POLITICA
Biden o Perón

Argentina desaprovecha un escenario internacional favorable para la economía

La soja, el trigo y el maíz están en su precio más alto en ocho años, la Reserva Federal mantiene tasas bajas y el país recibirá 4.300 millones de dólares adicionales del FMI.

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Lo internacional en clave parroquial. Fernández comparó a Biden con Perón y la oposición festejó el triunfo del PP en Madrid. | cedoc

Hace exactamente un año, PERFIL informaba que Joseph Robinette Biden planeaba una gestión presidencial a lo Franklin Delano Roosevelt. Por ese entonces, el candidato  hacía una campaña atípica desde el sótano de su casa en Delaware, convencido de que las crisis económica y sanitaria requerían una respuesta decidida de la Casa Blanca. En Argentina eran días de filminas, de concordia entre Nación, Ciudad y Provincia, y de relativo éxito en evitar la propagación masiva del virus. Hoy, el escenario cambió radicalmente. Biden culminó sus primeros cien días en la presidencia cumpliendo con éxito su libreto rooseveltiano, con un masivo plan de estímulo fiscal, de infraestructura y de inversión en educación, y una eficiente campaña de vacunación a  su población adulta, mientras Argentina se asomaba a una segunda ola más letal que la primera y a las tensiones fratricidas dentro del Frente de Todos. 

Si la pandemia fue en 2020 una tormenta perfecta para un Gobierno que recién nacía, el escenario internacional envía este año señales positivas para la recuperación de la economía que Argentina está desaprovechando. 

Los granos alcanzaron el viernes precios récords en el mercado de Chicago, impulsados por la sequía en Brasil y por una fuerte demanda de China. La tonelada de soja rozó los US$ 600, su máximo nivel en ocho años; la de maíz cerró a US$ 304, récord desde 2012; y el trigo a US$ 284, su precio más alto desde 2013. El ingreso de divisas por la liquidación de la cosecha gruesa le da oxígeno al Gobierno para mantener a raya la brecha cambiaria, pagar vencimientos de deuda con el FMI mientras posterga el acuerdo, y, en menor medida, robustecer reservas del Banco Central.

Desde Washington también llegan noticias auspiciosas. Tras el visto bueno de Biden a una ampliación de capital en el FMI, Argentina recibirá en los próximos meses 4.300 millones de dólares en Derechos Especiales de Giro (DEG). Jerome Powell, titular de la Reserva Federal, también “juega para los emergentes” manteniendo tasas en niveles mínimos de 0 a 0,25%, lo que incentiva a los inversores a comprar deuda de esos países. Los datos del empleo del viernes en Estados Unidos, peores de lo que se esperaban, dispararon las acciones en Wall Street y el Merval, eufóricas por la garantía de la continuidad de la política monetaria estadounidense.  

Con gran parte de su población adulta inmunizada, Estados Unidos empezó a hacer diplomacia de las vacunas, lo que también supuso una buena noticia para el Sur Global. No sólo anunció que apoyará en la Organización Mundial del Comercio la suspensión de patentes, sino que también dijo que donará 60 millones de dosis de AstraZeneca a otros países. Argentina está en la fila para recibir una porción de ese stock, tras el encuentro en Buenos Aires de Juan González, asesor de Biden para el Hemisferio Occidental, con Alberto Fernández y el canciller Felipe Solá.

Con vacunas en el horizonte, tasas bajas de la FED y commodities por el cielo, el mundo le tira una pared a una Argentina que, por ahora, desperdicia una oportunidad para estabilizar su macroeconomía. Sin acuerdo con el FMI, se esfuma la posibilidad de “tranquilizarla”, parafraseando a Martín Guzmán. Los bonos de deuda de Argentina están a precio de remate, el riesgo país pica alto entre 1.500 y 1.600 puntos, y la inflación amenaza cerrar el año arriba del 40%. Argentina, sin acceso a los mercados internacionales, no se puede beneficiar de las tasas bajas de la FED y, mientras espera los dólares de los DEGs, se recuesta sobre la máquina de imprimir billetes.

Enfrascado en llamar Juan Domingo a Biden y en escribir largos hilos en Twitter, el binomio presidencial lee la política internacional en clave doméstica y parroquial, como si el mundo tuviera sus ojos puestos en la Argentina. Mientras el oficialismo subraya que Biden se “peronizó”, la oposición festeja “el triunfo de la libertad” en la Comunidad de Madrid, alejándose también de las necesidades y problemas del electorado. El contexto internacional ofrece salvavidas para rescatar del naufragio a 12 millones de argentinos que se hunden debajo de la línea de la pobreza, pero el Gobierno y la oposición tocan el violín en la cubierta del Titanic.

El mayor peligro que enfrenta el oficialismo no es una derrota en las elecciones legislativas, sino un ajuste del mercado “por las malas” tras la liquidación de la cosecha.  

Sin una comprensión del mundo y un pensamiento estratégico no hay política exterior que sirva a los intereses de la ciudadanía. Sin una perspectiva global, también es imposible diseñar una política económica virtuosa. 

Juan Domingo Perón decía que “la única política” era “la internacional”. Su mirada estratégica sobre los asuntos globales está ausente hoy en la política argentina.