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Restos de la nada: política y justicia en Bolivia y Brasil

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Lula. La anulación de sus condenas favorece la polarización con Jair Bolsonaro. | afp

Los semiólogos especialistas en fotografía aconsejan prestar atención sobre aquello que no aparece en imagen, aquello que deliberadamente fue excluido, pero que se adivina o se deduce de lo que sí se ve. Eso que está afuera, nos dicen, explica lo que está adentro. 

Esa misma advertencia sirve para examinar el caso de las recientes novedades “judiciales” en Bolivia y Brasil. En principio, tenemos, de un lado, el procesamiento de la ex presidenta Jeanine Áñez con otros cinco ministros y tres ex altos mandos militares por “terrorismo, sedición y conspiración”. Del otro, el levantamiento temporal de la prohibición a Lula da Silva para presentarse a elecciones. Pero, como veremos, lo que importa está, justamente, en las omisiones. 

En Bolivia, Evo puso a la Justicia a perseguir a quienes habrían perpetrado un “golpe de Estado”. Pues bien, en esa cruzada se omitió a protagonistas muy importantes en el proceso. En primer lugar, a Luis Fernando Camacho, quien entró al Palacio del Quemado con la Biblia en la mano. ¿Y por qué la Justicia no lo alcanza? Seguramente, tendrá que ver con que fue uno de los pocos que ganó en su departamento (Santa Cruz) sin necesidad de ir a una segunda vuelta en estas elecciones. Algo similar podría decirse de Iván Arias, el ex ministro de Áñez, quien ganó nada menos que la Alcaldía de La Paz, dejando muy atrás al candidato masista. 

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Si Evo quiere encarcelar a los “golpistas”, entonces debe llevar a juicio toda la cúpula de la COB, a todas las organizaciones que se movilizaron contra su gobierno y a todos los legisladores de su propio partido, que avalaron a las nuevas autoridades. En especial, a Eva Copa, la presidenta de la Cámara de Senadores. Si lo hiciera, enfrentaría una crisis mayor: Eva Copa dejó el MAS, presentó su propia candidatura en El Alto y arrasó con el 60%. Esto mismo le pasó a Evo en otros cuatro departamentos. 

Si observamos lo omitido, llegamos a dos conclusiones. Primera, que en su persecución a “golpistas” debería poner presa a casi toda Bolivia. Ergo, el golpe no existió. Segunda, el encarcelamiento de Áñez es un síntoma de la propia debilidad del MAS y de su falta de apoyo popular. Entonces, busca una ofensiva para levantar electoralmente sobre un personaje insulso (que acaba de salir tercera en su propio distrito), como forma de amenazar al resto. Es interesante señalar una omisión más: no se la juzga por las masacres de Senkata y Sacaba, porque eso obligaría a juzgar al propio Evo por las masacres que ordenó. 

En Brasil, asistimos a un proceso similar, pero inverso. Similar, porque Bolsonaro digita a la Justicia para obtener algún beneficio electoral: polarizar con Lula. Inverso, porque aquí se busca cerrar la crisis. El conjunto de los partidos y la clase empresarial están comprometidos en una especie de “amnistía general”, exigida aquí por Eugenio Zaffaroni. Lula ya fue beneficiado varias veces con reducciones de pena, salidas anticipadas y hasta cambios en la jurisprudencia. Ahora, se obliga a volver virtualmente a foja cero, con un nuevo tribunal. Con este mismo antecedente, pueden ser beneficiados José Dirceu, Eduardo Azeredo, Eduardo Cunha (quien gestionó el impeachment a Dilma) y los empresarios Marcelo y Emilio Odebrecht, Léo Pinheiro y Fernando Bittar. A cambio, dejarían de investigar a los hijos del actual presidente. 

Como vemos, en un contexto de empobrecimiento generalizado, pésimo manejo de la pandemia y casi nula vacunación, todo lo que tiene para mostrar la política burguesa son acusaciones entre ellos para luego reconciliarse. No les queda ni los restos de la nada…

*Doctor en Historia. Analista político de izquierda.