El sacerdote Adolfo Granillo Ocampo caminaba junto a su perro hasta el Instituto Nuestra Señora de la Nieves, en el barrio porteño de Liniers, cuando a metros de llegar lo sorprendieron cuatro motochorros: lo arrinconaron y le robaron sus pertenencias bajo amenaza de muerte. La situación se prolongó hasta que les dijo que era el cura de la parroquia y los asaltantes le devolvieron todo y le pidieron perdón.
"Gracias a Dios, el Ángel de la Guarda me salvó", resumió la víctima al lamentarse por la situación. "Vivimos una inseguridad muy grande y los sacerdotes no estamos fuera de esa realidad", afirmó. Según consignó la agencia DyN, el hecho ocurrió ayer sobre la calle Ventura Bosch al 6600.
Allí aparecieron ladrones en dos motos que lo rodearon. "Uno de ellos me puso la mano en el bolsillo mientras me gritaba: "'Dame la plata y todo lo que tengas, porque te pego un tiro", contó que le advirtieron.
En declaraciones al canal Crónica TV, Granillo Ocampo resaltó que quedó "bastante desconcertado" por la situación, pero sin perder la calma les avisó: "Yo soy el cura". Allí, contó, los asaltantes se arrepintieron: "Entonces el muchacho me ve y me dice: '¿Usted es el cura? Perdónenos padre, discúlpenos', e inmediatamente sacó la mano del bolsillo, se subieron a las motos y se fueron como llegaron".
Consultado si su condición de sacerdote lo había favorecido, señaló que "tal vez le hice de resorte para que se preguntase qué estaba haciendo" el ladrón. "Si asaltás a un sacerdote, la cosa está muy mal", advirtió Granillo Ocampo, quien recordó que a su antecesor le robaron hace unos años en la casa parroquial, "le pegaron un fierrazo en la cabeza y la pasó realmente muy mal".
Además, el sacerdote indicó que no cambiará su rutina diaria tras el hecho: "De ningún modo quiero vivir preso dentro de la realidad social. De ninguna manera la solución es encerrarse, sí hay que tomar precauciones".