OPINIóN

No dejarse encandilar

Rodeados de un exceso de información, muchas veces vana, se hace difícil saber dónde encontrar certezas duraderas sin dejarse encantar por dogmatismos hipnóticos. “Como decía Vinicius de Moraes, ‘es preciso navegar’ ”, sugiere el autor.

Por qué se oscurecen los océanos
Por qué se oscurecen los océanos | Pixabay

En las dos novelas que Eduardo Saccheri, el historiador y novelista, trata temas históricos relativamente recientes, resalta esta especie de lema que aparece tanto en Demasiado Lejos, el escrito sobre la guerra trágica de Malvinas, así como en Dos en la tormenta donde se relata la amistad de dos integrantes de las milicias clandestinas, uno de Montoneros, otro del ERP, en el momento previo a 1976.

Saccheri resalta en ambos casos y distingue claramente, aquellos personajes en ambas ficciones que se dejan encandilar por sus propias ideas imaginarias, como diría Spínoza, el filósofo del siglo XVII, de aquellos otros que no se dejan deslumbrar por las máscaras que de alguna manera encubrían la visión de la segura derrota en Malvinas y de la falta de apoyo popular genuino a las milicias armadas.

Lo que falla muchas veces como señala Saccheri en ambos casos, es una fe en un final feliz, como si hubiera un Espíritu de la Historia que lo realiza, como pensaba Hegel, aunque en realidad el Ángel de la Historia no ve el futuro sino que mira el pasado y avanza de espaldas al porvenir, alcanzando a ver los desastres ocurridos a los seres humanos, como en estos dos finales trágicos, en Malvinas y en la guerrilla.

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Como describe Jorge Fontevecchia en su artículo del 16-8-25 en Perfil sobre Anarquistas y Montoneros, se señala al final del mismo qué los une, desde tan diferentes modelos, la creencia de nunca dudar, con contra ejemplos en la historia de la Filosofía, que han quedado como maestros de la Duda, tanto Baruch Spinoza, el Maestro de los Países Bajos, como Friedrich Nietzsche, el Águila de Occidente.

Porque poner en duda significa justamente como lo señalara Karl Popper en su defensa de la Ciencia, saber y reconocer que todo lo científico es falseable, o sea, es provisorio, no hay verdades absolutas en la Ciencia; como ejemplo paradigmático, la ley de gravedad se cumple, pero se altera en las velocidades cercanas a la luz, donde se curva el Espacio-Tiempo con las leyes de la Relatividad.

El problema es cuando lo que se aferra es al Dogma, cualquiera sea éste, mimetizado como Verdad Absoluta y las Leyes de la Relatividad, como aclarara Einstein son relativas a la posición del observador y recordemos que la Asociación de Físicos, en la época nazi, calificara a dichas Leyes como invento sionista, por lo cual el sabio contestó que la estupidez humana podría tender a ser Infinita.

Pero el que sube la apuesta es el ensayista italiano contemporáneo Pino Aprile en sus libros Elogio del imbécil y Nuevo elogio del Imbécil, donde escribe que vemos “los efectos crecientes de la estupidez en nuestro planeta”, aclarando que “la herramienta del imbécil es la violencia….Porque no tiene argumentos para convencer a sus interlocutores y tiende a suprimirlos, oprimirlos, doblegarlos”.

Pino Aprile, en sus libros Elogio del imbécil y Nuevo elogio del Imbécil, escribe que vemos 'los efectos crecientes de la estupidez en nuestro planeta', aclarando que 'la herramienta del imbécil es la violencia' "


Volviendo al tema de los que se alejaron del dogma, se están cumpliendo 150 años del nacimiento del suizo Carl Gustav Jung, el psicoanalista preferido de Freud hasta que ampliara su mirada hacia los arquetipos humanos, hacia sus propios sueños recuerdos y pensamientos y hacia la cultura y filosofía oriental, la que llevó a Occidente, introduciendo el ancestral Libro Chino de las Mutaciones, el I Ching.

Su conexión con el Cosmos era de tal nivel, que cuenta su amigo, el novelista Herman Hesse, el autor de “Demián y de “El lobo estepario”, que él se carteaba con Jung, y se entera de su muerte, ante la ausencia de respuesta, por el ama de llaves del Maestro, que le informa que en el mismo momento que moría Jung, un rayo partía el tronco del árbol donde acostumbraba sentarse para pensar o meditar.

Y otros dos antidogmáticos han abandonado este plano en el año del 2025.

Uno de ellos, el uruguayo José Mujica, que no fue profeta en su tierra, como ocurre habitualmente, pero que más allá del perdón y el olvido para los captores de sus años de prisionero, dijera que “en nuestra época la fantasía de la felicidad está en el supermercado, en la idea del shopping” y no en la idea de tener “un tiempo con tiempo para perder el tiempo”, como lo recordaba el escritor Eduardo Galeano.

En sus propias palabras, la Política fue para Mujica, no una profesión, sino una pasión, cuyo “sentido es luchar por el bienestar y la felicidad de la gente”.

Otro antidogmático, en este caso quizás, el argentino más famoso de la Historia, el cardenal Jorge Bergoglio, que elegido como Papa, ejerció doce años bajo el nombre de Francisco y tuvo el desafío de restituir a la Iglesia de Roma, el volver sobre las huellas del caminante polvoriento de Jerusalén. Lo hizo primero tomando el nombre del Poverello de Asís y aclarando que venía desde el “Fin del Mundo”.

Su prédica en todas sus encíclicas fueron una apuesta por la Paz, una persistencia sobre la ligazón establecida por el Jesús histórico con los pobres, aquella herencia que lograba que el Papa argentino señalara la desigualdad como lacra de la Humanidad, con el calentamiento global como una hipoteca a futuro, cada vez más difícil de saldar y un respeto indelegable hacia las especies vivientes planetarias.

A su vez se han cumplido 120 años del nacimiento del artista plástico Antonio Berni que con sus personajes icónicos: Juanito Laguna y Ramona Montiel, muestra los bajofondos de nuestras sociedades, las miserias sociales con sus cuadros más famosos, como el que luce el Malba:”Manifestación”, con su cartel de “Pan y Trabajo”, que renueva como una plegaria laica, el crónico pedido a San Cayetano.

Pero el reportaje de Jorge Fontevecchia a Andrea Colamedici, filósofo italiano que en colaboración con la IA escribiera “Hipnocracia”, como el ficticio Jianwei Xun, revela el Dogma de nuestro tiempo: “El abuso de la información expande la ignorancia con la ilusión de eliminarla” mientras una inteligencia es “la capacidad en sí misma de contener pensamientos contradictorios y funcionar bien”…

Las famosas cámaras de eco en Internet, confirman nuestros sesgos, siempre nos dan la razón. “Esto no es filosofía, no es pensamiento”. Mientras que “el talento es una larga paciencia” “Es la capacidad de comprometerse con algo que nos interesa”.

La IA es como el Pharmakon de Platón, que puede curar o envenenar, depende del uso y de la dosis que consumamos. Debemos alertarnos de aquellos que quieren “hacernos ver el mundo como un campo de compraventa y un campo de depredadores”. La idea más allá de conocerse a sí mismo y conocer el mundo, “es crear una relación fértil entre tú y el mundo, eligiendo como habitarlo”.

Podemos volvernos a Nietzsche como antidogmático, “cuando habla de la Vida como un experimento de conocimiento” y “con este principio en el corazón no sólo podemos vivir con alegría sino también reír con Alegría”.

Qué diría Nietzsche sobre la libertad y el populismo

Para salir de esta nueva arquitectura de la realidad, que nos quieren vender con “zonas inundadas de mierda”, que se titula Hipnocracia, porque altera nuestros sentidos y nos embarramos; pero para ir Más Allá del hombre, como señala Nietzsche, “debemos sumergirnos en el abismo” y “mientras tanto construir nuestra alas”, como escribe Ray Bradbury, el autor de Farenheit 451.

Y finalmente podríamos recordar quizás al más importante sociólogo vivo, el francés Edgar Morin, que con sus 103 años nos advierte que “debemos aprender a navegar océanos de incertidumbre con archipiélagos, o sea, con islas de certeza, pero como sostiene el inmortal poeta, Vinicius de Moraes: “Es preciso navegar”…