POLITICA
nueva derecha

Anatomía del voto joven que llevó a Milei al triunfo en las Primarias

Tienen menos de 25 años. Muchos son trabajadores informales y desocupados, parte de una generación que ve al Estado como un problema más que una solución. Si se analiza a este colectivo, el fenómeno va más allá del “voto castigo”: se trata de un sector que expresa un compromiso y que tiene participación activa en las redes sociales. Lejos de la idea de una derecha conservadora, la caída del salario de los varones jóvenes es una de las claves. La opinión de especialistas.

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Victoria. Javier Milei, en el escenario de su triunfo en las PASO, del domingo pasado. Superó el 30% y fue el candidato más votado. | NA

Mientras Javier Milei esperaba los resultados en el Hotel Libertador, el domingo pasado, sus seguidores comenzaron a acercarse al edificio. Autoconvocados, llegaban en colectivo o caminando con la esperanza de que el líder de La Libertad Avanza saliera a saludar. El perfil era el mismo que, desde hace un tiempo, vienen describiendo quienes estudian el fenómeno en ascenso de la nueva derecha. No había glitter progresista, bombos sindicales ni emprendedores millonarios de garaje. En su mayoría eran jóvenes, muy jóvenes, trabajadores informales o desocupados. El batacazo del resultado sacó de los ámbitos teóricos una pregunta que ahora resulta clave para toda la dirigencia: ¿qué hay detrás del voto que llevó a “El León” a triunfar en las PASO?

Decir que se trata solo de “un castigo a los políticos” no parece suficiente. En definitiva, es un sector que una vez más apuesta por un político, que fue a votar, que tiene una participación activa en las redes sociales, y que incluso se movilizó el 13 de agosto a la noche, a pesar del frío y de que nadie lo había convocado de forma orgánica.

Doctor en Ciencias Sociales, Tomás Borovinsky habla del “tsunami de la ira” y cita a Ernesto Laclau. “Podría decirse que hay una cadena equivalencial de demandas que se alinean con un liderazgo. Y, de pronto, podés ver juntos a un empresario pyme harto de los impuestos, a un kiosquero cansado de la inseguridad y a trabajadores autónomos que no están sindicalizados y son parte del capitalismo de plataformas”, asegura.

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Años de fracaso económico y social, una actitud y una estética, una forma potente más allá del contenido y una capacidad de construir comunidad de abajo hacia arriba, podrían ser algunas de las claves para comprender por qué los jóvenes sub-25 eligen a Milei.

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Bunker de Milei. Fotos: Sergio Piemonte 

La economía, la principal preocupación. Afuera del Hotel Libertador los seguidores de Milei decían que la economía y las condiciones materiales eran una de sus mayores preocupaciones. Falta de trabajo, informalidad o inflación eran los conceptos que se repetían. La dolarización que propone el libertario, como contracara, era una propuesta que muchos compartían porque “total el país ya está dolarizado”.

Ana Miranda es socióloga e investigadora del Conicet. Se especializa en juventudes y asegura que “la veía venir”. “En las investigaciones lo que venimos viendo hace mucho es que los varones jóvenes, sobre todo después de la pandemia, han enfrentado muchas dificultades. Y el espacio donde pudieron expresar esas quejas fue el de Milei”, asegura.

Para Miranda es imposible comprender el fenómeno sin observar el salario de los jóvenes, sobre todo de los varones. La inmensa presencia masculina en La Libertad Avanza es algo que cualquier observador puede notar y para la experta hay una explicación en términos de género: “La sociedad no ha cambiado tanto y al varón se le sigue exigiendo sostén y provisión. Por supuesto que hay excepciones, pero los hombres jóvenes tienen que cumplir con esa exigencia, no encuentran respuestas en la economía y se genera una situación de mucha impotencia”, agrega.

El descontento con la situación económica no es ninguna novedad, pero el triunfo de Milei sorprendió a todos porque significó, también, la peor elección de la historia del peronismo y la peor elección de la corta historia de Juntos por el Cambio. Para Borovinsky, algo se rompió: “Para mí, está claro que es un fin de época. En 2015 se hablaba de un fin de ciclo, pero ahora estamos en el final de una época porque hay agotamiento cultural y económico”, señala.

El historiador Federico Finchelstein, especialista en fascismos, es categórico: para él, Milei representa “un peligro para la democracia”. “Es un personaje que se expresa en términos fundamentalistas y crea un culto a su persona”, dice. Pero agrega: “No hay Milei sin Macri y sin Cristina. Hubo distintos fracasos y la gente salió a buscar opciones mágicas y totalmente mecánicas”.

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La palabra con la que La Libertad Avanza sintetizó el rechazo a todos los que gobernaron el país en los últimos años fue la “casta”. Afuera del Hotel Libertador se escuchó toda la noche a los jóvenes cantar “la casta tiene miedo” o “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”.

A contramano de cierto sentido común, uno de los colaboradores del equipo de comunicación de Milei, un joven de 20 años que se acercó al libertario a los 15, pasó toda la tarde quejándose más de Patricia Bullrich que del peronismo. “Ella no es ningún cambio”, repetía.

Jóvenes libertarios: qué piensan del Estado y la democracia. “Hablarle a ese sector del rol de la universidad pública o del acceso a la salud y a la educación pública es difícil, porque muchos de esos actores no reciben muchas de las cosas buenas que puede tener el Estado o reciben la parte mala como la burocracia o los impuestos. Y hay un mundo del trabajo que no es parte de lo que podemos llamar ‘aristocracia sindicalizada’”, dice  Borovinsky.

Milei lo sabe. Cuando se subió al escenario a festejar el resultado gritó: “Estamos ante el fin del modelo de la casta, basado en esa atrocidad de que donde hay una necesidad nace un derecho”. El público lo ovacionó.

Para los jóvenes seguidores de Milei, el Estado, lejos de ser un amparo, es un problema. Una de las razones es que se trata de una generación que nació a finales del siglo XX o principios del XXI, para quienes el fracaso económico, político, social y cultural de la dictadura no aparece en sus recuerdos. Y, por el contrario, sí fueron testigos de “un Estado que es cada vez más grande, pero que no tiene mejores servicios”, agrega Borovinsky.

Finchelstein coincide en el factor edad para comprender el voto joven de Milei. De hecho, dice que quizás, esa sea una de las razones por las que esta nueva derecha, que ya llegó al poder en lugares como Brasil, EE.UU. o España, demoró en llegar a la Argentina. “Hasta hace poco en nuestro país había una conciencia más clara sobre la horrible dictadura. Pero el legado de esa dictadura fue apropiado por algunos sectores y en vez de pertenecer a todos, pareció quedar identificado con una perspectiva política. Y Milei tomó mucho de esa posibilidad. A diferencia del ultraderechista chileno José Antonio Kast, quien dijo: ‘Si Pinochet estuviera vivo votaría por mí’, Milei es un poco más aplacado. Pero su compañera de fórmula es Victoria Villarruel”, asegura.

La Libertad Avanza y una comunidad propia. En las elecciones provinciales la baja participación electoral y los números paupérrimos de los candidatos de La Libertad Avanza hicieron que muchos empezaran a hablar de una “mayoría silenciosa” que iba a expresarse en las PASO. Hubo quienes pronosticaban que se trataba de un sector que iba a inclinarse por las opciones moderadas y de centro. Pero se equivocaron. “La marea silenciosa terminó siendo el mileismo”, dice Borovinsky.

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Sin embargo, muchos de esos jóvenes no estaban tan callados y aunque no están presentes en los medios tradicionales, tienen una vida virtual más que activa. “Después de la pandemia se agudizó: las personas jóvenes viven en las redes, están en ese mundo intensamente y eso traspasa las visiones políticas territoriales. Una de las novedades más marcadas es que los jóvenes ya no responden a lo que hacíamos nosotros, que tendíamos a reproducir los primeros votos con las tendencias políticas familiares”, sostiene Miranda.

Afuera del Hotel Libertador, los jóvenes sub-25 contaban con gracia cómo se encendían las discusiones familiares en sus casas. Con padres y madres votantes del peronismo o el antiperonismo, ellos repetían orgullosos por qué se diferenciaban.

La formación política de los seguidores de Milei no es familiar ni está atada a los partidos tradicionales, sino que tiene una conexión muy potente con las redes sociales. “La tecnología tuvo un efecto disruptivo de abajo hacia arriba y lo vemos en todo el mundo. Crecen liderazgos que muchas veces son grandes destructores de autoridades. Y esos espacios virtuales son clave para comprender cómo se crean redes y conexiones entre personas dispersas del país y del mundo. Acá tenés libertarios argentinos que leen y traducen discusiones de streamers de Estados Unidos. Eso genera comunidad y corona nuevos liderazgos”, dice Borovinsky.

Milei comprendió el lenguaje de las redes con velocidad. No es algo nuevo, pero en Argentina él fue el único que supo que el mensaje tiene que ser rápido, contundente y emocional. No importa explicar cómo se puede dolarizar, qué pasaría después de quemar el Banco Central o argumentar en profundidad sobre la venta de órganos. No importa que grite contra la casta y que en las provincias se haya aliado con los dirigentes que más representan a la clase política enquistada en el poder, que lo hayan denunciado exmiembros de su partido de armar listas con la venia del massismo o que cada vez se conozcan facetas más disparatadas de su vida privada, que ponen en duda su estabilidad.

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“Lo que importa no es lo que dice o el contenido sino lo que representa. Y lo que representa es una actitud de ‘no me importa nada’ o ‘rechazo todo’ y eso genera cierto interés. Los líderes populistas logran, a través de este nuevo paisaje electrónico y mediático, saltear a los medios tradicionales y comunicarse con el público sin tener que responder preguntas de periodistas que les pidan explicaciones”, sostiene Finchelstein.

Parece parte del pasado el momento en el que el kirchnerismo se arrogaba haber sabido convocar a la juventud y la militancia copaba las calles. Los dirigentes de Juntos por el Cambio tampoco supieron cómo hablarle a ese sector. Patricia Bullrich, a tono con las tendencias “de moda”, profundizó su derechización, pero no los sedujo. Mucho menos lo hizo Horacio Rodríguez Larreta en TikTok.

El equipo de comunicación de Milei sabía, antes de las elecciones, que estaban consolidados entre los sub-25. De hecho, en las semanas previas empezaron a segmentar su discurso en redes y lo dirigían a la franja que tenían más floja: los electores de entre 35 y 50. Dicen que les resultó bien, que sin eso no hubieran obtenido el porcentaje del domingo. Lo repiten con risas y sin ningún tipo de cuidado por las formas. Desfachatados y sin preocuparse por los modales, están lejos de ser la derecha conservadora y pacata que se pensaba en el siglo XX.

“Si ves la foto del búnker del domingo y a las personas que estaban en el lugar, Milei expresa una nueva forma de derecha que tiene a la diversidad incorporada. No ves un cuadro de personas hegemónicas y esa es una tendencia muy occidental. Los Bukele, las Meloni o los Trump no representan al viejo conservadurismo y esa es parte de su identidad”, agrega Miranda. Un ejemplo del análisis teórico estuvo el mismo domingo en el búnker: Lilia Lemoine, candidata a diputada que se hizo conocida en redes sociales, festejaba la victoria diciendo que irá al Congreso con sus trajes de cosplayer.