En una entrevista concedida a Jorge Fontevecchia, el referente social Juan Grabois se refirió al rol de los medios en el curso político y a los periodistas "chupamedias". "La audiencia quiere escuchar un medio crítico, y los medios de televisión son muy chupamedias del Gobierno", dijo Grabois en el ciclo "Periodismo Puro". "En los medios gráficos, salvo Perfil, parcialmente Infobae, vos tenés Página/12, que es más o menos C5N, un poco más panfletario, pero Clarín y La Nación ya no se pueden leer". Además, criticó al Grupo Clarín, al "que le cae todo de arriba", y a Jorge Lanata, a quien le cuesta reconocer como "fiscal de la República": Yo no creo ni que sea el demonio ni que sea un ángel, pero no está moralmente por encima de mí, y tampoco digo que esté por abajo".
A continuación, un extracto de la entrevista:
—A lo largo de los últimos dos años te convertiste en un polemista televisivo.
—Sí. Tiene que ver con cómo soy, y algunos periodistas me invitan porque en la Argentina si no te peleás con nadie, no existís. Me invitan a pelear y sube el rating. Por ahí, es una pavada lo que dije, pero como lo digo con un tono, los que están conmigo me aplauden, los que están en contra me putean, no importó mucho lo que dije. A veces me presto a ese juego.
—Les das rating.
—Tiene su parte buena, que se pueden transmitir algunas ideas, pero también tiene su parte mala, que ahonda la grieta boba. Las contradicciones políticas no hay que negarlas, hay que desarrollarlas. Pero las peleas estúpidas, no. Entonces, no tengo muy claro si hice bien o mal en engancharme.
—Una técnica tuya es desacomodar a quienes te están entrevistando haciéndoles preguntas vos a ellos.
—No acepto tener enfrente a un fiscal que me anda interrogando y que yo no le pueda preguntar nada. Es una atribución que se toman algunos periodistas, sobre todo los que te atacan con la pregunta.
—Otra es cambiar de tema atacando en otro punto, generalmente “ad hominem”, diferente a la pregunta. ¿Leíste el libro de Schopenhauer “Dialéctica erística: 38 estratagemas para siempre tener razón”?
—No, pero lo voy a leer.
—Te voy a leer tres que vos usás. La séptima dice: “Proceder preguntando al adversario para poder deducir de sus respuestas la verdad de nuestra afirmación”. La octava: “Provocar la irritación del adversario y hacerlo montar en cólera”. La novena: “No establecer los dichos en el orden requerido para la conclusión a la que se desea llegar con ella, sino desordenadamente, así el adversario no sabrá dónde ir”.
—Me voy a aprender las otras 35, pero me sale un poquito espontáneamente.
—¿Asustás a los periodistas?
—No sé si asustar. Sé que les cuesta un poco conmigo en general.
—Cuando te entrevisté hace dos años no te conocía nadie y hoy aumentás el rating donde vas y te elige Cristina porque le sumás algo. ¿Sos una voz nueva no manchada con corrupción que llena el lugar vacío en el que se desgastaron “6,7,8” y otros comunicadores cercanos al kirchnerismo?
—Puede ser en los últimos meses, ahora no tanto. Nuestra generación está dispuesta a saltar el cerco de lo políticamente correcto, a ponernos en situación de incomodidad y subirnos al ring cuando tenemos todas las de perder. No tengo ningún problema en plantear lo que pienso sobre el gobierno de Cristina en el medio del escándalo de los cuadernos, y vos veías a otros que...
—¿Escondidos bajo la mesa?
—Es malo eso, y tiene que ver con esta posición de supuesta pureza y superioridad en la que hemos puesto a los medios de comunicación, que ya se está desdibujando. Atribuirle a un Lanata el rol del fiscal de la República… Yo no creo ni que sea el demonio ni que sea un ángel, pero no está moralmente por encima de mí, y tampoco digo que esté por abajo. Puedo discutir con él, con vos o con cualquier otro ser humano sin tener que sentir a priori que soy culpable de algo. Eso debería ser lo natural. "Los caniches de Perón, los Guillermo Moreno, cuando viene el perro grande se van corriendo."
—Un medio que no se desgastó es C5N, que tiene hoy más rating que TN. ¿Es síntoma del crecimiento de la intención de voto de Cristina?
—No. Es porque gran parte de la audiencia quiere escuchar un medio crítico, y los medios de televisión son muy chupamedias del Gobierno. En los medios gráficos, salvo Perfil, parcialmente Infobae, vos tenés Página/12, que es más o menos C5N, un poco más panfletario, pero Clarín y La Nación ya no se pueden leer. Con los periodistas, lo único que tengo es que no me gusta que se pongan en una posición de superioridad moral, como tampoco me gusta que se pongan los militantes en una posición de superioridad moral en relación con el resto de los mortales.
—¿Te molesta la soberbia?
—Sí, y te lo dice un tipo que tiene muchas actitudes soberbias. Me veo reflejado en ese espejo. —Los psicólogos dirían que uno siempre proyecta los defectos de uno en los otros.
—Totalmente. Tampoco me gusta el periodista chupamedias del medio. Tengo una cosa particular con el Grupo Clarín, que le cae todo de arriba, y con el poder político que tiene a partir de su capacidad de influir en la opinión pública, decreciente creo yo. Logró garantizarse tremendos negocios, y no es producto del talento, de la creatividad de sus dueños o de sus gerentes, sino de una actitud mafiosa. Vine dos veces, y veo un edificio hermoso, hecho con amor, diseñado, pensado por un empresario nacional. Cuando fui a hacer una protesta al estacionamiento de Clarín porque sabía que no era de Clarín, sino un bajo público de la autopista que Artear está usurpando, me trataron como si hubiera cometido un crimen de lesa humanidad. Ahora me entero de que también está usurpando el edificio. No compraron nada. Todo lo fueron consiguiendo con favores políticos. Las licencias, los edificios, las fusiones... Esa actitud monopólica, mafiosa, patoteril, me genera la reacción de que hay que enfrentarla.
—Los comunicadores K desde 2009 no hablaban con “los medios concentrados”, no iban a TN ni les daban reportajes a “Clarín”, “La Nación” o Perfil, ni iban a los medios a confrontar, mientras que vos vas a TN.
—No me invitan más.
—Pero fuiste.
—Sí, obvio.
—Y vas al programa de Majul, que tiene una posición muy distinta de la tuya. Elegiste ir a jugar de visitante, mientras que los comunicadores anteriores que representaban el campo de la izquierda evitaban esos lugares. Parte de tu visibilidad obedece a eso: no solamente ellos logran rating con vos, sino que vos lográs visibilizar en esos medios discursos de los que, si no, esa audiencia ni se enteraría. Y, probablemente, es lo que hace que Cristina Kirchner también te acerque. ¿Lo pensaste o te salió?
—Me salió. No me gusta ir a C5N, hablarle a gente que piensa más o menos como yo. Quiero hablar con la gente que piensa distinto. Pero también para debatir, porque no creo que ningún periodista, ni ningún dueño de un medio, sea mi enemigo.
—¿Qué es la verdad para vos? ¿Y cómo te relacionás con ella?
—Creo que existen verdades absolutas, pero que ninguno es dueño de ella. No soy relativista. No creo que la verdad dependa de cómo se la mire, pero que nadie tiene un acceso pleno a la verdad. Y en ese sentido, todos tenemos que tener una práctica de humildad en torno a nuestra percepción de la verdad, o que eso sí es la verdad relativa.
—Te cuesta desarrollar el tema de la humildad, es tu talón de Aquiles.
—Sí. Me sale esta idea de ser soberbio con los soberbios y humilde con los humildes. No actúo de la misma manera con un compañero nuestro de un barrio, con un laburante que no piensa como yo, que con un dirigente o con un periodista. Pero cuando me convenzo de una visión, tal vez soy un poco inflexible, y eso no está bien.
—Decís “soberbio con los soberbios”. Konrad Lorenz, en su célebre libro “Sobre la agresión, el pretendido mal”, sostenía que la agresividad no era un mal sino el principal signo de vivacidad de cualquier organismo en su lucha por sobrevivir. Era esencial en selección natural y su merma o falta podía llevar hasta la eventual extinción de una especie. ¿Vos ponés tu propia agresividad al servicio de tu grupo?
—No sé si la agresividad es un rasgo tan positivo y tan vital, pero es un rasgo que tengo, me guste o no me guste, y trato de usarlo para el bien y no para el mal.
—Te leo algunos de los calificativos que utilizás con los panelistas. “Basura”, “villano”, “despreciable”, “imbécil”. Y se la bancan.
—Y sí, ¿qué van a hacer? No los inventé yo, es el lenguaje del periodismo del siglo XXI, el tema es que algunos piensan que son los únicos habilitados para decir esas cosas. Cuando les contesto con el mismo nivel de agresividad, lo que estoy haciendo es empatar.
—Decís que no hay agresividad en las formas pero sí en los fondos, ¿finalmente es la misma agresividad?
—Así es. Y en la forma de entrevistar porque las entrevistas parecen interrogatorios. Cuando hablo con vos o con Novaresio, o con algún que otro periodista, siento que estoy haciendo una entrevista, o un diálogo, no que me están interrogando como si estuviera en el TOF 5 de Comodoro Py. Eso es una cosa y otra cosa es que te empiecen a hacer esas preguntas que ya tienen la respuesta adentro. Frente a eso, sí tengo una reacción.
Leé acá la entrevista completa
D.S.