A la pobreza estructural que nuestro país viene sufriendo desde hace décadas se le sumó, estos últimos años, un fenómeno de “nueva pobreza”, vinculado a las dificultades que tienen miles de personas para acceder a lo mínimo de lo mínimo que es una alimentación adecuada, a costos fijos cada vez más altos y a ingresos realmente exiguos.
Para el Observatorio Social de la UCA, hay unos 13 millones de ciudadanos que tienen carencias agudas en nuestro país. Según el INDEC, es el 32% de los argentinos. Esto significa que estamos más cerca del siglo XIX que del siglo XXI.
Hay más hambre. Existe un serio problema de alimentación y calidad nutricional, la cantidad de personas que recurren a comedores ha aumentado drásticamente y en términos generales se come peor porque los alimentos son cada vez más caros. Incluso la inflación en las terceras marcas es superior a la de las primeras, lo que afecta el doble a los sectores más vulnerables.
Hay más desempleo y menos ingresos. No sólo se perdieron más de 190 mil puestos de trabajo, sino que muchos cuentapropistas se funden trabajando y los que hacen changas trabajan menos días por semana. En paralelo, las tarifas siguen aumentando al igual que el combustible, el transporte, los insumos, la comida y los medicamentos, entre otras muchas cosas.
Hay sobreendeudamiento. Como los costos fijos son cada vez más altos, a las familias, a las Pymes, a los trabajadores no les alcanza y se endeudan. Algunos con tarjetas de créditos al 130% de interés anual, otros con financieras privadas, al 180% y muchos con prestamistas que no tienen ninguna regulación y que imponen sus reglas de juego. La gente tapa un crédito con otro y se complica cada vez.
Las tarifas siguen aumentando al igual que el combustible, el transporte, los insumos, la comida y los medicamentos, entre otras muchas cosas.
La inconsistencia macroeconómica, la escalada del dólar, el endeudamiento externo, la inflación descontrolada y el actual modelo –que se basa en soja, minería y servicios financieros— agudizan el problema. Estamos ante una caída social profunda, una situación que no cierra ni siquiera en las planillas de excel con las que se maneja el gobierno.
Es urgente tomar medidas para ponerle un piso a esta crisis. La primera de ellas debería ser garantizar que los 11 productos de la canasta básica sean accesibles. Pero accesibles en serio. De nada sirve, por ejemplo, tener un sistema como el de Precios Cuidados y que luego esos productos no se encuentren en las góndolas, como sucede ahora.
Estamos ante una caída social profunda, una situación que no cierra ni siquiera en las planillas de excel con las que se maneja el gobierno.
También es necesario sostener y reactivar los sectores productivos que generan manos de obra, como el textil, el comercio, el metalmecánico o la construcción; quitarle presión tributaria a las Pymes; establecer que las tarifas no aumenten más que los salarios; controlar las tasas usurarias de los préstamos y lanzar un sistema de crédito no bancario, a tasas bajas.
Con mucho respeto le pido al presidente Macri que abra los ojos, que trabajemos todos juntos. Las familias ya no aguantan más.
*Diputado nacional – Red por Argentina
TW: @LicDanielArroyo