De las expectativas a la traición, con algunas escalas en las múltiples promesas que los líderes internacionales formularon durante las semanas previas y que no se tradujeron en acciones al finalizar la Conferencia sobre Cambio Climático COP26, en Glasgow. El mundo ya no necesita compromisos grandilocuentes que se evaporen sino pasos concretos para ayudar a contener un daño ambiental que puede tornarse irreparable según Naciones Unidas.
Los presidentes o representantes reunidos en Glasgow han traicionado a toda la humanidad al no proteger a las personas más afectadas por la crisis climática y sus derechos humanos. Puestos a elegir, cedieron ante los gigantes de los combustibles y otras poderosas corporaciones, en gran medida responsables de emitir los gases contaminantes que dañan al planeta.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático no ha conseguido llegar a un compromiso sólido de mantener el aumento global de la temperatura por debajo de 1,5°C. En otras palabras, están condenando a más de mil millones de personas, mayormente habitantes del sur global, a carecer de agua suficiente en el futuro mediato. Y a otros cientos de millones a padecer olas de calor extremas en simultáneo.
Hace más de una década, los países ricos acordaron conformar un Fondo Verde de 100 mil millones de dólares al año para 2020 con miras a asistir en la transformación de las economías más postergadas hacia un modelo de bajas emisiones de carbono y adaptar su infraestructura a los fenómenos meteorológicos extremos. Este monto no se alcanzó ni tampoco se lograría antes de 2023, según un informe de la Presidencia de la COP26. En todo este panorama, nuestro país no está exento de un potencial desastre. El último reporte del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés) informa sobre sequías y lluvias extremas; menor cantidad de nieve en los Andes con la consecuente falta de agua; retracción de glaciares y suba de la temperatura promedio.
En Glasgow, el Gobierno se sumó a un acuerdo multilateral para frenar y revertir la deforestación de bosques nativos y la degradación del suelo junto a líderes y representantes de más de cien países. Los espacios verdes, al igual que los océanos, son el modo más efectivo y natural de disminuir las emisiones de los llamados gases de efecto invernadero que provocan la suba de la temperatura de la superficie. No obstante, en términos reales, el plazo para su aplicación se fijó para 2030. Solo para mensurar lo que puede suceder en el durante, Brasil, otro de los adherentes, marcó en octubre un récord de 877 km2 talados en el Amazonas que supera en un 5% el registro del mismo mes del año pasado.
Algo similar sucede con otro de los “logros” de Glasgow: el entendimiento para recortar las emisiones de metano, una tercera parte del total de los gases de efecto invernadero. Argentina selló ese acuerdo con otro centenar de países para reducirlas en un 30%, aunque también fijó un plazo de hasta una década para su efectivo cumplimiento. Se trata de un químico con una capacidad de retención de calor hasta 28 veces superior al dióxido de carbono, que también se libera a la atmósfera a través de las actividades productivas, especialmente la ganadera. Lo que significa avanzar sobre una de las principales actividades económicas del país y sus intereses.
Lo concreto es que nuestro país no había llegado con una buena evaluación a Glasgow en lo que refiere a sus compromisos asumidos para reducir las emisiones contaminantes. El ranking del Climate Action Tracker, a cargo de un consorcio de institutos científicos, calificaba las promesas de la Argentina, a julio de 2020, como “altamente Insuficientes”, porque sus políticas y acciones tendían a incrementar las emisiones más que a disminuirlas. Esta nota podría cambiar a la luz de los nuevos anuncios, pero, así y todo, las palabras deben materializarse en acciones concretas para producir cambios. Las consecuencias de no hacerlo serán muy problemáticas. El momento de actuar es ahora.
*Directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina.