Andrés Calamaro se sumó a la polémica que estalló desde que trascendieron, a través de Perfil.com, los suculentos contratos que la Casa Rosada le paga a artistas populares como León Gieco y Mercedes Sosa para actuar en eventos del oficialismo.
El autor de La lengua popular se mostró particularmente crítico con los músicos que son beneficiados por el dinero público: "Desde que volvió a arrancar el ejercicio democrático, vemos, pertinaz, a un núcleo de representantes de la cultura que quieren, por las buenas, apoderarse de la credibilidad bienpensante y, quién sabe, llevarse algún subsidio y algún contrato", disparó certero en una entrevista con La Capital de Rosario.
La tapa de la revista Noticias, "El obsceno uso de los artistas populares" terminó de enfurecer al kirchnerismo, que decidió responder a través de los medios que reciben dinero K, para calmar, entre tantas cosas, el ánimo de los cantantes populares afectados.
Calamaro -que tocó en la Expo Zaragoza sin intermediación del Gobierno- se jacta de no haber aceptado jamás cantar para ningún poderoso de turno. Y a pesar de que está enojado con los "músicos K", intentó ser comprensivo con otros artistas que tocaron alguna vez en el salón blanco de la Casa Rosada: "Tampoco quisiera ser sarcástico con aquellos que cantaron en el Salón Blanco: Spinetta, Juanjo Domínguez, Litto Nebbia, por citar a algunos. Son artistas, y personas de entera integridad. Creo que se abrieron las puertas de Casa de Gobierno y ellos, sencillamente eligieron ese escenario sin saber muy bien por qué".
La conclusión de Calamaro, sin embargo, retumba en el oído de varios de sus colegas: "Hay que tener mucho cuidado por dónde se mete uno. Las puertas abiertas de la Casa Rosada son una invitación a la historia, aunque tiene tantas puertas que nunca sabemos si entramos o salimos".