OPINIóN
Elecciones 2019

Un día normal, un día feliz

Corroboramos que nos comprendemos como conjunto en medio de las diferencias y que somos capaces de admitir la conclusión normal de los procesos democráticos.

Alberto Fernández
Búnker Frente de Todos. | MARCELO CAPECE / NA.

No. No es una nota de celebración del triunfo de Alberto Fernández. Ni la reivindicación de la remontada de Macri. O el ingenuo festejo de la relativa paridad, ni nada que tenga que ver con los resultados.

Es un día feliz, sencillamente porque corroboramos -aún contra nuestra voluntad- que somos un país organizado. Que podemos ser transparentes, que podemos respetar las reglas trazadas y que más allá de los extremos que existen en todos los países del mundo, la mayoría de los habitantes somos razonables, que nos comprendemos como conjunto en medio de todas las diferencias que tenemos, y que somos capaces de admitir la conclusión normal de los procesos democráticos.

Resultados Elecciones Presidenciales: volviendo a los '80

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Tenemos un país muy complicado. Además de las desigualdades estructurales y de los errores de gestión, hemos acuñado una "personalidad" colectiva también compleja, en cierto punto autodestructiva. Y aún así, ayer fue un día feliz. Porque avanzamos en cuestiones que antes eran imposibles de cumplir en nuestra complejidad.

Tiene aún más valor, si contemplamos el contexto continental, las teorías conspirativas y la inmadurez de algunos sectores que todavía creen que la verdad es un asunto de fuerza más de que de voluntades mayoritarias.

El Peronismo unido puede volver a un estilo decisionista

Tiene aún más valor, si miramos las cuentas públicas. Si contamos las reservas en baja. Si vemos nuestro "sálvese quien pueda" en las colas de las casa de cambio. Si nos remitimos a la imposibilidad de más de un tercio de la población para acceder a lo básico para vivir con normalidad.

Tiene mucho más valor, si contemplamos los niveles de "Antis" incorporados en nuestro ADN, que nos impide pensar en la adhesión a un proceso, antes que en la necesidad de echar a unos, o impedir el regreso de otros.

Y sin embargo, lo hicimos bien.

Habrá por primera vez en nuestra historia democrática, un traspaso de gobierno entre partidos diferentes, en los plazos estipulados por la constitución.

Habrá, ojalá no lo arruinen los egos y las especulaciones sectoriales, fotos de transición. Dos presidentes transitando juntos- mal que les pese a ambos- el camino que nos lleve al traspaso de mando, compartiendo decisiones y procurando no llevarnos a ningún desatino institucional.

Se votó sin grandes incidentes. Esto es, sin que nadie pueda poner en dudas la legitimidad del resultado. Hubo resultados provinciales que muestran voluntades disímiles, y decisión de controlar. Voluntad de ejercer los contrapesos que nos permite el juego de la división de poderes.

Amaneció. Y es 28 de octubre. Con las primeras luces del día, salen los runners, algunos llevan a los pibes a las escuelas donde no hubo elecciones, y otros, a lo de los abuelos, para poder ir a trabajar normalmente.

Qué dijo la prensa extranjera sobre la victoria electoral del kircherismo

En las radios hablan de lo de siempre: el precio del dólar, las medidas del Central, los cepos, las expectativas, se leen los gestos de los dirigentes en los actos de anoche. Se discute sobre quienes han sido más o menos ganadores. Y uno piensa: es un día normal. Es un día feliz.  En un país que no soporta ese estado. En un país, donde los discursos llegan a niveles de degradación que parecen anunciar una desintegración inminente. En un país que todo el tiempo vive con el corazón y la especulación en la mano.

Es un día feliz, pese a muchos, pese a nosotros mismos. Amanecimos sin tener que lamentar a la República, sin ponerla en dudas, sin mirarnos en el espejo de los peores, que suele ser el que elegimos.

Mañana, vendrán de nuevo las dudas graves, los análisis tremendistas, y las épicas desgraciadas.Pero ya elegimos al nuevos presidente, ya renovamos a nuestro Congreso. Ya ganaron los que tenían que ganar, y perdieron los que normalmente, tenían que perder. Y no es poco. O es mucho, en un país que se consagra permanentemente a la desgracia y la infelicidad.