POLITICA
estrategia poselectoral

Alberto Fernández abre la segunda etapa dispuesto a gobernar sin pedir permiso

El Presidente comenzó a hacer varios movimientos autónomos al kirchnerismo. Wado De Pedro cada vez más alejado y el regreso del diálogo con Máximo Kirchner.

 20211205_alberto_fernandez_cumpleaños_presidencia_g
Fortalecido. El Presidente siente que está cerca el acuerdo con el FMI. Yendo al acto de la UIA, saluda a una cumpleañera. | Presidencia

Alberto Fernández tomó el teléfono y llamó a Roberto Feletti. Minutos antes, el Presidente había vuelto a escuchar en boca de terceros fuertes críticas que Débora Giorgi había lanzado sobre su gestión. No era la primera vez: “Hacía kirchnerismo furioso apuntando siempre a Alberto”, dicen en la intimidad de la quinta de Olivos. No hubo ningún aviso. Ni a Cristina Kirchner y mucho menos a Eduardo “Wado” de Pedro, el funcionario más fuerte de este sector. El jefe de Estado decidió no oficializar el nombramiento de esta tercera línea y así forzar su salida. La comunicación a la vicepresidenta llegó por parte del secretario de Comercio una vez que el Presidente había tomado la decisión y asegurado que no habría marcha atrás.

Durante 52 días ejerció como subsecretaria de Comercio Interior. Débora Giorgi llegó con Roberto Feletti, lo que generó un fuerte malestar del ministro de Producción, Matías Kulfas, con quien ya había tenido varios cruces. El funcionario no la quería en el cargo, pero más allá de la disputa personal fue el Presidente quien decidió no firmar su designación. Giorgi tiene como jefa política a Cristina Kirchner y en reuniones con empresarios, funcionarios y distintos dirigentes no ocultaba sus críticas al Presidente. Hoy, quedó afuera del Gobierno.

La decisión de su salida sin aviso previo a Cristina Kirchner tiene que ver con un Alberto Fernández que se siente fortalecido. “No hay que comprarse el verso de que va a ir contra el kirchnerismo porque Alberto va a ir y venir constantemente tratando de hacer equilibrio, pero siente que a partir de ahora puede gobernar tomando decisiones sin tener que estar pidiendo permiso”, dicen en su entorno.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

El presidente decidió no firmar la designación de Giorgi, que no ocultaba sus críticas

Un ministro reproduce las palabras que el Presidente lanzó en un almuerzo el último lunes con sus funcionarios de mayor confianza. “A partir de ahora y los próximos dos años, gobierno yo”. En otro momento de su gestión, si no lo hablaba con su compañera de fórmula, la salida de Giorgi la hubiese consensuado con Eduardo “Wado” de Pedro. Pero el ministro del Interior, que encabezó la ola de renuncias públicas que no fueron, perdió la confianza y el privilegio de discutir las decisiones presidenciales. Este lunes quedó afuera del almuerzo que tuvo el Presidente con sus ministros políticos. Casualidad o no, con agenda en Neuquén, lo cierto es que De Pedro se quedó sin silla en el almuerzo del Presidente con Juan Manzur (jefe de Gabinete), Gabriel Katopodis (Obras Públicas), Juan Zabaleta (Desarrollo Social), Santiago Cafiero (Relaciones Exteriores) y Jorge Ferraresi (Desarrollo Territorial y Hábitat).

No solo un sector que gobierna perdió la confianza en este ministro por sus movimientos políticos. También hay críticas a su gestión. “Hablando de funcionarios que no funcionan, Wado tiene que explicar cómo en un año electoral tiene una subejecución en su presupuesto y perdieron en todos los lugares que armaron listas como Mercedes, Santa Cruz, La Pampa”, dice un colaborador del Presidente.

Alberto Fernández hará algunos movimientos más en su gabinete pero asegura que se mantendrá el reparto actual de fuerzas. “Lo que ellos manejan, lo van a seguir manejando”, dicen en el Gobierno sobre los ministerios controlados por el kirchnerismo. Admiten que alguna sorpresa llegará desde secretarías y subsecretarías. Más allá de tratarse de segundas y terceras líneas, en la importancia de los nombres de quienes ocupan esos cargos o quienes lleguen estaría la novedad. Algo similar a lo que significó la salida de Giorgi.

En el albertismo no hablan de ruptura pero sí de un cambio de estrategia y funcionamiento de la alianza. “Alberto le va a contar sus jugadas a Cristina Kirchner pero no va a pedir permiso. La decisión de ir a la Unión Industrial Argentina también tuvo que ver con eso”, dicen en su entorno. Eso sí, nadie sabe ni se anima a adelantar cuál será el rol de la vicepresidenta desde ahora y si dejará que Fernández tenga la lapicera, tal como escribió.

Habrá más movimientos en el gabinete pero se mantendrá el reparto de fuerzas

El vínculo con el apellido Kirchner no atraviesa por su peor momento. El viernes 26 de noviembre, Máximo Kirchner estuvo más de dos horas en la quinta de Olivos en un encuentro a solas con el Presidente. La economía fue eje central de la charla en medio de un almuerzo e incluyó el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

Alberto Fernández apuesta todo a la renegociación de la deuda. El plan plurianual que contiene los principales lineamientos del programa económico lleva al ministro de Economía, Martín Guzmán, a visitar casi a diario al Presidente. Entre desayunos en la semana y reuniones más extensas los fines de semana, el Presidente y el ministro de Economía delinean el proyecto que ya adelantan que contará con acompañamiento del Congreso. El jefe de Estado confía a sus íntimos que Cristina Kirchner y el titular del bloque de Diputados, Máximo Kirchner, apoyen el plan. Y va más allá: dejarán que avance el acuerdo con el FMI.

Fernández entra en el tramo final de esta negociación y da inicio a sus últimos dos años de gobierno. Asegura que esta etapa sí será la “gestión de sus propias decisiones”. Entre la pandemia y las internas del Frente de Todos que dominaron los primeros dos años de su mandato, recién ahora siente que puede ir hacia donde se lo propuso el 10 de diciembre de 2019. Sabe que estos 24 meses de gestión definirán su futuro y el de un peronismo que cree que en 2023 podrá seguir gobernando.