OPINIóN
Generación feminista

Praxis política responsable y constructiva

El trabajo por la igualdad de género acerca los espacios partidarios

Marchas y movilizaciones por el Día de la Mujer del domingo 8 de marzo.
Marchas y movilizaciones por el Día de la Mujer del domingo 8 de marzo. | Télam

La política argentina encuentra problemas serios para expresar los grises que habitan entre las acciones dignas de los momentos de campaña más álgidos y el silencio. Esto aporta a que deje de interesar la cuestión de fondo y la propuesta, y podamos detenernos exclusivamente en quiénes están de un lado y quiénes del otro, para ver de qué forma sacamos partido. Y sobre todo, esto anula la posibilidad de diálogo, el primer paso para cualquier acuerdo. 

Esta praxis corrida a los extremos es cada vez menos un fenómeno de determinados actores aislados y, cada vez más, algo popular en la dirigencia política. Quienes sostienen esto parecen plantear un juego donde quien tenga vocación de poder debe necesariamente representar de esta manera. Y están siendo escuchados. Sus filas las engrosan ya los actores menos pensados. Hay una inercia hacia un “todos”.

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En este contexto, el trabajo por la igualdad de género trae un paréntesis a la dinámica política descrita. Acerca a los espacios partidarios, los pone en diálogo y atiende a algo que no suele pasar: el fondo de la cuestión. 

Para llegar a las conquistas logradas en materia de reconocimiento y acceso a derechos de las mujeres,  diversos actores y de espacios políticos diferentes se acercaron para construir mayorías. Para dialogar y buscar acuerdos frente a un problema real de la ciudadanía. Esto último lo podemos afirmar con tranquilidad. La relevancia y oportunidad del tema no se determina desde la soledad de una banca o desde un despacho frente a la histórica movilización social que lo garantiza en agenda. 

La gesta feminista, su capacidad de militancia extensa e intensa, que derribó con fuerza y con inteligencia las múltiples barreras para constituirse en una marea popular,

Para estos efectos, lamentablemente tan raros como virtuosos, hay varias causas. Una de ellas es el poder ciudadano. La gesta feminista, su capacidad de militancia extensa e intensa, que derribó con fuerza y con inteligencia las múltiples barreras para constituirse en una marea popular, son el primer motor inmóvil de este mecanismo político mucho más saludable. Que convence o que presiona a los actores con poder de decisión para que trabajen de cara a la sociedad, sin arrogarse la capacidad de generar respuestas desde la individualidad sino de forma colectiva, buscando legitimidad en sus decisiones, pensando en el largo plazo, conversando para sacar consensos, modificando propuestas, atendiendo múltiples aspectos del tema complejo y jugando al juego de las razones para dar respuestas.

Otro factor determinante en este panorama es la rareza de espacios políticos que tengan como aglutinante una narrativa forjada al calor de estas convicciones. Y tengo el orgullo y la responsabilidad de ser parte de uno: La Generación Argentina. A quienes hacemos La Generación nos une de manera esencial la construcción de una alternativa de país signada por el entendimiento de que todas las y los representantes electos de nuestro país defienden intereses diferentes, tal vez contrapuestos, pero siempre legítimos. El estado del Estado nos ubica en un escenario donde debemos entender que no tenemos ni tiempo ni recursos económicos para ver en el otro algo distinto a un interlocutor válido para las conversaciones que nos pongan de forma definitiva en la senda de la solución de los grandes problemas de la Argentina. 

*Secretaria de la Universidad Nacional Scalabrini Ortiz de San Isidro.