Un crimen. Cinco fiscales. Dos imputados. Seis hipótesis. Catorce pruebas de ADN. El caso Dalmasso sigue siendo un gran enigma, muy a pesar de los años pasados; trece ya desde la madrugada del 26 de noviembre de 2006, cuando Nora (51) fue hallada estrangulada en el interior de su habitación del barrio Villa Golf de Río Cuarto. Y todavía nadie sabe por qué.
“El tiempo que pasa es la verdad que huye”. La frase célebre de Edmond Locard –médico francés y creador del primer laboratorio policial– sintetiza los vaivenes de una causa que no logra salir de la encrucijada familiar.
En todos estos años el desfile de acusados fue de lo más cambiante, casi como si se tratara de la exitosa serie estadounidense The Killing, donde el asesino varía en cada uno de los capítulos. Entre los sospechosos sin vínculo sanguíneo figuran el pintor que trabajaba en la casa donde fue hallado el cuerpo, el empresario poderoso y cercano a la familia que supuestamente mantenía una relación extramatrimonial con la víctima y el ex asesor de la Secretaría de Seguridad de Córdoba –también señalado como su amante–, todos ellos desvinculados por falta de pruebas.
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Los familiares apuntados –hasta hoy– fueron dos: Facundo, el hijo varón que según la acusación la somete sexualmente y la mata vaya uno a saber por qué, y el marido que viaja más de 1.100 kilómetros, comete el crimen y regresa al hotel donde estaba hospedado.
Sin pruebas ni rastros genéticos, cobra fuerza otra teoría que también apunta al viudo. Es la que plantea que contrató a sicarios y participó del torneo de golf en Punta del Este buscando una sólida coartada.
En la danza de hipótesis, Macarrón aparece como el último sospechoso posible dentro de un círculo cada vez más pequeño. Para el fiscal Javier Di Santo (el primero de los cinco investigadores que tuvo la causa) el médico traumatólogo es una víctima colateral junto a sus dos hijos, al punto que lo acepta como parte querellante en la causa.
Sin embargo, Daniel Miralles (el cuarto) lo convierte en un asesino profesional y despiadado y asegura que realizó un viaje meteórico desde Punta del Este (donde participó de un torneo de golf), estranguló a su mujer y luego regresó al hotel en el que se hospedaba sin dejar huellas en Migraciones.
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Luis Pizarro (el quinto fiscal) tacha esa teoría, pero no exculpa al viudo. Todo lo contrario: lo acusa de ser el autor intelectual del crimen de Nora Dalmasso y pretende llevarlo a juicio por el delito de “homicidio calificado por el vínculo y por precio o promesa remuneratoria”.
La acusación. Para Pizarro, el viudo “habría suministrado información del movimiento de la casa y presumiblemente entregado un juego de llaves”. Pero no sabe cuándo ni a quiénes. De esta manera explica por qué no había puertas ni ventanas forzadas.
“En fecha que no se puede establecer con exactitud, presumiblemente unos meses antes del 25 de noviembre del 2006, Marcelo Macarrón, en acuerdo delictivo con personas aún no identificadas por la investigación, por desavenencias matrimoniales de parte de Macarrón y con la intención por parte de sus adláteres de obtener una ventaja, probablemente económica y/o política del estrépito de su eventual muerte, planificaron dar muerte a Nora Dalmasso”, explica en el escrito el fiscal.
Sobre la mecánica plantea otro escenario: dice que Nora fue asesinada mientras dormía y que él o los autores simularon un encuentro sexual. Por eso dejaron un frasco de vaselina sobre la mesita de luz.
Nora fue asesinada mientras dormía y que él o los autores simularon un encuentro sexual
“Habrían utilizado el cinto de toalla de la bata de baño que se encontraba en la habitación, realizando un ajustado doble lazo alrededor del cuello, ocasionando la muerte por asfixia mecánica. Finalmente, y como parte del plan criminal, habrían ordenado la escena con la finalidad de simular un hecho de índole sexual para luego retirarse sin dejar rastro”.
Pizarro sostiene que el torneo de golf fue una excusa. “Mientras Macarrón se encontraba en la ciudad de Punta del Este, entre las 20 del día 24 de noviembre de 2006 y antes de las 3.15 del día 25 de noviembre”, los sicarios se escondieron en la casa “a la espera de la llegada de Nora Dalmasso, para realizar el accionar sin riesgo para sí y aprovechándose de la indefensión de la víctima”.
Según el fiscal esperaron que la víctima realice “su rutina previa al descanso” y “habría/n abordado a Nora Dalmasso una vez que se encontraba dormida, cumpliendo el plan delictivo acordado previamente con Macarrón”.
La última carta. Valentina y Facundo Macarrón, los hijos del principal acusado, difundieron esta semana una carta en la que señalan que la “injusticia” parece “nunca acabar”. “Trece años después del momento más difícil de nuestras vidas nos toca una vez más levantar la cabeza y hacerle frente a una injusticia, de esas que parecen nunca acabar. Justicia para nosotros no es señalar a alguien con el dedo sin prueba alguna, como ha venido sucediendo durante todos estos años. Justicia es obrar y juzgar respetando la verdad. Lo que nunca hicieron quienes estuvieron a cargo de la investigación. Prefirieron ocultar los miles de errores investigativos e ir por el camino más fácil: apuntar a la familia, los más vulnerables, amedrentarnos, y callarnos”, dice el texto que fue publicado por el diario El Puntal de Río Cuarto.
En otro párrafo destacan sus diferencias con el curso de la investigación y con la imputación contra su papá: “Nunca tuvimos el apoyo de la Justicia. Lo increíble es que nunca nos escucharon ni quisieron escucharnos. Sus intereses personales y egoístas siempre estuvieron por encima de querer saber la verdad”, puntualizaron.
Los falsos sospechosos
Gastón Zárate. Fue el primer sospechoso que tuvo el caso. Trabajaba como pintor en la casa de la víctima. Pasó 24 horas detenido. Se lo conoció como el perejil, a partir de una marcha en la que reclamaron por su liberación. En agosto de 2011 le dictaron el sobreseimiento.
Facundo Macarrón. El único hijo varón de la víctima fue procesado por el fiscal Javier Di Santo, que lo acusó por los delitos de abuso sexual y homicidio calificado en junio de 2007, aunque nunca estuvo preso. En octubre de 2012 lo sobreseyeron luego de que un cotejo de ADN diera negativo.
Rafael Magnasco. Era asesor del Ministerio de Seguridad de Córdoba cuando su nombre apareció entre los sospechosos del caso. Se lo mencionó como supuesto amante de Nora Dalmasso, algo que nunca se terminó de confirmar. Se ofreció voluntariamente a hacerse el ADN.
Miguel Rohrer. Se lo conoce como “El Francés”. Es un empresario que mantenía una relación de amistad con la familia Macarrón y que fue apuntado por el círculo íntimo de Nora. También se sometió a un estudio comparativo de ADN y quedó desvinculado por la prueba genética.
Tres meses para el juicio. El juicio contra el médico traumatólogo, Marcelo Macarrón, todavía no tiene fecha, aunque en los tribunales cordobeses estiman que se llevará a cabo entre marzo y abril del año próximo.
El viudo fue imputado por el delito de “homicidio calificado por el vínculo” hace más de tres años y medio: en marzo de 2006.
Pese a la gravedad de la acusación está libre porque siempre se ajustó a derecho y porque además cubrió una fianza de tres millones de pesos.
Después de tantas idas y vueltas, no se opuso a la elevación a juicio por una sencilla razón: entiende que es la única manera de terminar con una investigación viciada que siempre tuvo en la mira a su propia familia.
Pese a la acusación infundada contra su hijo Facundo, el médico nunca abandonó la ciudad de Río Cuarto. De hecho, ni siquiera se mudó. Según cuentan, sigue atendiendo en el consultorio particular de su domicilio y también en el sanatorio privado Río Cuarto. También colabora en el club de rugby más destacado de la ciudad: Urú Curé.