Cuando terminaba el G20 de 2017 en Hamburgo, Mauricio Macri sacó a relucir una de sus jactancias preferidas: la “vuelta de la Argentina al mundo”. Desde el arranque del ciclo cambiemita, tanto el Presidente como sus funcionarios invocaron esa frase para sacar ventaja en la comparación con el kirchnerismo. La realización del G20 en Buenos Aires alimentó ese discurso oficial a lo largo del último año. Pero las metas del encuentro, postuladas por el propio gobierno, fueron moderando sus expectativas.
Entre el complejo panorama geopolítico y la imposibilidad argentina de avanzar en algunos acuerdos (como el del Mercosur con la Unión Europea y el posible ingreso del país a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), más el reciente papelón del River-Boca, el macrismo se empezó a conformar con objetivos menos ambiciosos. A último momento, en Casa Rosada pretendían atravesar la cumbre en paz. Y a su vez se anotaban un gol conocido de antemano: Buenos Aires es la primera reunión del G20, desde el 2008, que se realiza en Sudamérica.
Bullrich y las fuerzas celebraron aliviados el éxito del operativo de Seguridad
“De un país fuera del mundo, ahora tenemos la responsabilidad de organizar el foro”, se entusiasmaba Macri en julio del año pasado. Ni él ni su círculo de asesores imaginaban que, a cuatro días del inicio de la cumbre en Argentina, el ministro de Seguridad porteño iba a renunciar a raíz de un operativo policial deficiente en la final de la Copa Libertadores. Cerca de Macri admitieron lo evidente: el ataque el micro de Boca y la suspensión del partido perjudicaron la imagen del país y del Gobierno. Sobre todo porque el Ejecutivo pretendía hacer gala de su capacidad organizativa, frente a los 19 países invitados.
“Presidiremos la cumbre del G20, en reconocimiento a la valentía de las reformas que estamos llevando adelante. Queremos aprovechar esa oportunidad única para mostrar al mundo que somos socios confiables”, afirmaba en marzo pasado el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, poco antes de que el Gobierno pidiera el auxilio casi urgente del FMI.
Terminó el G20: balance de ganadores y perdedores
Sin abandonar nunca el eslógan de “la vuelta al mundo”, Marcos Peña fue el encargado de darle un sentido al rumbo macrista, esta vez vinculado al papel global de la Argentina. En uno de los textos breves que difunde por Facebook, titulado “Por qué es importante el G20 para vos”, Peña prometió que el encuentro podría servir para “generar millones de puestos de trabajo”, “terminar con la pobreza” y “lograr una sociedad con igualdad de oportunidades para todos”.
La crisis del multilateralismo, sumada a las desconfianzas cruzadas entre los veinte países, atenta contra el alcance del consenso final. Esa dificultad se refleja en las prioridades elegidas por la Argentina para ser tratadas en la cumbre: futuro del trabajo, infraestructura para el desarrollo y un futuro alimentario sostenible. Son ejes un poco fríos y alejados de la coyuntura global más problemática.