Desde el retorno de la democracia, el gobierno de Cristina Kirchner fue el que más aumentó el presupuesto para el Sistema de Inteligencia Nacional, que nuclea a la Secretaría de Inteligencia, a la Inteligencia Criminal y a la de Defensa. En ocho años de gestión, los gastos para espionaje crecieron más de 400%, de los $ 471 millones en 2007 a los $ 2.410 millones previstos para 2015.
La ex SIDE, sin embargo, no es el área que más creció. La Inteligencia de Defensa, donde viene adquiriendo cada vez más poder el jefe del Ejército, César Milani, vio crecer 762% su presupuesto desde 2007. Para este año toda el área de Defensa contará con $ 836 millones, de los cuales $ 568 dependerán exclusivamente de Milani, a quien muchos definen como el nuevo hombre fuerte del espionaje en Argentina.
El área de Inteligencia Criminal funciona bajó la órbita del Ministerio de Seguridad, donde Sergio Berni maneja los hilos desde el segundo puesto de la cartera. Desde que Cristina llegó al poder, recibió 800% más de fondos.
El presupuesto de la Secretaría de Inteligencia, que en caso de aprobarse el proyecto oficial pasaría a llamarse AFI (Agencia Federal de Inteligencia), en comparación apenas creció el 177% en estos ocho años. Y el detalle de ese aumento muestra que el mayor porcentaje obedece a gastos en personal. Los fondos reservados, que están en el centro de la polémica por falta de control, están estancados en $ 292 millones desde 2009.
Desde 1986 hasta 2007 hubo un alza paulatino del presupuesto en Inteligencia. Desde ahí, la curva se dispara. La muerte del fiscal Alberto Nisman dejó en evidencia la interna del espionaje, algo que el Gobierno fogoneó con cuantiosos fondos.