Presenciamos, lamentablemente, una nueva guerra en el mundo entre Rusia y Ucrania, pese a que no es el único conflicto armado en la actualidad, este hecho en particular afecta al mundo de manera inesperada y de múltiples formas.
Este conflicto puso en evidencia el riesgo nuclear en el centro de Europa tanto por la contaminación que se produciría por el uso de armas atómicas, como por el ataque a centrales nucleares que contaminarían gran parte de Europa. A pesar de la brecha entre los países avanzados tecnológicamente, y aquellos productores de alimentos y materias primas, ambos son de suma importancia desde una perspectiva global.
Primero debo aclarar que, en lo que concierne a la robótica e inteligencia artificial, desde el minuto uno, que estoy en contra del uso para la militarización, la guerra o cualquier avance tecnológico en contra del bien de la humanidad. Pero eso no es algo que yo pueda elegir y/o decidir, y la tecnología es una herramienta presente en múltiples formas como en el armamento moderno, en la medicina, en los autos autónomos, en nuestros hogares y aún más cuando pensamos en como la inteligencia artificial empieza a interactuar con nosotros en dispositivos programables, robots, drones, nuestras computadoras, celulares y en dispositivos IoT cada vez más presentes.
Rusia-Ucrania: nunca la guerra estuvo tan cerca
Cuando se piensa en robots y guerras surgen, de manera mayoritaria en el imaginario colectivo, las asociaciones a películas distópicas como Terminator o series como Black Mirror. Pero la realidad es menos glamorosa, pero más dolorosa.
No se trata de robots humanoides como los que conocemos desde hace varios años por la empresa Boston Dynamics, y que podemos ver que realizan diferentes tareas con movimientos cada vez más complejos (como caminar, correr, saltar, bailar, tomar objetos y utilizar herramientas sin asistencia humana), también existen versiones rusas menos difundidas de este tipo de robots. Sin llegar al soldado robótico de las películas, concretamente hay desarrollos más terrenales e iguales o más peligrosos, las armas autónomas están entre nosotros desde hace varios años.
Los drones, son sistemas autónomos que pueden funcionar en agua, aire, tierra o el espacio exterior, y quizás unos de los más divulgados sean los aviones y sistemas no tripulados (UAV en inglés), son equipos complejos y sofisticados que pueden, ser invisibles a los radares, poseer visión nocturna, resistir climas adversos, volar a grandes distancias sin intervención humana en modo no supervisado, o también controlados a distancia. Otro ejemplo es el sistema de guías de misiles o torpedos que mediante sensores especiales e inteligencia artificial vuelan o navegan solos hasta su objetivo. Los sistemas guiados también sirven para la defensa, por ejemplo, los misiles que destruyen otros misiles, esto es imposible de realizar por un ser humano y se logra mediante programas con inteligencia artificial que calculan en tiempo real los cambios en vuelo a cientos de kilómetros por hora, valiéndose de sensores de visión artificial, laser, GPS y redes neuronales.
Robótica: por qué las industrias necesitan industrializarse cada vez más
Cuando pensamos en tecnologías como el GPS, la inteligencia artificial que nos facilitan llegar a nuestros hogares, automatizar cosechadoras, tractores, y autos autónomos son ejemplos del buen uso del poder de la tecnología, pero también son el centro de los drones y armas inteligentes para uso militar, como así también los sistemas de comunicación y encriptación, muchos de los cuales utilizamos día a día. De hecho internet nació como un proyecto militar para crear una red distribuida capaz de soportar una guerra que destruya parte de su infraestructura (equipamiento) en diferentes ciudades y seguir funcionando. También surge una nueva arma que son los robots de software que buscan acceder a sistemas estratégicos conectados en sistemas de comunicación y de servicios, además de los soldados hackers que realizan ciberataques a estos sistemas informáticos.
En una guerra, contar con estas máquinas que no se cansan, enferman o sufren adversidades propias del ser humano, puede ser la diferencia para ganar o perder el conflicto armado. Cuando se suele hablar de brecha tecnológica pensamos en nuestra vida diaria, en aquellos que no tienen acceso a la tecnología en equipamiento o la formación en tecnológica, pero también se presenta en estos conflictos armados en donde mientras unos combaten con armas convencionales otros lo hacen a distancia, con armas autónomas inteligentes. Cuando hablamos de la tecnología como una herramienta para realizar tareas peligrosas o imposibles para un ser humano también hablamos de la posibilidad de salvar vidas.
La brecha es evidentemente desigual para aquellos que invierten cientos de millones en desarrollos de robots y armas de uso militar, cuando en el mundo se mueren personas de hambre día a día.
Discursos de guerra: la justificación de la destrucción permitida
Quizás desde una mirada optimista quiero pensar que con educación y la democratización de las tecnologías de la comunicación, es posible exponer las injusticias desde cualquier lugar del mundo, impedir las censuras y fakes news, además de generar una conciencia social que permita a todos involucrarse y exigir a sus gobernantes que usen el sentido común, que vuelvan a la política y las leyes como medio para resolver conflictos. La tecnología nos permite derribar barreras como lo hemos visto en las reuniones y cumbres entre países.
Muchas veces los avances tecnológicos tienen aristas inesperadas, por ello es fundamental desarrollar tecnología con responsabilidad y sin duda uno de los ejemplos más importantes fue del pacifista Albert Einstein cuando manifestó su arrepentimiento por haber impulsado el desarrollo de la bomba atómica.
Me sumo a las expresiones de muchos categóricamente en contra de la guerra, a favor de la paz, del dialogo y la unión de científicos, políticos, educadores y ciudadanos para que como humanidad impulsar los cambios necesarios, porque la tecnología avanza mucho más rápido que la sociedad y sus leyes, si no lo hacemos no habremos aprendido nada del pasado.
* Néstor Balich. Director del Laboratorio de Robótica Física y Laboratorio Creativo 3D, e investigador en inteligencia artificial del Centro de Altos Estudios en Tecnología Informática de la Universidad Abierta Interamericana.