En los últimos 10 años la economía argentina se estuvo contrayendo. Nuestro PBI per cápita cayó a un nivel cerca de los USD 7.000 cuando el año pasado era de USD 12.000. Se torna complicado explicar cómo una economía de mercado puede achicarse continuamente. ¿No hay mecanismos automáticos que garanticen que la economía resuelva los desequilibrios y vuelva a crecer?
Durante la historia se han presentado eventos donde esta pregunta ha regresado. En la crisis del 30 la pelea se dio en términos de si la deflación de precios y salarios iba a ser expansiva. En Argentina la discusión se da en un contexto de déficit de cuenta corriente y déficit fiscal. Los mecanismos automáticos por los cuales la economía debería salir de la recesión entonces serían dos.
La falta de dolares y cómo remediarla
El primero, el déficit de cuenta corriente, debería corregirse con un tipo de cambio real más alto para cerrar la brecha externa. El ajuste haría encarecer las importaciones y abaratar las exportaciones. El problema con este mecanismo es que es inicialmente recesivo. El PBI y el Ingreso se contraen más rápido por estos efectos que los que la economía argentina se procura obtener del cambio de precios relativos.
El segundo, el desequilibrio fiscal, implica en un inicio una expansión del lado de la demanda. Sin embargo, la tasa de interés real deberá ser más elevada para reemplazar financiamiento privado al sector público. Ese es el resultado de la competencia por fondos prestables. A pesar de eso, también se probó con una economía que atravesó una etapa de dinero endógeno y tampoco funcionó. La apreciación real fue el mecano con el que se construyó ese modelo.
Caída social, hay que poner un freno urgente
El financiamiento de los déficits gemelos se suele dar a través de emisión de deuda externa que aprecia la moneda y ello va en contra del mecanismo de ajuste natural del déficit de cuenta corriente. Ahora Argentina nuevamente está luchando para acceder a los mercados de deuda internacional para seguir por el mismo camino. Reestructuración o Canje son opciones que no dejarán operar el mecanismo natural de aumento del tipo de cambio real. Si la deuda no es para financiar proyectos superiores a la tasa que paga Argentina, la deuda es impagable.
La resistencia al cambio de precios relativos es clara, redistribuye ingresos a favor de un sector minoritario exportador y reduce el salario real que es el ingreso de la mayoría de los habitantes del país. La ‘devaluación contractiva’ es el gran problema que atraviesa la Argentina y es el que nos pone siempre en el debate entre exportar más o fomentar el mercado interno. ¿Acaso no podrían ser complementarios? Con esta estructura no.
Los desafíos económicos de 2020
¿Hasta cuándo entonces se contraerá la economía? Hasta que no se solucionen definitivamente esos desequilibrios con el mecanismo natural, un aumento del tipo de cambio real. Para que esto no sea traumático, deberá desindexarse buena parte de la economía que sólo mira el tipo de cambio para fijar precios.
Por otro lado, debería evitarse la tentación de cobrar más impuestos cuando se deprecia el peso para cubrir el rojo fiscal, algo que termina haciendo que no prospere la iniciativa privada. Una vez que el país vuelva a crecer, se podrá hablar de redistribución, sino la torta sobre la que todos queremos comer será más chica. Ahora no hay qué redistribuir más que pérdidas.
La economía argentina no está maldita, pero tiene mecanismos de resistencia a los ajustes naturales que cuando se quieren evitar llevan a engendrar las grandes crisis que el país suele atravesar.