Un hábito muy arraigado en la sociedad argentina es generar discusiones inútiles. Como en la antigua Bizancio donde, estando los otomanos a las puertas de Constantinopla, los sabios del lugar perdían el tiempo discutiendo sobre el sexo de los ángeles.
Con motivo de una propuesta para permitir la compra y comercialización privada de vacunas contra el COVID-19, la respuesta oficial fue negativa, señalando que ello plantea la disyuntiva entre “la vacuna para todos” versus “la vacuna para los que pueden pagarla”.
Patentes: empresas estatales o privadas
La disyuntiva es falsa por varios motivos. El primero y principal, porque en el mundo no existe, hasta ahora, la posibilidad de la compra privada de vacunas. Los laboratorios están sobrevendidos y no hay ningún caso conocido de venta a privados de la vacuna contra el Covid.
En segundo lugar, si existiere la posibilidad -repetimos, si existiere la posibilidad- de adquirir privadamente y sin uso de reservas de vacunas a, por ejemplo, Pfizer o Moderna, a las que no tiene acceso el gobierno argentino, aumentaría la oferta total de dosis, liberando así unidades en poder del sector público y sin afectar su provisión.
En tercer término, si hay habitantes que están en condiciones de adquirir la vacuna, no se entiende por qué el Estado va a aplicárselas gratuitamente, en lugar de hacerlo sólo con los sectores que no pueden pagarla.
En cuarto lugar, cuanto mayor cantidad de gente vacunada, menor será la circulación del virus, en beneficio de la población vulnerable.
En quinto término, dado que se ha reconocido la necesidad de postergar la aplicación de la segunda dosis de la vacuna por las limitaciones de la infraestructura de vacunación, la incorporación de vacunatorios privados redundaría en un refuerzo de dicha infraestructura.
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Es cierto que, por ahora, la provisión a privados es sólo una posibilidad teórica. Pero el episodio pone de manifiesto la propensión argentina a desenfundar la conjunción “o” en lugar de “y” en todas las cuestiones o, como en Bizancio, a discutir asuntos sin sentido.
* Víctor Beker. Director del Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano.