—¿Cómo ve la evolución de Martín Lousteau? Se da la paradoja de que comparten espacio, aunque usted votó no positivamente la resolución que él redactó en 2008?
—Pasaron muchos años. La crisis de 2001 fue muy grande. Explotaron los partidos, se atomizaron. En 2003, el radicalismo llevó como candidato a presidente a Leopoldo Moreau, que sacó una mínima expresión. Eran escenarios totalmente distintos. Lo bueno es que los partidos políticos vuelvan a consolidarse, vuelva a haber un entorno en el que las políticas se puedan discutir, y de ese entorno no salirse. En Argentina la política es muy dinámica. Hay que estar muy atento a los vaivenes y al comportamiento.
—¿Le aconsejaría a Lousteau que pelee por ser jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en 2023 o que sea el radical que vaya a disputarle al PRO la precandidatura presidencial?
—Lousteau es un hombre muy inteligente, un economista con mentalidad abierta. Creo que necesariamente tiene que pasar por un cargo ejecutivo. Sería buena una competencia para jefe de Gobierno. Si gana puede irradiar su figura. Lo veo buscando un atajo para posicionarse como candidato a presidente. Pero es una visión mía. En nuestro país nada es imposible. Todo depende de la situación de ese momento. Pero lo que uno busca de un candidato a presidente es que haya pasado por lo menos por una administración de una provincia, una suerte de país chico. En el caso la Ciudad de Buenos Aires es muy chico, pero tiene peso específico. El paso obligatorio de Martín Lousteau es competir por la jefatura de Gabinete. No le va a ser fácil, porque no creo que el PRO quiera negociar cederle el apoyo a cambio de una candidatura a presidente. Para eso están las primarias, y Martín Lousteau viene peleándolas desde hace tiempo. Peleó con el propio jefe de Gobierno. Le daría charreteras y galones para después ejercer un liderazgo nacional.
Producción: Pablo Helman, y Debora Waizbrot.