El comisario principal Antonio Alfredo Pineda no era ejemplo de nada, aunque llevase orgulloso el uniforme de la Policía de Tucumán. Había recibido más de una condecoración por actos de servicio –la última en diciembre pasado y de la mano del gobernador Juan Manzur–. También había estado preso por balear a un hombre esposado y tiene abierta una causa por haber mandado a construir un calabozo “fantasma” en la comisaría de Los Sarmientos. Por sus reacciones violentas y el nivel de impunidad, hay quienes lo comparan con un personaje nefasto de la fuerza tucumana y símbolo de la mano dura, el gatillo fácil y la subversión: el Malevo Ferreyra.
En el pueblo donde vive y tiene una casaquinta con pileta, caballos y cancha de fútbol, muchos vecinos recuerdan sus multitudinarios cumpleaños y casi nadie se sorprende de una actividad ilegal que el jefe policial ama y fomenta: la riña de gallos.
Pineda fue detenido esta semana y pasado a disponibilidad preventiva por el Ministerio de Seguridad de Tucumán después de protagonizar un episodio inédito en la fuerza: un grupo de vecinos de la localidad de Juan Bautista Alberdi lo sorprendió robando 500 metros de cable de alumbrado público y lo retuvo hasta que llegaron sus compañeros y se lo llevaron preso.
El comisario principal asegura que le “tendieron una trampa”. Pero su versión es totalmente opuesta a la de los vecinos. Dice que “estaba con una señorita” cuando un grupo comenzó a golpearle la ventanilla de su camioneta. Sin embargo, los acusadores lo niegan y coinciden en que el jefe policial los amenazó con una escopeta.
De la detención no hay videos ni fotos por una simple razón: “El robo dejó sin luz a todos los vecinos, y cuando lo redujeron estaba todo oscuro”, cuenta a PERFIL una fuente con acceso a la causa. Por ahora, es la palabra del comisario contra la de los vecinos.
Violento asalto en una financiera: asesinan a un policía
Antecedentes. Pineda no posee un legajo intachable. Tiene otros dos procesos judiciales en trámite y hace unos años fue investigado por su labor en un cuádruple crimen, aunque la Justicia terminó absolviéndolo.
En julio de 2003 intervino en un extraño caso ocurrido sobre la Ruta Provincial 308, a la altura de la localidad de La Madrid. Allí fueron asesinados a tiros cuatro presuntos miembros de una banda de piratas del asfalto: Carlos Figueroa, Leonardo Pérez, Miguel Páez y Ricardo Tapia.
La versión oficial es que las víctimas intentaron asaltar un camión, pero otra –que sonó muy fuerte– indica que el comisario estaba custodiando un cargamento de droga y que los supuestos delincuentes intentaron apoderarse de la carga de una banda enemiga. Nunca se pudo comprobar. Diez años después, cuando era jefe en la comisaría de Los Sarmientos, sus propios subalternos lo denunciaron por haber transformado una habitación de la seccional en un calabozo. Allí –se sospecha– encerró y torturó a detenidos a cambio de dinero. Le imputaron los delitos de privación ilegítima de la libertad, amenazas y falsificación de instrumento público. La causa fue elevada a juicio pero el debate nunca se realizó. Desde 2016 el expediente está en la Cámara de Apelaciones, a la espera de una resolución, porque la defensa del comisario pidió el sobreseimiento.
En febrero del año pasado aparece en otro episodio violento: un supuesto ladrón es baleado en el glúteo y responsabiliza al comisario. Pineda reconoce haberle disparado pero asegura que fue cuando lo descubrió robando una garrafa en la casa de su vecina. Sin embargo, los investigadores lograron establecer que el ataque ocurrió en el domicilio de la víctima y que fue atacada mientras dormía.
En 2003 fue acusado y juzgado por su accionar en un cuádruple crimen
Por este caso fue detenido y separado de su cargo. Pero diez días después dejó la cárcel y recuperó su cargo, ahora como jefe de la comisaría de la localidad de Arcadia.
En diciembre volvió a ser noticia cuando fue premiado por el gobernador Juan Manzur, que lo distinguió por la cantidad de motos secuestradas en distintos operativos en Los Sarmientos. “Orgulloso de haber recibido de manos del señor gobernador y del señor vicegobernador la medalla de oro. A seguir poniéndole el pecho a las balas”, escribió en su cuenta de Facebook.
Pineda nunca ocultó su fanatismo por las riñas de gallos. Cada vez que recibía a amigos, compañeros o funcionarios en su casaquinta de Los Sarmientos, les mostraba sus mejores ejemplares
La riña de gallos es una actividad que está prohibida en gran parte del país desde el año 1954, cuando fue sancionada la Ley 14.346. De todas maneras, en algunas provincias, como Tucumán y Santiago del Estero, se realizaron de manera legal hasta 2015. Pineda es un “gallero” reconocido en la zona que, pese a la ilegalidad, siempre siguió fomentando la actividad.
La Soñada, su lugar en el mundo
Su casaquinta en Los Samientos se llama La Soñada. Allí están todos sus gallos pero también sus caballos. Es el lugar que soñó y donde pasa gran parte de su tiempo libre.
En el pueblo todos conocen a Pineda y su fama. Son famosos sus cumpleaños porque suele reunir a muchas personas y agasajar con buena comida y un espectáculo folclórico.
La Soñada tiene todas las comodidades que una casa de veraneo debe tener: pileta, cancha de fútbol y verde, mucho verde. Además de los gallos que cría para las riñas –prohibidas en la provincia desde 2015–, también tiene pavos reales y otras aves exóticas.
Por este lugar pasaron varios jefes de la Unidad Regional Sur, y también el actual titular de la fuerza, José Díaz, según da cuenta una nota publicada por el diario La Gaceta de Tucumán.
Para algunos, el vínculo que mantuvo todos estos años con las máximas autoridades explicaría por qué un hombre con tantos antecedentes siguió en la fuerza ocupando cargos relevantes. Pese a los cuestionamientos que recibió y las graves acusaciones, logró en diciembre pasado un nuevo reconocimiento a su labor en la Policía.