Corría la primera semana de la era K. Néstor Kirchner acababa de asumir como presidente y se negaba a negociar con sindicatos y empresarios quién asumiría en la secretaría de Transporte. El pingüino recién llegaba a Buenos Aires, pero ya tenía claro que, de la mano de la recuperación económica, el gran volumen de dinero en el Estado se movía a través de los subsidios millonarios. Por eso le encargó el manejo del área a un fiel amigo, Ricardo Jaime.
Entre las últimas horas del mes de mayo de 2003, el ex diputado menemista Miguel “Lito” D’Alesandro, devenido vicepresidente de TBA armó en su casa la cena donde presentó al flamante secretario con el empresario Claudio Cirigliano. Los destinos de ambos siguen atados. De procesar a Jaime por presunto delito de dádivas, Bonadío también debería procesar al empresario, quien habría costeado el alquiler de nueve de los vuelos de Jaime al exterior. Cirigliano podría hasta ser sentenciado con un año de prisión en suspenso, si la operación K en la Justicia federal no surte efecto.
A lo largo de la era K, Cirigliano adquirió negocios con gran caudal de subsidios . “(Sergio) Taselli –otro empresario de sintonía con los Kirchner– quería deshacerse del ex Roca. Se negoció su salida; a cambio, el Estado le pagó 300 millones de pesos y le facilitó la concesión a Cirigliano”, cuentan en el ramal. Así, “el gordo” pasó a dominar los rieles del ex Sarmiento, el Mitre, el Tren de la Costa y el ex Roca. Además, tiene el 33 por ciento del Belgrano Sur y del San Martín. En 2009, el empresario recibió casi 71 millones de pesos en subsidios, sólo por el transporte ferroviario.
Con Jaime en la Secretaría de Transporte, el Grupo Plaza, la rama de transporte automotor interurbano de Cirigliano, también experimentó un fuerte crecimiento, hasta convertirse en el más grande del país. “ Antes de Kirchner, la empresa era menos del 15 por ciento de lo que es hoy”, contó un empresario del rubro a PERFIL.
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