En la actualidad, somos testigos de un cambio demográfico significativo: el número de personas mayores está en constante aumento en nuestra sociedad. ¿Qué está impulsando este cambio? Principalmente, la disminución en las tasas de natalidad y el incremento en la esperanza de vida.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay aproximadamente 70 millones de personas mayores de 80 años de edad en el mundo, y se prevé que esta cifra se multiplique por cinco en las próximas décadas.
Esta coyuntura plantea una serie de desafíos que debemos abordar. Por un lado, el envejecimiento conlleva cambios biológicos y funcionales que afectan la salud de las personas mayores. Por otro, hay un aumento en la incidencia de enfermedades crónicas, fragilidad y discapacidad. Además, debemos tener en cuenta los aspectos emocionales y sociales que influyen en el bienestar de nuestros mayores.
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Es fundamental mejorar la atención integral de las personas mayores. Todos, desde los profesionales de la salud hasta los familiares y cuidadores, debemos estar preparados para brindar apoyo y asistencia adecuados a esta población. En este proceso, es crucial reconocer el papel esencial que desempeñan los enfermeros.
Ellos están capacitados para atender las necesidades físicas, emocionales y sociales de las personas mayores, ayudándolas a disfrutar de una vida plena y saludable en todas las etapas del envejecimiento.
Sin embargo, nos enfrentamos a una realidad preocupante: la escasez de enfermeras a escala mundial. Este problema se agrava debido a diversas causas, como las condiciones laborales precarias, la falta de reconocimiento y regulación, así como las políticas gubernamentales insuficientes que respalden esta profesión esencial.
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La pandemia de COVID-19 puso de manifiesto la necesidad urgente de fortalecer al personal de salud y en especial al de enfermería. Un reciente informe de la OMS revela importantes deficiencias en el personal de enfermería y señala como prioritaria la inversión en materia de formación, empleo y liderazgo, para mejorar la salud de las poblaciones y garantizar una atención de calidad para las personas mayores.
Es imperativo que se tomen medidas para mejorar la formación y experiencia del personal de enfermería, asegurando así una atención óptima y centrada en las necesidades de las personas mayores. Sólo de esta manera podremos garantizar una vejez digna y de calidad para todos nuestros mayores.
Frente a este panorama, y en respuesta a la creciente necesidad de cuidados de enfermería especializados, la formación es la clave. Los profesionales especializados tienen una perspectiva integral de los cuidados en el envejecimiento, lo que garantiza una atención de calidad y centrada en la persona.
