OPINIóN
La autora de la célebre novela Frankenstein

Mary Shelley y las reliquias de la muerte

La escritora ha estado en contacto directo con la muerte desde su nacimiento. Días después de darla a luz, su madre falleció por una infección. Se cuenta que fue en su lápida donde la pequeña Mary aprendió a leer y escribir su nombre, el mismo que el de su madre.

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Mary Shelley | Cedoc Perfil

Mary Wollstonecraft Godwin, más conocida como Mary Shelley, la autora de la célebre novela Frankenstein, ha estado en contacto directo con la muerte desde su nacimiento en 1797.

Diez días después de darla a luz, su madre, una importante pensadora de la época, falleció por una infección. Se cuenta que fue en su lápida del cementerio de Saint Pancras, en Londres, donde la pequeña Mary aprendió a leer y escribir su nombre, el mismo que el de su madre. Tiempo después Mary y Percy Shelley se encontrarían allí para declararse su amor y planear la inminente fuga ya que él era un hombre casado.

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Su padre, William Godwin, reconocido pensador anarquista, había guardado un mechón de pelo de su esposa muerta ya que, afirmaba, que las reliquias le conferían poderes y sensaciones. A su vez, escribía biografías, incluso una de su esposa, con ellas “rescataba a personas ilustres de las fauces de la muerte” como dice Esther Cross en su libro La mujer que escribió Frankenstein, en el que hace un recorrido por la vida de la gran escritora. Cuando Mary tenía doce años, su padre publicó Ensayo sobre los sepulcros en el que solicitaba respeto a la sepultura, dirigido a los ladrones de tumbas tan frecuentes en esa época. Mary fue una ferviente lectora de la obra de su padre, incluso se dice que la leía frente a la lápida de su madre.

 

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Mary Wollstonecraft Godwin, más conocida como Mary Shelley, fue la autora de la célebre novela Frankenstein.

 

Su más famosa novela no fue otra cosa que la especulación sobre los experimentos que se llevaban a cabo en esos tiempos, pero eso no le quita mérito, al contrario. Seguramente, Mary sabía que el robo de tumbas y el tráfico de cadáveres iba a parar a manos de médicos que experimentaban y diseccionaban para conocer más sobre anatomía humana. Los experimentos con energía eléctrica que desde 1780 practicaba Luigi Galvani en los que aplicaba descargas eléctricas a ranas, fueron retomados por su discípulo Giovanni Aldini quien realizó más tarde los experimentos galvánicos en cadáveres humanos. La creación del Dr. Frankenstein es resultado de un experimento galvánico no en un cadáver, sino en un cuerpo construido con partes de otros tantos, en esa criatura sin nombre que casi todo el mundo conoce por el apellido de su creador. Así, Mary Shelley funda la novela de ciencia ficción, hace ficción basada en la ciencia de su tiempo.

La muerte siempre merodeando a Mary: su madre, su hermana, sus hijos, su esposo, sus amigos. Ante el cortejo fúnebre de Lord Byron, su gran amigo, escribió: “A los veintiséis años, me encuentro en la situación de una anciana. Todos mis amigos se han ido (...) qué pobladas están las tumbas”. De sus cuatro hijos, solo uno sobrevivió, Percy. Su hermana se suicidó, al igual que Harriet, la primera esposa de su marido. De los cinco que se encontraban aquella famosa noche en Villa Diodati donde a partir de un desafío surgiría la idea de la novela más conocida de Mary, Frankenstein, habían muerto los tres hombres: Lord Byron, John Polidori y su amado Percy Shelley. John Polidori, el autor del primer relato de vampiros, se suicidó; Lord Byron moriría en 1824 de una septicemia aparentemente provocada por el uso de instrumentos médicos sin esterilizar en una sangría, que además lo había debilitado mucho.

La madre de Frankenstein

Los poetas del Romanticismo merecían una muerte digna de sus ideales, y a diferencia de Byron, Percy Shelley la tuvo. Los Shelley y los Williams, sus amigos, vivían en una casa en Lerici, Italia. El 8 de julio de 1822, Percy salió a navegar en su embarcación con su amigo Edward Williams, pero ya no regresó. Un mes más tarde, aparecieron en la playa los cuerpos que Trelawny, el amigo de Shelley, reconoció. Las leyes sanitarias italianas exigían la cremación de los cuerpos. Lord Byron y Trelawny presenciaron la cremación en un ritual inspirado en los que los antiguos griegos celebraban. Entre los restos aparecía, intacto, el corazón de Shelley que Trelawny tomó, aún caliente. Cuentan que se lo dio a Leigh Hunt pero que forcejeó con Mary quien deseaba para sí el corazón de quien fuera su gran amor. Finalmente todos convencieron a Hunt de que se lo entregara, entonces, la viuda lo envolvió en unas páginas del poema “Adonais” del mismo Percy Shelley.

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Mary vivió hasta los cincuenta y tres años con su hijo Percy y su nuera. A su muerte, en 1891, encontraron en su escritorio el diario que había escrito con su esposo, las reliquias de sus hijos muertos y el corazón de su amado envuelto en aquel poema. A pesar de que había pedido ser enterrada con sus padres en Saint Pancras, Londres, es en el cementerio de Bournemouth donde descansan sus restos junto a los de su hijo Percy y su esposa. Más tarde, los restos de sus padres fueron trasladados allí, donde Mary se halla rodeada de aquellos a quienes más amó y de las reliquias de los muertos que conservaba en vida.

 

 

Paula V. Ramírez. Prof. en Letras y Ciencias de la Comunicación. Asesora y Crítica literaria.