OPINIóN
Música de luto

Requiem por Alejandro Meerapfel

El barítono argentino, que residía en Bariloche y brilló en los grandes teatros líricos del mundo, falleció tempranamente sobre un escenario. En noviembre se presentaría en Buenos Aires. Semblanza de sus seres queridos.

Murió el barítono argentino Alejandro Meerapfel
Murió el barítono argentino Alejandro Meerapfel | @alejandromeerapfel

Hoy no voy a hablar de un poeta sino de un cantante, Alejandro Meerapfel. Un barítono argentino que ha hecho una impresionante carrera musical. Operas, música de cámara y oratorios desde el barroco hasta la actualidad.

Radicado hace unos 5 años en Dijon, una ciudad en la Borgoña francesa, con sus dos hijos, ya adolescentes y Eli, su esposa. Ambos cantantes y nativos de San Carlos de Bariloche. Cuando la cuarentena, salían a la terraza a cantar acompañados por Matías y Milo, para sus vecinos asomados a los balcones.

Pero los balcones fueron los más diversos escenarios del mundo: nuestros Teatro Colón, la Sala Sinfónica del Centro Cultural Kirschner y también el Teatro Avenida y las salas de concierto y ópera de Viena, Ginebra, Barcelona, Berlín, Ámsterdam, París, Barcelona y Bruselas. Recibió numerosas becas y premios, así como realizó numerosas grabaciones. 

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Estaba por venir en noviembre a cantar a Buenos Aires. 

Pero no. Hace pocos días cantaba en el 44º. Festival de música barroca de Ambronay, con la Capella Mediterranea y el Coro de Cámara de Namur, la obra de Antonio Dragui. 

Habiendo cantado roles protagónicos en óperas y oratorios de Bach, Gounod, Mozart, Rossini, Monteverdi, Humperdinckt, Pourcel, Vivaldi, Haendel, y más, la fatalidad quiso que, cantando el rol de Dios Padre -increíble- en el oratorio El dueño de la vida eterna, se desplomara súbitamente en medio de su aria. Falleció a los 54 años, en la plenitud de su desarrollo musical. 

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Nos deja solos, a todos aquellos que hemos amado la belleza, intensidad y emoción de su canto y de su amorosa personalidad.

Todos los músicos del mundo y todas las audiencias quedamos  atónitos. El Coro Polifónico, con quien supo cantar, le dedicó, en la sala sinfónica “La Ballena” del CCK, un silencio conmovido y aplausos. El Coro Mirabilia y el de la Vieja Plaza lo honraron el fin de semana en sendos conciertos. En la tarde del domingo 1º de octubre, un concierto que festeja los 10 años del Proyecto Bach, en La Ballena, conducido por  el maestro Jorge Lavista, le será dedicado. 

Alejandro era un hombre bien querido y bien  apreciado. Leonardo García Alarcón, su amigo y director del fatídico concierto dice: “Alejandro era un ángel en la Tierra. Antes del concierto, su sonrisa y su buen humor llenaron las almas de todo el equipo artístico y del festival”. Agrega: “… fue un ejemplo para todos nosotros, y como músico con una voz inolvidable por la nobleza de su timbre y la profundidad de su arte. La tristeza es inmensa...” 

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Empezó a cantar en el coro de niños de su ciudad natal a los seis años. Avanzó a formarse en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colon y con eximios maestros. 

A los veinte años vaciló en seguir Ingeniería Atómica, que ya venía estudiando en el Instituto Balseiro o canto lírico. Le dije que debía hacer lo que le diera más placer, lo conmoviera más y estuviera en el centro de su deseo. Eligió para bien suyo y de los que lo escuchamos.

Montañista, subió varias veces el Aconcagua. En cierta oportunidad quedó varado, en medio de una tormenta de nieve, por varios días. Desde su pequeña y helada carpa, alivió la soledad y la angustia de todos, cantando arias de ópera por largas horas. 
Eso hizo siempre: fue generoso y quienes lo conocimos, no sabremos olvidar esa sonrisa, esa  amable y amorosa sonrisa. Mágica como su voz.