gran impacto.

Una buena gestión de la pandemia debe considerar los aspectos sanitarios, económicos, psicológicos y sociales como base para el desarrollo de acciones preventivas que disminuyan las vulnerabilidades y reduzcan el riesgo de desastre. 

En la gestión del riesgo están implicadas también las actitudes personales, ya que algunas de ellas pueden ser efectivas para enfrentar el estrés personal y comunitario, mientras que otras, por el contrario, pueden profundizar el problema. Por ello resulta urgente integrar en los equipos asesores profesionales de diferentes disciplinas, así como a las organizaciones de la comunidad y sus líderes.

Una buena gestión de la pandemia debe considerar los aspectos sanitarios, económicos, psicológicos y sociales como base para el desarrollo de acciones preventivas que disminuyan las vulnerabilidades y reduzcan el riesgo de desastre. Intervenciones planificadas con un enfoque holístico y pensadas desde la interdisciplina que permitan abordar la vulnerabilidad multidimensional que nos afecta.

 

*Directora de la Maestría en Intervención en Poblaciones Vulnerables del Instituto de Ciencias para la Familia (ICF) de la Universidad Austral. Investigadora Superior de CONICET-ICF.