Ocurrió en el interior de la provincia de Santa Cruz durante la campaña para las elecciones de 1993. Rafael Flores era candidato a diputado nacional y Cristina Kirchner, la esposa del gobernador, aspiraba a una diputación provincial: “En un acto en la ciudad de Comandante Luis Piedrabuena —recuerda Flores—, a Cristina se le quebró la voz. Me emocioné, pensé que tenía un lado humano después de todo, y empecé a tratarla con más afecto. Pero de ahí nos fuimos a Gobernador Gregores y a Cristina se le quebró la voz en el mismo párrafo. Al otro día, fuimos a Puerto San Julián. ¡Y se le volvió a quebrar la voz en el mismo momento! Me di cuenta de que era una gran actriz y una farsante. Recuerdo que en esa campaña, me dijo: ´¿Sabés, Rafa? Yo hubiera querido ser cantante´”.
Incluí esa anécdota en mi último libro: “Salvo que me muera antes”, sobre la muerte del ex presidente Néstor Kirchner, en 2010, y sus consecuencias. Poco tiempo después de aquellas elecciones, Flores rompió con los Kirchner y se convirtió en uno de sus críticos más precoces. La anécdota ilustra la notable capacidad histriónica de Cristina, que quedó de manifiesto —una vez más— en la entrevista del jueves con el colega Luis Novaresio, cuando incluso lloró al evocar su “dolor” frente a las imágenes de los bolsos repletos de dólares llevados por uno de sus funcionarios de mayor confianza, el ex secretario de Obras Públicas, José López, a un convento del Gran Buenos Aires.
Es posible —¿cómo saberlo?— que el recuerdo de esas imágenes devastadoras para el kirchnerismo la haya hecho llorar en serio. Eso no es un obstáculo para señalar que la ex presidenta, ahora candidata a senadora en la estratégica provincia de Buenos Aires, es una notable actriz. Algunos ultra K se enojan con esa caracterización, pero deberían reparar en que es también un elogio: una candidata con dotes histriónicas notables cumple mejor con su rol de capturar votos en procura de una causa política.
Su ex colaborador, el experimentado director teatral Javier Grosman, destaca que Cristina tiene un completo dominio del escenario y que puede percibir el estado emocional de la platea en cada una de sus representaciones. En la entrevista en Infobae, vimos también que la ex presidenta fue capaz de acercarse y alejarse emocionalmente del entrevistador cada vez que lo creyó necesario. No es, ciertamente, una entrevistada fácil.
Sus dotes histriónicos fueron utilizadas a pleno luego de la muerte de su marido, Néstor Kirchner, el 27 de octubre de 2010, en una de las cosas que mejor sabía hacer: los mensajes por radio y televisión; las cada vez más largas cadenas nacionales en las que también exhibía su reconocida “memoria de elefante” para aprender y recitar los discursos que ella misma preparaba.
Hasta el famoso guionista, director y productor estadounidense Francis Ford Coppola había quedado impactado por ese atributo. “Ella no es una presidenta, ella es una diva”, dijo el ganador de media docena de premios Oscar cuando salía de una audiencia en la Casa Rosada junto a sus acompañantes.
El director de El Padrino y Apocalypse Now, entre tantas películas, había comprobado el resultado de una mezcla de habilidad natural, vocación actoral y horas y horas de ensayo frente al espejo.
“¡Maestro!”, cuentan que lo recibió la Presidenta, con las dos manos en alto. Eso ocurrió el 27 de marzo de 2008, cuando Coppola estaba en Buenos Aires preparando la filmación de una película, Tetro.