Cada día hay una celebración impuesta. Pero más allá de este imperativo, podemos aprovechar El día internacional de la felicidad para hacer una pausa en nuestras ajetreadas vidas y preguntarnos si verdaderamente somos felices.
No debería confundirse ser feliz, con estar alegre o sentir placer. La alegría, como la risa, pueden ser eventuales, transitorias, acontecer incluso en una persona deprimida. En un hospital, en un velatorio o en el cementerio, alguien puede reírse del chiste que se hace para descomprimir, pero esa risa o carcajada no quiere decir que esa persona sea feliz.
Lo mismo ante lo placentero, como salir de compras, disfrutar de una comida, de un amanecer, o de un buen vino; el placer es un estado efímero que funciona muchas veces como un quitapenas, como un intento de huir, aunque sea transitoriamente, del dolor o malestar sentidos.
Cinco claves para la felicidad inspiradas en un estudio de Harvard
En general hay muchas dificultades para alcanzar la felicidad verdadera porque se la busca en lugares equivocados, o se compra un ser feliz “trucho” en el mercado de los sentimientos ofertados.
Los que manejan los hilos del ánimo han impuesto formas falsas para acceder a la felicidad reducida a la búsqueda de placeres, a conquistas materiales que no tienen fin, intentando allanar lo que debe ser una camino personal.
Son tiempos que siguen siendo comandados por el cerebro capitalista donde el Hacer (La hiperactividad y la desvalorización del ocio) y el Tener (Cosas, éxitos, prestigio, títulos, seguidores) ocupan los primeros puestos en detrimento del Ser (uno mismo, o las variantes de género correspondientes) y Estar (disfrutando del presente, del aquí y ahora).
La felicidad termina siendo un sentir confuso, contaminado por el mercado que impone gozar todo el tiempo, y como sea, aprovechando el tiempo al máximo, de manera productiva.
Ser feliz no debería confundirse con la alegría
Síntomas esperables como el aburrimiento, el tedio o el desgano, son vividos como problemáticas de la quietud, del no hacer, y prontamente tapados por actividades, las que sean, como navegar en las redes, ver series, películas, salir a caminar o consumir, y no como una oportunidad para detenerse a pensar el propio juego, la dirección que queremos darle a nuestra vida, de donde surja quizá la auténtica felicidad.
¿Cómo alcanzar un estado verdadero de felicidad? Buda dijo alguna vez, que: “No hay un camino a la felicidad: la felicidad es el camino”. Es decir, el estar, el presente. No la meta, sino el andar.
La felicidad está en íntima conexión con el bienestar, con el equilibrio psicofísico y espiritual, con el cultivo del Ser por encima del Hacer y Tener impuestos como generadores de felicidad.
El mundo capitalista lleva inexorablemente a quedar atrapados, como Sísifo, en el absurdo circuito de subir y descender montañas que van de la satisfacción a la insatisfacción.
Detenerse a pensar hacia dónde estamos conduciendo nuestra vida, en principio, puede generar angustia, ansiedad e incertidumbre, pero se trata de una crisis necesaria, una oportunidad para empezar a salir de la rueda impuesta y así ampliar nuestro ser en la dirección de los deseos singulares que nos habitan.
No hay un día internacional de la felicidad, hay una forma de ser feliz personal, única e intransferible, que debemos descubrir para ser felices cada día, a pesar de las eventualidades.
* Psicólogo (UBA) y Escritor
@pablomelicchio