Para comienzos del siglo XIX Inglaterra estaba en dificultades financieras. La independencia de EEUU le restringió el comercio y las arcas coloniales. Además, la guerra con Napoleón (1803-1815), entre el bloqueo continental declarado por éste más el costo de apoyar todas las coaliciones contra Francia, puso en aprietos a la tesorería británica. Necesitaba mercados y dinero.
Desde 1805, tras la batalla de Trafalgar, donde la flota franco-española es destrozada por Nelson, Inglaterra es dueña absoluta de los mares y España no puede retirar la plata ni los impuestos del Virreinato.
Con la intención de ampliar sus mercados, con la idea de apropiarse de todo el tesoro en plata (de un millón de libras esterlinas) que estaba en Buenos Aires y para castigar a un aliado de Napoleón (España), los ingleses deciden invadir Buenos Aires el 27 de junio de 1806 con 1600 soldados, entre ellos, el famoso regimiento Highlanders 71. El ejército colonial español (que contaba nominalmente con 2.000 soldados), se desbanda a los primeros tiros y nunca más vuelve a organizarse.
Buenos Aires 1806
La ciudad de 1806 tenía 10 cuadras de ancho (desde Venezuela a Lavalle) y del río al oeste 15 cuadras en el eje (la actual Rivadavia) y unas cuatro o cinco en las puntas (formando un triángulo) Solo las calles del centro (unas diez cuadras) estaban empedradas, el resto era de tierra que se volvía barro con las lluvias. Salvo en el centro, donde había de seis a ocho casas por cuadra, en el resto, había cuatro o cinco (casas grandes en lotes grandes, con dos patios). La ciudad tenía cuarenta mil habitantes (contando los esclavos). Por fuera de este ejido urbano, había chacras, lotes con caballadas, y lotes de campo.
Los ingleses entran en Buenos Aires casi sin batalla, el virrey Rafael de Sobremonte huye con el Tesoro y Beresford no lo persigue. Incauta todas las naves y amenaza (si no regresa el Tesoro) tomar los bienes de los importadores. El Cabildo envía un pedido al Virrey y este devuelve el Tesoro.
Entendamos, Sobremonte entrega entonces el tesoro real a los ingleses con el fin de resguardar las propiedades y bienes de los más importantes comerciantes importadores de la ciudad. La pregunta que surge es: ¿a quién obedecía Sobremonte?
De haber sido leal al rey, tendría que haber custodiado y resguardado ante todo los fondos del monarca, no debería haber dudado en seguir hacia Córdoba con el tesoro real. Pero lo entrega al invasor atendiendo al interés de los miembros de la élite porteña, y lo hace a pedido del Cabildo.
Vale decir, el virrey y el Cabildo fungen como autoridades que velan por las fortunas porteñas antes que por la preservación de los bienes del rey. Sin mandar plata ni rentas y sin depender de España ¿Era realmente una colonia?
Cuando los ingleses dejan claro que no venían a independizarnos sino a volvernos colonia inglesa, comienzan los preparativos para echarlos. Eso amerita una pregunta. ¿Por qué se peleó contra los ingleses si uno de los más importantes reclamos porteños -plasmado posteriormente en la Representación de los Hacendados- era justamente la apertura del comercio libre, que en esa época era sinónimo de comercio con Gran Bretaña?
La primera causa es que la corona española gravaba las importaciones con un 30% de impuestos mientras los ingleses lo hacían con el 10%, con un pequeño detalle: el impuesto inglés era cobrado a rajatabla, en tanto que el impuesto del rey era puramente nominal.
En segundo lugar, caer bajo dominio inglés implicaba poner en juego la gran fuente de dinero que era la apropiación de la plata potosina, el cobro de impuestos al interior (todo en manos porteñas) y el contrabando como negocio.
Finalmente, el bloque mercantil porteño habría perdido el monopolio del comercio hacia el interior (los comerciantes locales sabían muy bien que les resultaría imposible competir con las casas inglesas). Es decir que se peleó para preservar los privilegios porteños.
Terminados los combates con la retirada inglesa, la Ciudad tuvo cuatro días de festejos (con el intervalo de la misa y responso por los caídos) y el 16 de Agosto se llama a un Congreso en el Cabildo – de 98 integrantes - para juzgar lo actuado.
En la Plaza hay todavía 4.000 vecinos festejando que, al saberlo, entran en el Cabildo e intiman a los gritos “Viva el Rey, muera el Virrey”, pedían la deposición del Virrey del mando de las tropas y su reemplazo por el señor Santiago Liniers (lo cual se logrará en 1807).
Los criollos desde allí son dueños de las armas y el poder. La invasión inglesa conmocionó y trastocó toda la estructura social y política de estas tierras.
*autor del libro “Los orígenes de la dependencia argentina”