En el interior del país circulan dichos maravillosos que condensan décadas de sabiduría popular. Por ejemplo: "Estar al salto por un bizcocho", que se refiere a los serviles que viven pendientes de lo que sugiere/indica/ordena el patroncito o la patroncita. Me parece que se aplica a los casos del programa 6.7.8, que se emite por el canal estatal, o a periodistas como Eduardo Anguita, abonado a ése y otros programas del holding de medios del Gobierno.
Aclaro que me refiero al formato de 6.7.8 y no a sus panelistas, que, en su mayoría, son buenos colegas; algunos, incluso, deben estar en la TV pública por sus convicciones y no por el dinero que reciben. Sin embargo, el tema es que 6.7.8 tiene un formato que lo desliza rápidamente, inexorablemente, del periodismo militante al patrullaje político e ideológico; pasan de defender al Gobierno y a todos sus funcionarios a atacar, despedazar, destruir a los periodistas que no forman parte de la cadena de felicidad K.
Es comprensible: ningún grupo político va a auspiciar un programa semejante si no les sirve para atacar a quienes ellos consideran enemigos. Anoche, 6.7.8 debatió sobre las entrevistas a Videla que forman parte de mi libro Disposición Final. No fue, en realidad, un debate porque no pude expresar mis ideas y posiciones ya que no me invitaron. Si siguen interesados, me ofrezco a asistir al programa, claro que con unas mínimas condiciones que aseguren un trato civilizado.
Un caso similar es el del periodista Eduardo Anguita, un colega que me elogiaba mucho hasta que lo invadió la fiebre kirchnerista y que ahora me despedaza cada vez que tiene ocasión. Anguita dice que no leerá mi libro, pero igual se las arregla para cumplir su misión a través de análisis desopilantes. Es un profesional siempre bien ubicado en el presupuesto público: menemista cuando tuvo que trabajar en Telam; de la Alianza cuando De la Rúa fue presidente; kirchnerista con Néstor; cristinista con la Presidenta actual.
Como a él le gusta hurgar en el pasado de los otros, me gustaría que alguna vez explicara qué sentía y qué pensaba cuando formaba parte del Ejército Revolucionario del Pueblo; leería con mucho interés un artículo de él dónde explicara aquella locura de atacar el Comando de Sanidad del Ejército, el 6 de septiembre de 1973, en pleno gobierno constitucional del peronismo y cuando Juan Perón se aprestaba a ganar por tercera vez las elecciones presidenciales. Allí murió gente, cadáveres que siguen guardados en algunos armarios.
La entrevista que desató el debate en 6.7.8:
* Autor de "Disposición final"