La faceta “ilustre” del reconocido abogado Gustavo Rivas quedó opacada por una denuncia en su contra por abusos a adolescentes durante cuarenta años en Gualeguaychú. Pasado mañana deberá enfrentar a la Justicia y defenderse de una grave acusación: el fiscal que investiga el caso lo imputó ayer por “corrupción y promoción de prostitución de menores”. “Estoy tranquilo y afrontaremos el chubasco”, se defendió en su cuenta de Facebook como si todo se tratase de una leve lluvia pasajera.
En conferencia de prensa, el fiscal general Lisandro Beherán informó que citó a Rivas para que declare el lunes próximo a las 8 de la mañana. Además, adelantó que espera recibir hoy un informe preliminar sobre el material fílmico e impreso secuestrado en la casa del imputado. También anunció que van a solicitar una pericia psicológica para el acusado.
A una semana de que comenzaran a investigarlo formalmente, Rivas no se ocultó. El jueves fue fotografiado cuando paseaba con la mirada clavada en su teléfono celular. Ayer le dio una entrevista a la agencia Télam: “Nunca estuve con un menor, estoy tranquilo porque la causa está inflada. De acá se llevaron diapositivas de mis viajes por Europa y grabaciones del Chavo y Neustadt”, aseguró.
Sobre el allanamiento en su casa, destacó: “Mientras se llevaban todo, yo estaba abajo charlando con el fiscal Beherán, después tuve que pasar la tarde ordenando”, agregó el abogado acusado.
Quién es. Rivas siempre se preocupó por formar parte de los ambientes donde había jóvenes. Era profesor, daba charlas a estudiantes, siempre estaba presente en el club Neptunia (que presidió en la década del 70), fue candidato a gobernador y a concejal, y era asesor legal de la Comisión de Carrozas estudiantiles, puesto al que renunció de manera “indeclinable” el jueves pasado por “la situación de público conocimiento”, entre otros cargos.
“Estoy tranquilo y afrontaremos el chubasco”, escribió en su cuenta de Facebook ante los mensajes que le escribían sus contactos. Y siguió: “Como abogado, y por consejo del colega que me asistirá, lo que diga sólo lo diré ante la Justicia”, culminó y luego se limitó a subir videos tiernos y graciosos de animalitos. El lunes tendrá oportunidad de dar su versión ante la Justicia.
Acusación. Hace una semana, salió a la luz la cara más oscura de este reconocido personaje de Gualeguaychú. Lo acusan de haber abusado y corrompido a unos 2 mil adolescentes de entre 15 y 16 años, entre 1970 y 2010. “Les pasaba videos pornográficos, los masturbaba, les practicaba sexo oral, se hacía penetrar. Nunca nadie lo denunció ante la Justicia, por temor al poder que sigue teniendo en la sociedad de Gualeguaychú”, se detalla en la nota de la revista Análisis que hizo público el caso.
“Existen varias especies que no usan la violencia sino el engaño, la metamorfosis, la decepción, para someter a su víctima y en las que la característica del ritual es el placer en el tiempo que lleva someter a la misma”, explica a PERFIL el psiquiatra Enrique De Rosa sobre el presunto accionar del abogado.
“Rivas invitaba a salir a navegar, a tomar alcohol, a hacer todo lo que no se podía hacer, a traspasar esas fronteras, ya que él era un librepensador, nada que ver con un sujeto violento, depredador, agresivo, sino encantando y sometiendo, y así poseyendo a su víctima. Esto es parte del juego y existe un reclamo expreso a la violencia que se ve en otros casos, el goce es otro”, dice De Rosa sobre el modus operandi del letrado.
Según el especialista, Rivas “se manejó con la impunidad de los que escriben sus propias normas, de los que entienden que ellos marcan sus límites o la falta de ellos, sin límites y sin fronteras impuestas por el exterior, pero no viviendo esto como otra cosa que una construcción que podríamos llamar quizá delirante. Pero aun peor es una estructuración de los esquemas cognitivos, en los cuales adaptan el medio y a los demás a ellos mismos. No es un antisocial, el término médico correcto para la psicopatía, sino un benefactor”.