El viaje de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a El Calafate, su autodenominado “lugar en el mundo”, le sirvió para refugiarse de una semana de consecuencias políticas tras la muerte de Alberto Nisman y, más aún, de la imputación por presunto encubrimiento en la causa AMIA que ordenó su sucesor, el fiscal Gerardo Pollicita.
La jefa de Estado encabezó varios actos e inauguraciones de obras, rodeada de funcionarios y militantes. Se esperaba que siguiera en la localidad santacruceña hasta al menos el 19 de febrero, fecha de su cumpleaños número 62. Así, aprovecharía el fin de semana largo por el carnaval y, sobre todo, evitaría estar en Buenos Aires para la movilización del 18F, convocada por los fiscales en homenaje a Nisman.
Eso no sucedió. En un inesperado giro de su agenda, la mandataria dejó anoche a última hora la ciudad de El Calafate. El viaje no se anunció oficialmente desde Presidencia de la Nación, ni desde su cuenta personal de Twitter, y tampoco desde la polémica “cuenta militante” de Casa Rosada. CFK, sin embargo, ya se encontraría en Olivos, informó el diario Clarín.
Ayer durante su primera cadena nacional desde que fuera imputada por encubrimiento del atentado de la causa AMIA, destacó nuevamente los logros de su gestión y la de su difunto esposo, el expresidente Néstor Kirchner, en la inauguración de obras del hospital de El Calafate, rebautizado “Gobernador Cepernich-Presidente Kirchner”.
Además, aprovechó para mostrarse por primera vez en público junto a su nieto Néstor Iván y su nuera Rocío García en el acto de inauguración del hospital de El Calafate.