“Nadie quiere romper”, dice un Alberto Fernández que se reencontrará con la vicepresidenta el próximo miércoles. La cita será pública y, más allá de la atención que se llevará el discurso presidencial en la inauguración del año parlamentario, todas las miradas apuntarán a un momento que se volvió casi ficción en este período: las más de tres horas que compartirán, obligados y por protocolo, juntos.
Para quienes esperan una definición del Presidente sobre su futuro electoral, no la tendrán. Alberto Fernández no utilizará su discurso para hablar de candidaturas ni dará señales concretas. “No me apuren”, repite. Ante la prisa del kirchnerismo por conocer sus planes, el mandatario explica que pasaron diez días de la reunión en la que participaron los principales dirigentes del Frente de Todos sin que nadie le trajera el nombre de un candidato que le asegurara una victoria electoral. “Se trata de un acto institucional. Políticamente no supone nada más que respetar las formas constitucionales”, explica en la intimidad cuando le preguntan sobre qué pasará este miércoles cuando dé un largo discurso con la titular del Senado a su lado.
El jefe de Estado irá al Congreso poco después de que se rompiera el bloque del Senado
Será su última presentación y allí repasará todos sus logros. El secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, fue el encargado de recolectar los informes de gestión con los que el jefe de Estado comenzó este fin de semana a delinear las palabras que dirá desde Diputados. También hablará de todo lo que queda por hacer con una mención al Congreso, que no avanzó con sus iniciativas. Habrá mensajes para los propios y para una oposición que esta semana llegó a frenar dos iniciativas como la Ley Lucio y la de Alcohol Cero.
Apuntará también a la Justicia. Habrá un momento que se dedicará a mencionar la inocencia de su compañera de fórmula. El jefe de Estado no entiende por qué se instaló tan fuerte el mensaje de la proscripción y ya nadie habla de su inocencia. Así como no hablará de su propia candidatura, tampoco lo hará sobre la de la vice.
El viernes se comenzaron a cursar las invitaciones después de una reunión que el día anterior mantuvieron las autoridades del Senado y de Casa Rosada para coordinar el evento. El protocolo se seguirá tal como se indica: la primera imagen de Alberto Fernández y Cristina Kirchner juntos será en la explanada del Congreso. En el recinto estarán los legisladores y habrá lugar para funcionarios, gobernadores e intendentes. También los miembros de la Corte Suprema tendrán reservadas sus sillas ya que todos fueron invitados (ver aparte). En este encuentro en el que avanzaron con la organización, se habló de no movilizar. Está claro que el kirchnerismo no lo tenía en sus planes, pero desde el entorno del mandatario dijeron que tampoco avanzarán con ello, más allá de que alguna organización sí pueda estar en la Plaza del Congreso.
Cristina Kirchner regresará del sur este domingo y lo hará junto a Máximo Kirchner. Una de las presencias que sorprenderían en la Asamblea es la del diputado, que esta vez vuelve a Buenos Aires a tiempo. El líder de La Cámpora estuvo ausente en dos de las tres inauguraciones anteriores del período legislativo que le corresponden a Alberto Fernández. Su presencia podría ser un nuevo gesto de diálogo después de haber estado en la mesa que se creó para discutir las reglas electorales. Fernández destaca el discurso de Máximo de ese día (no así el de su ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro) y explica que las conversaciones entre ambos sectores continuaron, pero ya con las segundas líneas.
El jefe de Estado arribará al Congreso pocos días después de que el bloque oficial del Senado se rompiera. “Vos sos el primer presidente desde el regreso de la democracia que visitó San Luis. ¿Cómo me voy a pelear con vos?”, le dijo el gobernador Alberto Rodríguez Saá a horas de que cuatro senadores abandonaran el espacio, incluyendo una puntana. También lo llamó Gustavo Bordet para deslegitimar la maniobra del entrerriano Edgardo Kueider. Ambos jefes provinciales repartieron elogios públicos hacia el Presidente cuando el bloque se partió.
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Alberto F detalla que estuvo un año tratando que esa ruptura no sucediera, pero explica que su gestión no tiene nada que ver con que finalmente el bloque se haya dividido. Desde la Casa Rosada dicen que, lejos del planteo de Guillermo Snopek, que marcó diferencias con el Presidente, los otros tres integrantes explicaron por lo bajo que su salida tenía que ver con la conducción kirchnerista por no tenerlos en cuenta al momento de discutir proyectos y solo les avisaban cuándo debían ir a votar.
Lo de Snopek es distinto: “Un día me vino a pedir que intervenga la provincia de Jujuy, al tiempo que intervenga la Justicia de esa provincia y como le decía que yo no podía hacer semejante barbaridad, ya lo último que me pidió es que intervenga el PJ y que se lo dé a él”, relata, molesto el jefe de Estado. Lo de Carlos Espínola tampoco sorprende. “Cada vez que venía a hablar era para pedir un cargo para un amigo”, dicen desde Balcarce 50. “No van a hacer daño”, agregan desde el oficialismo sobre cómo funcionará ahora este bloque que comandará Alejandra Vigo, mujer de Juan Schiaretti, lanzado ya a una candidatura presidencial.
Este es el escenario al que llegará el jefe de Estado el próximo miércoles. Sabe que es su último discurso de este período y espera poder volver. Pero aclara: “No priorizo mi nombre, priorizo el triunfo”. Ayer, y como antesala, pidió a través de las redes “dejar de lado el barullo político y atender el murmullo de los que más necesitan del Estado”.
Expectativa por los jueces de la Corte
Un año atrás, Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz, Ricardo Lorenzetti y Juan Carlos Maqueda, los cuatro miembros de la Corte Suprema de Justicia, escuchaban desde un palco cómo Alberto Fernández apuntaba contra un Poder Judicial que venía perdiendo cada vez mayor confianza en la sociedad. Tal como indica el protocolo, los magistrados volvieron a ser invitados a participar de una nueva Asamblea Legislativa, el próximo miércoles 1º de marzo, pero el enfrentamiento fue mucho más allá y los boletos llegan en medio de un debate parlamentario en el que el oficialismo apunta a concretar un pedido de juicio político contra los representantes del máximo tribunal.
Su presencia o ausencia será una de las noticias del miércoles cuando el jefe de Estado ingrese al recinto a dar su cuarto discurso, en el que no faltarán cruces contra sus miembros y el renovado pedido para ampliar el tribunal.