Nuevamente Argentina declara el incumplimiento de pago de la deuda en tiempo y forma. Claro que algunos dirán que para hablar estrictamente de default deberá pasar primero por ISDA, la asociación encargada de determinar si un país está en default o no para ejecutar seguros contra default (CDS). No obstante, esto no es lo relevante, ya que uno puede hablar de default para quienes tienen deuda y no se la van a pagar como debían.
La distinción entre personas humanas y jurídicas no tiene sentido dado que muchos instrumentos están en Fondos Comunes de Inversión, manejo de caja de empresas y compañías de seguro. Al final del día, el cobro corresponde a las personas humanas, a las familias, como decimos en economía. Lo más lógico sería que se suspendan las operaciones de fondos de inversión hasta retomar la calma.
Curiosamente, el BCRA sacó un comunicado casi inmediatamente a la conferencia del ministro Hernán Lacunza en el cual dice que utilizará reservas para estabilizar el tipo de cambio e incluso subordinará el pago de deuda para tal cometido.
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El BCRA da la señal de que va a estar dispuesto a perder reservas y ‘aguantar’ un tipo de cambio que quizás sea ficticio. A Alberto Fernández los $60 le caían bien, pero luego de la inflación que vendrá en los próximos meses puede que no continúen siendo de su agrado.
¿Qué vamos a ver hacia delante? Principalmente un mercado estresado intentando dolarizar todo el dinero que no sea transaccional. Gracias a la pérdida de reservas, esto no se transformará en hiperinflación en estos meses.
Lo que heredará el próximo gobierno es la deuda de corto plazo y un Banco Central sin dólares en sus arcas. A cambio, este Gobierno está declarando técnicamente el default y evita una inflación (muy) elevada.
La tregua económica que parecía haberse iniciado en aquella disertación que dieron Luis Caputo y Emanuel Álvarez Agis, acompañada por las declaraciones sensatas de parte de los equipos económicos de ambos espacios, parece haberse caído. La mezquindad política le ganó a la sensatez de la economía.
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Ahora este Gobierno sale de la inmediatez de pagar la deuda de corto plazo y afrontará una corrida contra el peso. En algún momento, las deudas se pagan y la reestructuración será costosa para el país en su conjunto. Al mismo tiempo que se estará reestructurando la deuda, Fernández deberá lidiar con la inflación y un BCRA sin reservas.
Es la economía del palo enjabonado. Todos intentarán hacer el menor daño posible en vista al mercado, ya que la necesidad de acceso a los mercados hará que se busque una reestructuración amistosa. Cada intento fallido de trepar el palo es una depreciación del peso y cada caída es un golpe a la sociedad. Falta un diagnóstico estructural, pero bueno, a veces (o casi siempre) lo urgente mata lo importante.