No hay forma que la foto del embajador Daniel Scioli con el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva pase desapercibida para Jair Bolsonaro y sus fanáticos para quienes el líder del Partido de los Trabajadores es, en términos simples, su némesis, todo lo que no quieren para Brasil y, a la vez, aquello que los define por oposición en el juego doméstico y regional. Si esto ocurre, además, en medio de tensas negociaciones en torno al Mercosur, uno de los temas que el representante argentino se ocupó de mencionar en la síntesis posterior de su cita –y donde el Frente de Todos encuentra un aliado en el PT y un rival incansable hoy en el Planalto–, quedan pocas dudas respecto al mensaje tácito detrás de las imágenes.
Después de todo, las fotos del encuentro de Scioli con Lula en Brasilia se difundieron con velocidad aunque no hubo comunicado oficial al respecto y, hasta anoche, tampoco un tuit alegórico en la cuenta oficial el embajador. Sí se remarcó en la neutralidad del terreno –un hotel o una oficina de la capital brasileña, las versiones variaban– y en los vínculos personales de Scioli con el ex mandatario brasileño además del hecho de ser el primer dirigente argentino en encontrarse con él desde que la Justicia había restituido sus derechos políticos para poder competir en elecciones. También que conversaron sobre el Mercosur en forma extendida.
Lula, Bolsonaro, la tercera y cuarta vía
En declaraciones posteriores con algunos medios nacionales, Scioli dejó entrever que había notificado tanto a la Casa Rosada como al Planalto de su reunión con Lula y que formaba parte de su tarea y voluntad de dialogar con todos. Por supuesto, ni en la Rosada ni en la Cancillería aclararon si había algún mensaje implícito. A nadie le pasa desapercibido, no obstante, que sin dejar de atender a lo cuidado de las formas, el metamensaje para Bolsonaro es el de un embajador argentino reuniéndose con quien asoma como su principal rival en las elecciones de 2022 si se decidiera a competir. Además, por estas latitudes, ya aprendieron que cualquier gesto con Lula es un dedo en la llaga bolsonarista.
Tampoco parece inocente tanto hincapié en la conversación con Lula sobre el Mercosur, un referente que piensa mucho más parecido al gobierno del Frente de Todos en términos de integración regional. Desde Buenos Aires, siguen expectantes una negociación que, a priori, se presenta complicada para los intereses del Gobierno porque el bolsonarismo no muestra mucho interés en moverse de su oferta de reforma del bloque. En ese contexto, Buenos Aires se sabe en minoría, con Uruguay alineado a Brasil y Paraguay dividiendo sus simpatías: más cerca de la Argentina en lo que respecta a las negociaciones externas del Mercosur y más próximo al dúo liberal en lo que atañe a la reducción del arancel externo común.
Apenas el fin de semana pasado, Scioli había recibido al nuevo canciller brasileño, Carlos França, y al almirante Flavio Viana Rocha, secretario de Asuntos Estratégicos y hombre cercano a Bolsonaro, en su residencia oficial. Otra foto con un metamensaje diferente. A la par de los diálogos técnicos desde la Cancillería, el embajador trabaja en pos de ablandar los corazones brasileños de cara a la que posiblemente sea la última cumbre de volumen del Consejo Mercado Común –ministros de Relaciones Exteriores y Economía– que presida la Argentina durante su turno al frente del bloque. La cita está pautada en formato presencial para el 8 de junio, en Buenos Aires, y allí se volverá a discutir la flexibilización del bloque con un tándem brasileño-uruguayo que va por todo.
Durante aquella cita, hubo un breve contacto telefónico con el canciller Felipe Solá y se mencionó la posibilidad de una visita a Buenos Aires de su par brasileño a fin de mayo, antes de la próxima cumbre del Mercosur. Ya ambos ministros habían tenido su primera bilateral remota unos quince días antes de la última sesión del Consejo Mercado Común en la que Uruguay presentó su propuesta de liberar las negociaciones con terceros dentro del bloque y le anexó el planteo brasileño para rebajar el Arancel Externo Común de forma transversal y masiva. Montevideo prometió consensuar, en estas semanas hasta el 8 de junio, pero Brasilia se muestra mucho más implacable, en particular, desde su Ministerio de Economía, a cargo de Paulo Guedes.
En la reunión con el canciller Carlos França hubo un breve contacto con Felipe Solá y se mencionó la posibilidad de una visita a Buenos Aires a fin de mayo.
Viana Rocha fue el enviado del Presidente de Brasil a la Argentina en enero y llegó a reunirse con Alberto Fernández a quien, incluso, le trajo una camiseta del Palmeiras, el equipo del cual es hincha Bolsonaro. Mucho antes que ello, había sido clave para abrirle un canal a Scioli con Eduardo Bolsonaro, uno de los hijos del presidente vecino y asesor clave en temas externos. Acorde al comunicado posterior de la cita en la residencia, con Viana Rocha y França también conversaron sobre el Mercosur, la integración energética a través del gasoducto Vaca Muerta-Porto Alegre, las barreras sanitarias y proyectos en el área de Defensa.
De aquella imagen a la foto con Lula, hubo una gira de Scioli por Rio Grande do Sul, Río de Janeiro y San Pablo y reuniones con diversos pesos pesados de la industria brasileña, mucho más próxima a la mirada argentina sobre el Mercosur que al plan aperturista de Guedes. Por caso, hubo foto y reunión con Marcelo Chara (Ternium Brasil), Renato Catallini (Tenaris Brasil), las autoridades de la autopartista paulista Gestamp, Paulo Skaf (Fiesp) y el titular del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social del Brasil (BNDES), Gustavo Montezano. Hoy tienen planeado volver hasta Río Grande do Sul para visitar a su gobernador y una de las fábricas de componentes para neumáticos más grandes, Vipal Borrachas, que ya tiene una planta en la provincia de Santa Fe a la que quieren potenciar.