

Doctor y docente en Medicina. Licenciado en Ciencia Política, UBA. Ex investigador CNEA. Miembro del Consejo de Paz de la República Argentina. Músico
En el Green Film Fest que se exhibiera hasta el 4 de septiembre, se presentaron una serie de documentales vinculados con la energía, la extinción animal y el cambio climático.
Sobre el primer tema se proyectó un filme titulado The Earthing -que podría traducirse como conexión a la tierra-. El tema parece muy simple. Diversas personas de diferentes edades, entre ellas la actriz Mariel Hemingway, nieta del famoso escritor, cuentan los beneficios de pisar la Tierra, pero no como lo hacemos habitualmente, o sea a través del plástico u otro material aislante que nos sirva de vehículo para nuestro andar, sino simplemente descalzos, posando nuestros pies en la tierra, en la arena, en la roca, en el pasto o en la nieve.
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Los beneficios son múltiples, desde una niña que deja de padecer alergias, hasta adultos que se sienten energizados y pacientes en sillas de ruedas que mejoran de la inflamación de sus extremidades paralizadas, hasta la actriz citada, perteneciente a una familia de suicidas y que puede ver con claridad desaparecer el síndrome depresivo que le aquejara.
¿Esto tiene una explicación? Jiddu Krishnamurti, el Maestro hindú del siglo XX que estudiara en Inglaterra, hablaba en forma clara de lo que el denominara Energía Cósmica, que Joseph Campbell, el ilustre estudioso de los mitos ejemplificaba con el hecho que por más que cortemos el pasto, el pasto vuelve necesariamente a crecer.
Y recordando la famosa ecuación de Baruch Spinoza, el filósofo holandés del siglo XVII, cuando sostiene la Naturaleza o sea Dios, no cabe duda de que estamos hablando de su Infinita Potencia. O sea que nuestro posar descalzos sobre la Tierra nos energiza. Como señalara el psicoanalista argentino Arnaldo Rascovsky, fundador de Filium y muy cercano a nosotros, la lactancia materna, el íntimo contacto entre el lactante y su madre -el contacto de ambas pieles-, fortalece al recién nacido y le da la tan necesaria inmunidad afectiva.
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Es decir que nosotros, en íntimo contacto a través de nuestros pies con nuestra Madre Tierra, podemos gozar de los beneficios de su Energía Infinita, como parte de la Energía Cósmica que mueve el Universo.