OPINIóN
Elecciones 2019

Camino a octubre: entre hashtags y denuncias por fraude

El oficialismo adoptó una actitud inexplicable en torno a estas PASO, aunque tal vez ayude para comprender la magnitud de su derrota.

Alberto Fernández.
Alberto Fernández. | Bloomberg

Dos hashtags que agitaron el fantasma del fraude en la noche del lunes, declaraciones que entremezclaron la derrota en las urnas con el consumo y la venta de estupefacientes, y el reciente #ApagóndeMedios conforman un combo donde por el mismo precio se sirven sorpresa y desazón.

También funcionan como una radiografía de la sociedad en la que vivimos, el argumento y el temor al fraude se atizó en las semanas previas desde la oposición, a partir de las dudas que generaba el nuevo sistema. Lo del poder narco, fue el caballito de batalla del cristinismo cuando llegó al extremo de caracterizar al gobierno santafesino como “narcosocialista”; y por último, el #ApagóndeMedios bien puede ser una remake del clásico #ClarínMiente.

Un resultado inesperado que abre interrogantes cruciales

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Pero volvamos al domingo, ¿se puede fiscalizar al peronismo en el conurbano bonaerense? Si hay algo que precisamente caracterizó la elección PASO de 2015 fue el desembarco porteño de fiscales, con su indumentaria, perfumes, sonrisas y automóviles, que sorprendió a los habituales punteros que convivían casi en soledad con fiscales generales de las fuerzas retadoras del imbatible aparato pejotista bonaerense. Algún militante radical extraviado, algún joven trotskista y no mucho más, eran los batalladores de cada comicio desde los lejanos 90.

Sin embargo, las imágenes de Ratazzi o Campanella sentados en los modestos pupitres de las escuelas públicas del GBA dieron fe de aquella avanzada. Hubo algo de épica autoreferencial en los posteos de las redes sociales con eso de ir a contar las costillas al conurbano profundo. Las mesas nocturnas generosas en platos y bien regadas reconstruyeron esa experiencia decenas de veces en anécdotas donde se entremezclaba el compromiso ciudadano con la vanidad alimentada por el resultado: “Fui yo, ganó Vidal, de manual”.

Algunos creyeron que la respuesta entonces era fiscalizar, así lo entendieron los precandidatos a intendentes de Cambiemos que quedaron competitivos en aquel turno; y que redoblaron esfuerzos para la elección general porque allí no habría balotaje. Esa estrategia explica –por ejemplo– el triunfo de Néstor Grindetti en Lanús, donde ni la oleada alfonsinista de 1983 había logrado quitar el monocolor peronista al edificio municipal de la avenida Hipólito Yrigoyen. El extitular de la cartera de Hacienda porteña se pasó los últimos días –previos a la elección general–, reclutando propios para ir a escrutar Monte Chingolo donde los resultados de las PASO no se condecían con la media distrital.

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El domingo tuvimos nuevamente PASO, y otra vez se resolvieron miles de precandidaturas que ya comienzan a ser candidaturas. Muchos otros, perdieron su primaria y otros tanto, no superaron el piso. El oficialismo adoptó una actitud inexplicable en torno a estas PASO, aunque tal vez ayude para comprender la magnitud de su derrota. Predicó su inutilidad, y llegó a inyectar entre sus periodistas estrella la vacuna de la derogación, contrarreloj. A mitad de camino, volvió sobre su marcha. Y en un paso de vodevil, finalizó asegurando que la garantía para que Argentina no se convirtiera en Venezuela, se jugaban el domingo.

Con esta ensalada, se completó el combo preparado para los 32.621.816 de invitados. Alrededor de 7 millones prefirieron no concurrir, un número a mirar siempre.

La ley estuvo ahí, a merced de todos, la mayoría de las fuerzas políticas decidió blindarla y no dar posibilidad de competir en la mayoría de los distritos. Error y grueso, principalmente para Juntos por el Cambio. Mauricio Macri venía de un modesto 24,5 por ciento en las PASO 2015, que se engrosó con 1,27 millón de las fórmulas que encabezaron Ernesto Sanz y Elisa Carrió. Capítulo aparte, la debacle bonaerense donde centenares de precandidatos del Frente de Todos pugnaron por su lugar en las listas (Berisso, Ezeiza, Florencio Varela, Lanús, La Plata, Lomas de Zamora, entre otros) frente a precandidaturas cambiemitas blindadas, que volaron por los aires precandidatos radicales en las listas lavagnistas o centenares de dirigentes que eligieron quedarse en sus casas a ver pasar el cortejo.

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En paralelo, quedó claro que centenares de miles que votaron en 2015 un cambio, y confiaron por su continuidad en 2017; estuvieron proclives al cambio de nuevo en este turno electoral. El ABC de las campañas, cambio vs. continuidad. Nada nuevo.

El padrón, por su parte, no cambió sustancialmente, y los resortes del poder en esta oportunidad estuvieron en manos del oficialismo, tanto a nivel nacional como provincial.

Probablemente, el crecimiento del padrón que significó la incorporación de los más chicos, donde todos coinciden en que no hay gran afinidad con el voto oficialista, haya generado algún número esquivo. Sí, es probable.

También, el padrón sufrió defecciones, principalmente producto de los decesos de los mayores, donde tal vez la cosecha era más fértil para Macri. También, es probable.

Mucho más no hubo, es el mismo país. Lo que sí hubo es unas PASO esquivas para lo anunciado por la mayoría de las consultoras. Las que predicaron el golpe por golpe hasta el último minuto y construyeron la burbuja del viernes; y las que preanunciaban un triunfo de la fórmula Fernández-Fernández por escasos puntos.

Ahora hay que ir al 27 O porque todo lo que se votará allí resolverá los años venideros. Centenares de legisladores y legisladoras locales y nacionales e intendentes; y naturalmente, presidente y vice aguardan la sentencia final.

Resta administrar el día a día de lo público que resulta lo más difícil, aunque el diálogo entre el principal retador y el presidente, nos ha hecho recuperar el habla.

Y por último, aguardar el voto, por el que –aunque la historia no suele reivindicarlos– centenares dieron su vida en tres revoluciones sucesivas, las de 1890, 1893 y 1905.

Tal vez, si tenemos presente todo lo que costó llegar hasta acá, los hashtags de fraude y apagones hubieran quedado en el pasado.