La cuestión de la vejez se convirtió en uno de los ejes de esta pandemia, “convirtiendo a las personas mayores en ‘sujetos en riesgo’; calificación que anudó de una manera insólita peligro, cuidado y controles”. Así explica el doctor en psicología Ricardo Iacub, director de una encuesta sobre Aspectos Psicosociales de las Personas Mayores en la Cuarentena (Iacub, Arias, Kass, Herrmann, Val, Slipakoff y Gil de Muro), de Psicología de la Tercera Edad y Vejez de la Facultad de Psicología de la UBA.
El objetivo del estudio fue analizar una serie de categorías relativas a las vivencias en cuarentena en 758 personas mayores de 60 años residentes de la Ciudad de Buenos Aires.
Las encuestas realizadas sobre esta población, en comparación con otras que enfocaron a diversos grupos de edades, “indican mejores condiciones emocionales ante la pandemia y el aislamiento en cuarentena, aun constituyendo un grupo de especial riesgo. Pero no se había focalizado una específica sobre los mayores”, detalla el profesional a PERFIL.
Esta encuesta mostró “una buena adaptación en los hábitos cotidianos de las personas mayores, tales como el dormir, pasar más tiempo en la cama, la alimentación, u otros. Lo que podría ser explicado a partir del factor ‘ajuste’ ante nuevos contextos, ya que los mayores, especialmente aquellos ya jubilados, las personas más viejas, y las mujeres (al menos en esta generación) modificaron menos su cotidianeidad”, explica Iacub sobre las principales conclusiones.
Hallazgos. Para el médico, uno de los descubrimientos más relevantes del estudio son “las buenas condiciones psicológicas que permiten afrontar este momento: aun cuando existen ciertos niveles de tristeza y de ansiedad, siempre bajos o moderados, cuando se abordan los miedos o los pensamientos recurrentes sobre la muerte, estos disminuyen a nada o poco”, dice.
“Este efecto de regulación de emociones negativas da cuenta de recursos psicológicos que en las últimas décadas tienen mucha evidencia científica pero siguen teniendo poca repercusión en lo social”, determina.
“Incluso ante la consulta sobre los factores que facilitaron atravesar la cuarentena se destacó un fuerte apoyo en recursos tales como la tolerancia, la paciencia, el buen humor, la capacidad de adaptación, la calma y la creatividad”, dice. Tal cosa, agrega, “indicaría un mayor control secundario, es decir la capacidad de postergar lo que no se puede realizar, fortalecer lo que sí se puede o simplemente modificar el deseo, cuando no se encuentra la posibilidad de efectivizarlo”, indica, y agrega que ello “indicaría que una disminución del control directo y concreto reforzaría un aumento del control psicológico, en este caso sobre lo imponderable de la pandemia”.
Las personas entrevistadas “dieron cuenta de aspectos contradictorios, la preocupación y la diversión o la falta de largos horizontes y la focalización en metas cortas y significativas, que conviven permitiendo lograr bienestar. Lo que la teoría explica como una mayor complejidad y riqueza emocional en la vejez. Conjunto de recursos que se potencian en esta etapa vital, debido a la experiencia, a las vivencias de limitación y hasta a la certidumbre de finitud que potencia nuestras ganas de no pasarla mal”, agrega Iacub.
Para el profesional, “es importante reconocer que estos recursos psicológicos no son ilimitados y pueden ser factibles mientras los escenarios de la pandemia sean medianamente controlables, como los que hasta el momento estamos observando”.
Algunos datos. En el estudio hay datos que dan cuenta de las diferencias entre géneros e incluso entre edades. El 70% del total de los encuestados dice que salió para comprar -el 48.2% para ir al banco, el 26.2% para atenderse por salud (incluye vacunación)- y el 15.5% no salió de la casa. Los varones salieron más que las mujeres, sobre todo para ir a banco, y para ir a comprar. Los mayores de 75 salen menos a comprar que los de 60 a 74, pero salen más a realizar pagos. Solo un 16,9% de los mayores de 75 no salieron para nada, mientras que en los menores de 75 solo un 4% no salió.
Con respecto a las consultas médicas, en tanto, varones y mujeres se comportan de modos similares pero la mayor diferencia reside en consultar al médico de cabecera con un porcentaje mayor de mujeres (34,1% a 26,3 %) y esta diferencia es mayor en el nivel educativo más alto.
Los varones elegirían llamar al 107 y tomar analgésicos, ambas tendencias aumentan a medida que disminuye el nivel educativo. Además, también elegirían ir a una guardia, tanto en el nivel educativo más bajo como en el más alto y especialmente aquellos que trabajan.
Las personas que trabajan, menores de 75 años, son los que más asistirían a una guardia (8%), así como también mayores de 75 que se encuentran trabajando son los que más recurrirían al consumo de analgésicos (8,5%), y menos seguirían los protocolos de llamado al 107, en comparación con los jubilados, o jubilados que trabajan. El 53,8% de los mayores de 75 llamarían al 107 ante síntomas, mientras que en los menores, el 61,3%. Un 7,9% de los mayores de 75 asistirían a un centro de salud ante síntomas, agrega.