Con la pandemia mundial del COVID-19, las actividades de producción, enseñanza y transferencia de conocimientos –enmarcadas en el escenario de internacionalización de la ciencia y de la educación superior– se vieron afectadas de manera disruptiva en las dinámicas y prácticas institucionales cotidianas.
Este hecho produjo una reorientación del esfuerzo de los gobiernos para brindar protección sanitaria a la sociedad, implicando a sus recursos humanos, presupuestarios y de infraestructura para ello. El fenómeno evidencia un impacto positivo en las políticas federales que atienden a distintos sectores sociales (como vivienda, seguridad, empleo, salud, educación, sector productivo, entre otros). Asimismo, implica el fortalecimiento de lazos de colaboración entre universidades e instituciones de ciencia y tecnología, con entidades públicas y privadas, y la sociedad civil.
El fenómeno evidencia un impacto positivo en las políticas federales que atienden a distintos sectores sociales (como vivienda, seguridad, empleo, salud, educación, sector productivo, entre otros).
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Sin embargo, en el marco de las políticas de cooperación internacional, resulta clave la evaluación del antes y después en materia de movilidad de recursos humanos. Aún no se evidencia una profunda mirada prospectiva de las condiciones de intercambio en lo que queda de la pandemia ni ex post. A pesar de la importancia de dar respuestas sociales y sanitarias inmediatas, en los países latinoamericanos resulta clave pensar en el mañana de la internacionalización tanto en términos cuantitativos (gestión, financiamiento, productividad y resultados del conocimiento) como cualitativos (perspectivas y trayectorias profesionales).
La internacionalización frente la urgencia
Desde inicios del milenio, proliferaron y mejoraron los mecanismos institucionales de gestión de la movilidad de estudiantes e investigadores de la región, mediante programas y proyectos que afianzan redes de cooperación con universidades, centros y laboratorios internacionales. Asimismo, se fueron asentando canales de transferencia de conocimiento con la diáspora de científicos emigrados hacia los países industrializados.
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A causa del COVID-19, el riesgo de contagios por circulación y contacto estrecho forzó a las instituciones a suspender temporalmente las actividades que implican la movilidad física y, casi inmediatamente, a readaptarlas bajo modalidades virtuales y de trabajo remoto, de las que no todos los recursos humanos ni gestores institucionales tenían capacitación ni experiencia, ni en todas las disciplinas responden a los objetivos, contenidos y metodologías de las investigaciones y prácticas áulicas.
Las condiciones actuales de la cooperación internacional acordada ex ante puede analizarse en tres dimensiones principales: diagnóstico del estado de situación (capacidades y recursos); revisión de la eficiencia de los procedimientos de gestión, y en el marco de mayores partidas presupuestarias gubernamentales para atender la pandemia, situación financiera de programas y proyectos en curso o por convenir.
A causa del COVID-19, el riesgo de contagios por circulación y contacto estrecho forzó a las instituciones a suspender temporalmente las actividades que implican la movilidad física y, casi inmediatamente, a readaptarlas bajo modalidades virtuales y de trabajo remoto
Hay un cuarto elemento a considerar no tangible a simple vista: las expectativas profesionales de los recursos humanos implicados. La medida de confinamiento termina siendo la variable que actualmente intercede en la relación entre metas y resultados, frente a los escenarios económicos y las situaciones personales de los investigadores y universitarios.
A pesar de esto, no caben dudas de que lo virtual permite un acercamiento ante situaciones críticas y que lo imprevisto demostró una rápida y enriquecedora amortización de esfuerzos y capacidades entre actores involucrados. Si bien algunos recursos humanos vieron interrumpidos sus viajes o tuvieron que retornar a sus países de origen, esto no implicó la caducidad de sus compromisos sino su suspensión y un acompañamiento institucional ante las consultas e inquietudes. Asimismo, muchos estudiantes e investigadores pudieron continuar sus actividades gracias a la conexión a distancia.
Sin embargo, lo disruptivo implica un cambio ante lo tradicional, es decir cuestiona si lo previo puede reproducirse tal como fue pensado y era funcional.
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Potencialidades y riesgos de la movilidad internacional
Lo disruptivo de la internacionalización se expresa en varios planos: las condiciones de ejercicio profesional internacional con relación al uso de insumos y equipos -o investigaciones que requieren contacto presencial–; la gestión administrativa y sus procedimientos; los criterios de evaluación, y el surgimiento de líneas temáticas nuevas para dar respuestas a la sociedad y el entorno productivo ante la pandemia. Estas situaciones, si bien están siendo analizadas por los expertos del tema, no en todos los países y en igual medida ocurre lo propio a escala gubernamental.
Muchas de las actividades de intercambio y de transferencia requieren del trabajo e intercambio presencial, y dado que frenaron en su productividad, cuanto antes debería consensuarse cómo podrán ser sostenidas hasta la llegada de la vacuna.
Otro aspecto importante es el concerniente a las formas de evaluar y de gestionar la ciencia y la educación ante las nuevas formas de producir conocimientos (no hay mejor mirada para acercarse a complejas realidades y resolver imprevistos que la articulada horizontalmente entre recursos humanos de diversas áreas, perfiles y habilidades).
Respecto de las modalidades de trabajo remoto y de intercambio a distancia, si bien pueden entrar en conflicto con criterios y mecanismos tradicionales de las universidades y centros científicos, con la pandemia demostraron ser herramientas tan importantes como las presenciales.
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Todos estos sucesos evidencian la necesidad de actualización de conocimientos en todos los cargos y funciones laborales, fortalecer un ágil gerenciamiento administrativo, y una mirada inter y multidisciplinaria para la resolución de problemas y la innovación a escala nacional e internacional.
Pero hay otro plano analítico prioritario para que las naciones menos industrializadas puedan ir respondiendo en términos de políticas de internacionalización post pandemia: el fantasma de la “fuga de cerebros”. ¿El abordaje de la movilidad será colaborativo o competitivo entre regiones y países? ¿Resurgirá una emigración de talentos en las naciones más afectadas económicamente por las medidas de confinamiento?
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El problema de la fuga de cerebros no es nuevo y sus características se remontan a viejos patrones y condiciones a la hora de revisarse transferencias de conocimientos y la inversión realizada en la formación de talentos. Las tradicionales políticas de atracción de investigadores de los países desarrollados podrán verse beneficiadas por la pandemia a la hora de absorberlos (a pesar de que sus economías también están afectadas, no arrastran problemas estructurales).
¿El abordaje de la movilidad será colaborativo o competitivo entre regiones y países? ¿Resurgirá una emigración de talentos en las naciones más afectadas económicamente por las medidas de confinamiento?
Recuperar el ritmo de la internacionalización no será fácil. Los países latinoamericanos pueden quedar con menos cartas que barajar y entre la espada y la pared a la hora de tomar decisiones. Asimismo, lo disruptivo demuestra que no todos los procesos sociales, productivos, científicos y educativos son lineales y verticales. Ésta es una era que no sólo vive cambios tecnológicos acelerados. El fortalecimiento de la colaboración internacional -y su gestión local- es una carta de articulación horizontal primordial a la hora de responder a demandas y necesidades sociales.
* Docente e investigadora de las facultades de Ciencias Exactas y Naturales y de Ciencias Agrarias de la Universidad de Belgrano.