OPINIóN
Pandemia por coronavirus

Hoja de ruta para un planeta en suspenso

El desafío de sobreponerse a la parálisis que genera el miedo con inteligencia, creatividad, convicción y pensamiento estratégico.

Resiliencia
Resiliencia | Devanath / Pixabay

-Cuántos infectaron hoy en tu zona, Mingo? 

-Doscientos. Un récord para mi brigada!

-Enhorabuena! Estás para el Golden Virus-contestó Yang, un coronavirus a cargo del hemisferio sur, que habría inspirado su apodo en uno de los psicokillers más sanguinarios de China

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-Y cómo lo consiguieron?

-Una estrategia arrasadora: cada vez que los humanos se lavan las manos, nos estacionamos en las canillas cuando las abren. Y los esperamos para volver a sus manos cuando las cierran! Logramos desorientarlos, sin perder efectividad en el R0 (la tasa de contagio por infectado).

-Genial!–remató el jefe.

Después de hacerme escuchar este podcast, Pepe, un amigo dedicado a negocios de venture capital, me ofreció invertir en un proyecto de grifería para producir canillas a pedal.

Como es sabido, esta reacción de Pepe no coincide con la que inicialmente han tenido muchos empresarios en el mundo frente a esta tragedia que nos azota. Tanta muerte, el brutal daño económico derivado de un coma autoinfligido y la pertinaz incertidumbre que se empeña en escondernos la luz al final del túnel, hacen que, a pesar de los logros obtenidos en varios países con ciertas estrategias de contención sanitaria, nos siga ganando el miedo. 

Hay que reinventarte, esta vez contra el COVID-19

Pero tampoco es la mejor recomendación "tenerle miedo al miedo". Eso es más miedo, más parálisis. Porque el miedo es el reverso del deseo, de la acción, del proyecto, de la libertad, del vivir mismo. Porque es el que, aún con la virtud de alertarnos para disparar primeros reflejos ante emergencias y evitar males mayores, nos expone también a amenazas fantasmales frente a la finitud como protagonista insoslayable. Nos recuerda que la muerte acecha. Que no es el tiempo lo que pasa, sino cada uno de nosotros, hasta que ella nos alcanza. Por eso, no hay opciones. Al miedo no se le teme: se le enfrenta. Con inteligencia, creatividad, convicción y pensamiento estratégico. Asumiendo riesgos, por supuesto, porque son parte inseparable de nuestra naturaleza. Tanto como la incertidumbre, las contradicciones, las pérdidas, los contratiempos y los costos y dificultades para explicarlos y resolverlos. La vida, inexorablemente, es problemática. Y no nos ofrece opciones: hay que convivir con la dificultad, desarrollar destrezas para superarla y recién luego hacernos de los frutos dulces que le dan sentido al vivir.

El coronavirus, ¿qué vino a limpiar?

Como en el juego de la oca, los dados pueden llegar a conminarnos, cinco casilleros antes del final, a regresar al primero de ellos y comenzar de nuevo el recorrido, como una metáfora a lo Sísifo de esta impiadosa pandemia, obligándonos a retroceder y a padecer tanta muerte y destrucción. Pero no hay que ceder a la tentación de abandonar el juego. Al contrario. Una vez puesta en acto la respuesta inicial de emergencia al shock, ajustándose cada empresario a las variables que sean controlables y preservando, en todo lo posible, el capital humano y los recursos básicos, la mejor decisión, el mejor antídoto, es un buen proyecto. Un plan estratégico concebido como resultado de abordar juegos de modelaje que planteen la necesidad de desplegar posibles escenarios alternativos. Cada uno, ponderando la probabilidad de ocurrencia de determinados acontecimientos en relación con los tiempos y contextos de aplicación y el eventual comportamiento de las variables involucradas, para tener a mano las herramientas que nos habiliten para reaccionar y adecuarnos a los cambios, ni bien se manifieste cualquiera de las hipótesis previstas y así dar una respuesta eficaz para mitigar efectos colaterales indeseables.

En tiempos de angustia e incertidumbre la religión puede funcionar como consuelo

Darle vuelo a sueños y proyectos le implica a la mente la misma energía que sostener vivos miedos o ansiedades. Por eso, importa lo que nos pasa pero, aún más, qué hacemos con lo que nos pasa. La incertidumbre no es total y absoluta. La experiencia de otras catástrofes sanitarias indica que, tarde o temprano, la ciencia acabó dándole respuesta a males que parecían incurables. Y hoy contamos, además, con la circulación casi instantánea de información relevante para avanzar en cientos de trabajos de investigación de vacunas y tratamientos. Esto es una certeza. Tal vez una de las pocas. Y por lo mismo, emprendedores y empresarios tienen como desafío, en primer lugar, activar la respuesta imaginativa y potente de corto plazo que, aunque costosa o traumática, les sirva de puente a sus proyectos hasta que llegue la solución sanitaria. Y en segundo lugar, desarrollar su Plan Estratégico para el Día D: el día después.  Porque mantener la capacidad instalada encendida es la mejor contribución que pueden hacer para que, contando con el apoyo de políticas oficiales, el impacto de la pandemia en la economía sea lo más soportable posible. Tan imponente es esta calamidad del coronavirus en el mundo y tanto el daño sobre quienes más la padecen, que la acción mancomunada del universo empresario se vuelve clave para sinergizar esfuerzos que alivien, para el después, la dolorosa etapa de recuperación y reformulación de los equilibrios sociales, ambientales, económicos y políticos, que habrá de acompañarnos por mucho tiempo.

Al desafío del R0 se le contesta con la estrategia del R12, un programa de resiliencia con acciones enfocadas en la capacidad de recuperarnos frente a la adversidad: reconocimiento de las debilidades propias y de las amenazas del contexto, revalorización de las fortalezas y oportunidades, reencuadre de los desafíos, reconfiguración de los escenarios, recategorización de valores, objetivos y prioridades, reinvención de modelos de gestión adecuados a los nuevos paradigmas, rediseño de proyectos, replanificación estratégica de respuestas a contingencias de coyuntura, reevaluación del comportamiento potencial de las variables, redescubrimiento de nuevos formatos de relacionamiento con la demanda, recálculo de metas económicas y financieras y redefinición de tiempos y de rigurosos sistemas de follow up que aseguren el cumplimiento de los programas. 

Coronavirus y Salud Mental: la curva que no vemos

Para atravesar la transición hasta el día D sin que se deterioren, aún más, los pilares de la economía y el empleo de cada país y acometer la imponente misión de rescate de los más postergados, hará falta algo más que el marco de contención y acompañamiento de cada gobierno: hombres y mujeres comprometidos a liderar, hoy mismo, proyectos para responder creativamente a los nuevos paradigmas éticos de convivencia, crecimiento y cuidado del planeta que la sociedad demande, para conquistar los niveles de salud, educación y bienestar que mejor nos sirvan para renovarle el sentido al vivir.               

* Consultor de dirección y planeamiento estratégico.