Axel Santa Cruz, alias “Pachu” dio un paso adelante. Del otro lado del vidrio espejado, la víctima del secuestro extorsivo no dudó: “Es él”, dijo al ver de frente al joven de 19 años que había participado en el rapto. También reconoció a uno de sus cómplices, Brian Jara, de 22 años. Ambos, son de Fuerte Apache y pertenecen al M-19, un grupo delictivo al que se le atribuyen más de treinta golpes desde diciembre.
Si bien fueron detenidos seis de sus miembros, la investigación de la fiscalía federal en lo Criminal y Correccional Nº 1 de Morón, a cargo de Sebastián Basso, continúa debido a que los secuestros exprés no cesaron pese a las detenciones.
No obstante, la rueda de reconocimiento fue definitiva para la situación de Santa Cruz y Jara, quienes habrían participado de la mayoría de los secuestros registrados en Capital Federal, zona oeste, sur y norte del Conurbano.
En el último ataque, Jara “no habló muy fuerte”, pero lo hizo lo suficiente para que su voz sea reconocida. Santa Cruz fue el encargado de bajar del auto a la víctima. Su altura lo delató.
Antes de ser detenidos y procesados el 27 de marzo de este año, ninguno de los dos tenía antecedentes. Ahora enfrentan una pena de prisión de diez a 15 años que parece no afectarlos, indicaron fuentes de la investigación a PERFIL.
Los acusan de ser autores del delito de secuestro extorsivo agravado por el número de intervinientes, en concurso ideal, con el delito de robo agravado mediante el uso de arma de fuego y por haberse cometido en poblado y en banda.
“Saben que la cárcel puede a llegar a formar parte de su vida. No es algo que les quite el sueño”, indicó un detective que estudia sus movimientos. Tal vez por esa razón, no se molestaron en cubrir sus rostros, borrar sus huellas o no hablar de los secuestros por celular.
En el barrio de Ciudadela, “Pachu”, Jara y sus amigos no son personajes resistidos. Luego de cometer los secuestros, no buscaban escondite ni refugio, sino, volver a casa, un lugar donde los autos quemados y abandonados son parte del paisaje.
Los secuestros que comentieron no tuvieron planificación ni logística. Sólo necesitaron un coche robado y armas prestadas alquiladas en el barrio.
La decisión se toma entre amigos, a los pies de un monoblock, con cervezas de por medio. A la vuelta, con el botín en sus manos, subían fotos de lo obtenido a Facebook, la red social elegida también para posar con armas. El dinero terminaría gastado en regalos para novias, ayuda familiar y modestos lujos consumistas.
Dentro del grupo hay quien es mejor piloto, quien tiene mayor capacidad para extorsionar y negociar; no hay líderes. Debido a la facilidad con la que circulan con personas cautivas, no se descarta algún tipo de cobertura de la Policía Bonaerense.
El último secuestro en el que participaron y por el cual fueron procesados, ocurrió el 3 de marzo pasado, alrededor de las once de la noche. Cinco jóvenes, que circulaban en un Renault Clio, divisaron al hombre que sería su presa. Durante el cautiverio, los secuestradores llamaron a la esposa de la víctima. Le exigieron 150 mil pesos como rescate pero la mujer sólo pudo conseguir 3.320 dólares, 27.700 pesos, dos cadenas y dos relojes. Se los entregó a los captores sobre la Autopista del Oeste, a la altura del Puente Derqui y liberaron al hombre a pocos kilómetros de la misma traza, en Morón. Una modalidad de cobro y liberación que fue una constante de la banda de la que Santa Cruz y Jara se presentan como los referentes.
Dejaron el barrio pero cayeron igual
La Unidad Especializada en Secuestros Extorsivos (Ufese), a cargo de Santiago Marquevich, presentó un informe dando cuenta de un grupo criminal formado por varios sujetos de sexo masculino, oriundos de Fuerte Apache, que presentaban los mismos patrones en cada uno de sus golpes y la cantidad de las personas que participan –entre cinco y seis–, rodados, edades y rasgos fisonómicos descriptos por las víctimas.
Por primera vez, Axel “Pachu” Santa Cruz y Brian Jara ya no estaban seguros en el barrio donde se crió el futbolista Carlos Tevez. El 18 de marzo, en un operativo realizado por la Sub DDI de Pilar, fueron atrapados en la localidad de Carlos Keen, donde los jóvenes tienen allegados.
Santa Cruz ya tenía un pedido de detención de la fiscalía federal de Campana y la Fiscalía Federal 2 de Morón. A los efectivos les costó apresarlo. “Pachu” desplegó todas sus conocimientos de lucha para evitar el arresto. No fue suficiente. Ahora ambos esperan el juicio en la prisión de Marcos Paz.