El Servicio Cívico Voluntario en Valores sacó a Patricia Bullrich del letargo de la campaña. Si bien la ministra de Seguridad había entrado al casting de posibles candidatos a la vicepresidencia (cuando todavía se daba por descontado que sería una mujer), su nombre después quedó en un segundo plano. Tampoco salió ganando en el reparto de postulaciones para la minitropa de sus dirigentes leales, como los subsecretarios Martín Siracusa y Matías Lobos, a quien le bajaron su candidatura para intendente de San Martín.
Lo que le hizo levantar el perfil a Bullrich fue el plan para que los gendarmes den clases a los ni-ni en las bases militares. De acá a las PASO, la Piba recorrerá la Capital y otras cuatro o cinco provincias.
Mauricio Macri y Marcos Peña apoyaron la idea del Servicio Cívico en una reunión de gabinete, y la ministra la presentó justo antes de la veda de anuncios e inauguraciones. Fue una jugada calculada. Cerca de Bullrich niegan que haya tenido relación directa con un contexto en el que al menos dos precandidatos corren al macrismo por derecha: José Luis Espert y Juan José Gómez Centurión.
“Se discutió en el gabinete y ahí se decidió cuándo lanzarlo. Pero la gente ya sabe que somos antizaffaronistas. Cuando aplicamos el protocolo de uso de armas de fuego, Espert todavía no existía. Cuando fue lo de Chocobar, lo mismo”, opina un dirigente del bullrichismo.
En adelante, ella continuará con su rutina proselitista en Capital y provincia de Buenos Aires. El lunes pasado visitó San Fernando. Y en los próximos días visitará los municipios de Malvinas Argentinas, Presidente Perón y Escobar. A caballo del discurso manodurista, la Piba buscará compensar el derrumbe de la imagen de Macri en el Conurbano.
En Capital, Bullrich mejoró su relación con el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, tras el despido del ex ministro de Seguridad Martín Ocampo. Reciclado como candidato a legislador por la escudería angelicista, Ocampo chocaba seguido con la ministra. Ella le achacaba su supuesta tolerancia ante manifestaciones y cortes de calle. Con Diego Santilli, su reemplazante, existe un entendimiento mayor. El trato con el ministro bonaerense Cristian Ritondo también incluye algunos recelos. Pero se alcanzó una suerte de tregua.
Bullrich a su vez se sumará a la campaña nacional. Se mostrará en Salta, Tucumán y Chaco, provincias algo hostiles hacia Macri. Quizás agregue una o dos más a su agenda.
Según dos encuestas que maneja el Ministerio de Seguridad, el Servicio Cívico cuenta con apoyo mayoritario de la población. No se trata de una novedad, ni de una conclusión sorpresiva: los planteos y el lenguaje de Bullrich suelen conseguir una adhesión social casi inmediata, independientemente de los resultados.
“Nosotros también presentamos la #CasaDePapel3. Desarticulamos otra red que fabricaba y distribuía billetes de $ 200, $ 500 y $ 1.000. Pusimos 5 delincuentes tras las rejas ¡Gran trabajo de la Policía Federal contra las mafias!”, se jactó ayer vía Twitter. Así, el equipo comunicacional del Ministerio se subió al boom de la serie española La casa de papel.
"No es ningún adoctrinamiento", dijo Cobos sobre el Servicio Cívico Voluntario
Críticas de su ex esposo
Una de las voces críticas contra el servicio cívico, dependiente de la Gendarmería, fue la del sociólogo Marcelo “Pancho” Langieri. “Este servicio en manos de una fuerza de seguridad es la demostración de que los pobres, en todas las dimensiones y circunstancias, son el objetivo de las políticas oficiales para garantizar el control social”, afirmó este profesor de la UBA. Pero Langieri cuenta con otro antecedente que lo acerca a Bullrich. Fue el primer esposo de la Piba y el papá de su único hijo: Francisco. Además fue militante de Montoneros. En 1977, Langieri y Bullrich se escaparon a las apuradas de la Argentina. Estuvieron exiliados en México y España, hasta un regreso clandestino a la Argentina en 1978 con Bullrich embarazada. Pero la vuelta definitiva fue desde Brasil, a fines de 1982.