—Alfredo, ¿a qué hora se hará la asamblea? –pregunta a los gritos un joven productor subido a una Toyota Hilux 4x4, el vehículo maldito.
—Soy Atilio, hermanito –responde el hombre bajito de pelo canoso mientras le muestra a su colega dos veces los dientes de su maxilar superior.
En Arroyo El Sauce, donde los ruralistas acampan hace dos semanas, el apellido De Angelis tiene dos rostros: el de Alfredo, el duro sindicalista que dirige el piquete agropecuario, y al que le falta un diente incisivo, y el de Atilio, el hermano mellizo, que se dedica tiempo completo a las tareas del campo pero que se sumó a la protesta contra la suba de las retenciones.
Ambos nacieron en la localidad entrerriana de María Grande, en el departamento de Paraná, pero se vincularon desde temprano con la actividad agropecuaria de la ciudad de Gualeguaychú. “Mi viejo nos mandaba a trabajar en 1972 en el tractor de un vecino. Eran casi 300 kilómetros por caminos de tierra”, recuerda Atilio mientras se lanza, deseperado, a la búsqueda de su hermano para recordar aquellas épocas. Se pierde por completo entre los ruralistas. Los de Angelis son también escurridizos cuando de preguntas se trata.
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