Como buen metalúrgico, Antonio Caló (UOM) tiene una lógica propia, inexplicable para sus pares de la denominada CGT Balcarce. Para algunos es "más bueno que el pan". Para otros, es tan "soberbio" y "personalista" como Hugo Moyano. El se define como "un hombre común".
El objetivo de Caló es mantener el liderazgo de la próxima CGT y desempolvarse el mote de "oficialistas". Quiere tomar distancia y dejar de ser conocido como "el candidato del Gobierno".
"Apoyo el modelo de este Gobierno, pero no al Gobierno", dice a quienes lo visitan en su oficina de Alsina al 400, y muestra los números que, según el sindicalista, revelan que el kirchnerismo no lo favorece. Caló no pierde oportunidad para sacar una planilla con el estado contable de la obra social de la UOM.
"Presentamos reintegros por 5 millones de pesos mensuales y sólo nos pagan entre 400 mil y 600 mil pesos cada mes. Todos los meses, tenemos que poner 2 millones de pesos del sindicato para pagar las escuelas de los chicos discapacitados porque el Gobierno no nos entrega la plata", cuenta a sus visitantes.
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