Debe ser imposible de medir, pero una economía paralizada en Argentina provocará muchas más muertes que el coronavirus. Las causas serían varias, como por ejemplo una mayor delincuencia, mayor poder del narcotráfico, mayor caldo de cultivo para la corrupción, peor estado de rutas y hospitales, mayor cantidad de enfermedades físicas y psíquicas, menor accesibilidad a medicamentos, peores servicios sanitarios, peor alimentación, entre otros.
Ocurre que las muertes adicionales que se producen como consecuencia de malas decisiones políticas y macroeconómicas no se ven ni se miden. Son difusas, graduales, de causas múltiples y de largo plazo. Pero este tipo de decisiones son las que mayor impacto tienen en la mortandad de una población. Cuando un político toma una decisión macro, está también decidiendo sobre la vida y la muerte de las personas de su sociedad. Esto ocurre siempre en mayor o menor medida, pero mucho más en un momento como este.
Lo que quedó entre paréntesis por la pandemia económica
Por lo pronto, una gran mayoría de las empresas obligadas a parar no pueden pagar sueldos, proveedores ni impuestos y pronto quizás quiebren. ¿Cuánto tiempo puede llevar recomponer esto? El quiebre de empresas no se reemplaza con emisión de dinero solamente, porque no implica sólo una pérdida de capital de trabajo sino también una pérdida de capital intangible (el “saber hacer”, el historial de confianza de cada empresa, las múltiples coordinaciones de las cadenas de valor, etc.), muchas veces más difícil de crear que el capital monetario. Muchos bienes que hoy producimos deberían ser importados, a costos muchos más altos y muchos servicios no serían reemplazables directamente.
Podría, por lo tanto, llevar muchos años recomponer el ya pobre nivel de actividad empresarial previo a la pandemia, durante los cuales, por ejemplo, un gigantesco desempleo puede generar muchísima pobreza y por lo tanto más muertes que el coronavirus. Repartir el dinero del que puede disponer el Estado, no podrá de ninguna manera mitigar en forma suficiente semejante descomposición social, ya que, en algún momento, la emisión de moneda sin valor en la economía real que lo respalde, puede producir una inflación inimaginable.
Ocurre que somos muy sensibles a las muertes identificables y medibles, pero no lo somos a las que no lo son. Nos duele la muerte de un conocido o de alguien cuya cara vemos en los medios, y no nos duele nada la muerte de miles o millones de personas a causa de un evento catastrófico en un país distante y ajeno. Pero en estas situaciones de crisis no se pueden tomar medidas políticas basadas en la sensibilidad de la gente sino en datos pertinentes.
Es muy difícil cuantificar el costo en vidas generado en el mediano plazo por un aumento de la pobreza del país, pero podemos hacer una estimación simple.Si por cerrar la economía el PBI cae un 7% más en el año que en una situación de apertura, quizás la pobreza aumente de 35 a 45% (un aumento cercano a un 25%) entre el 2019 y 2020 (extrapolando en forma simple la crisis del 2001-2 que tuvo una caída del PBI del doble -cercana al 15%- y aumento de la pobreza también del doble – un 50%-). O sea, la cantidad de personas bajo la línea de pobreza pasaría de unos 15 a 20 millones.
El Covid19 y un cambio en el paradigma económico
¿Cuántos años de vida se perderían con y sin parar la economía? Asumamos, simplificando a falta de estadísticas, que la pobreza acorta la expectativa de vida matando en las distintas edades por igual (en los menores y mayores por incidencia del menor acceso a la buena alimentación y medicina y en las edades intermedias por una mayor incidencia de la violencia y accidentes).
Asumamos por otro lado, para simplificar, que los que están por encima de la línea de pobreza no son afectados en su expectativa de vida por una caída de la economía y que los 20 millones que están por debajo sí son afectados.
Tomemos como base algunos estudios internacionales que indican que la diferencia de expectativa de vida entre el quintil más rico y el más pobre de una sociedad podría estar en unos 10 años. Si se pierden dos años promedio por quintil de mayor pobreza (siendo conservador porque es probable que se pierdan más años por quintil de abajo que de arriba) y 20 millones de personas son unos dos quintiles en Argentina, se perderían unos 40 millones de años de vida por año y quizás con efecto durante más años.
Por otro lado, si mueren 13.500 personas por la pandemia (para tomar una cifra similar a la que mencionó el presidente) de la misma edad promedio que está muriendo ahora (74 años) y la expectativa de vida en Argentina es de 77 años, se perderían tres años de vida por 13.500 personas = 40 mil años de vida.
Es momento de seguir generando oportunidades para gestionar el bienestar
Como se ve, se pierde en un solo año 100 veces más años de vida si se cierra la economía que si se la deja abierta. Estas estimaciones son muy simples, pero, aunque me haya equivocado en forma grosera por un múltiplo de 10, todavía es tremendamente peor cerrar la economía, medido en pérdida de vidas.
Quizás alguna institución pueda hacer una estimación mejor, pero las conclusiones no serán muy diferentes: cerrar la economía es inmensamente más letal que dejarla abierta. Aquí ha habido una masacre.